punta de una pluma para escribir punta de una pluma para escribir
  • Revista Nº 158
  • Por Eduardo Arriagada

Columnas

El nuevo panorama de la comunicación política

Todos critican el trabajo de comunicaciones del gobierno. Cualquier comentario público termina con un analista dando clases de comunicaciones a las autoridades. Sin embargo, no he tenido oportunidad de leer ningún análisis que reconozca que lo que enfrentó la presidencia durante el estallido social es un desafío inédito para cualquier autoridad contemporánea.

El primer error de comprensión resulta de no entender que las prácticas comunicacionales, que habían sido eficientes hasta hace un año, ya no dan el mismo resultado debido a un cambio radical del contexto de esas comunicaciones. Manuel Castells describió este conflicto como un fenómeno que aparece extendiéndose por el planeta con idénticas características, aunque es provocado por diversas causas.

Su conclusión es que, a pesar de que el disparador cambia de país en país, la demanda siempre es la misma que en Chile: la dignidad. “(…) Los ciudadanos ya no tienen confianza ni en sus parlamentarios, ni en sus gobiernos, ni en sus presidentes. Hay un rechazo unánime a todos los partidos, que no son considerados legítimos ni viables (…). La gente no puede más y explota. Y explota en algunos lugares con violencia limitada, en otros con violencia más extrema”, (Castells, m., 2019).

Hace unos meses, New Yorker informaba que “esto representa un pronunciado cambio en el panorama global de la disidencia. La gente está usando el poder popular más que en ningún otro momento de la historia. Los movimientos sin armas son el principal desafío que enfrentan los gobiernos hoy en día” (Wright R., 2019).

En el cercano 2011, caracterizado por las protestas estudiantiles, se extendió en el país el fenómeno de las redes, cuando la penetración de internet alcanzaba apenas el 30% de la población. Para el año 2017, el acceso ya superaba el 89%, a pesar de que la cantidad de computadores no había cambiado prácticamente nada en la última década. Mientras que al terminar 2014 en Chile había menos de 50.000 aparatos inteligentes, actualmente ya tenemos más de 10 millones de dispositivos 4G de última generación. En 2016, los chilenos gastamos 1.660 millones de dólares en aparatos celulares. En total, una cifra mayor a la que invertimos en automóviles.

New Yorker reconoce que la tecnología aceleró la organización y la eficiencia de las protestas recién en 2019. En los años sesenta se protestaba coordinados por un teléfono y con panfletos. En 2011, aparecieron los móviles tradicionales y las redes, en especial Twitter y Facebook, pero recién el año pasado las aplicaciones encriptadas como Telegram permiten espacios seguros y un grado tal de anonimato que deja de ser necesario el líder que moviliza, concluye el mencionado artículo.

El cambio realmente revolucionario de las comunicaciones políticas actuales sucede cuando se encuentran dos tecnologías, que al combinarse provocan una transformación tan relevante como fue en su momento el surgimiento de la imprenta: la masificación de las redes sociales y de los móviles. En este nuevo mundo, las mentiras se difunden mejor y la protesta tiene una organización y resistencia inédita. La comunicación política debe acomodarse.

PARA LEER MÁS

  • Castells, M.; “La crisis de la democracia liberal en el mundo”. CEP, 2019.
  • Wright, R; “The story of 2019: Protests in every Corner of the Globe”, New Yorker, 30 de diciembre, 2019.