• Revista Nº 182
  • Por: Robbie Rivera (@elprofeRobbie)

Especial

Crónicas terrícolas: las estrellas que más brillan

En un país que puede considerarse como los ojos astronómicos de la humanidad, corresponde saber
más sobre el tema. Y qué mejor forma de aprender que mediante buenas historias y sentido del humor.

Si miras a Chile desde el espacio podrás ver dos aspectos muy notorios: que parece estar a la
orilla del continente, aferrándose a la cordillera de los Andes para no caer al mar, y que el océano Pacífico baña todas sus costas y lo llena de islas. El primero se relaciona con la actividad sísmica: el mismo fenómeno entre placas tectónicas que ha creado la extensa cordillera de Los Andes nos vuelve el país mas sísmico del mundo. En segundo lugar, el océano Pacífico nos da costas de kilómetros de extensión y profundidad, con uno de los ambientes submarinos más calmos y ricos en flora y fauna.

Hay un tercer elemento que, para notarlo, debes mirar hacia arriba: es el cielo de Chile, en específico, sus cielos nocturnos. En general, la gente sabe mucho de sismos, algo menos sobre el océano y sus
maravillas, pero muy poco sobre astronomía. A mi juicio, esto representa una gran deuda desde la educación, la cultura y la academia. Dicha deuda, poco a poco, se ha ido saldando desde lo popular, mediante la nueva disciplina de la divulgación científica, a la cual yo me dedico.

Hace varias décadas que la astronomía no se desarrolla como la gente piensa. Ya no hay personas que se dedican a mirar al cielo por un pequeño agujero, por horas y horas como en siglos pasados. Hoy esa labor la hacen las computadoras y la mayor parte del trabajo consiste en procesar, interpretar y utilizar todos los datos que esas computadoras reciben del espacio. Esto tal vez te suene un poco aburrido, pero lo interesante radica en el proceso. En la gente que imagina los fenómenos y piensa nuevas formas de relacionarlos, para explicarnos cómo se forma un planeta, qué es un cometa, cuándo nos golpeará un asteroide como a los dinosaurios o incluso cómo pudo nacer nuestro universo.

El público conoce la deuda con la astronomía o al menos lo manifiesta en su curiosidad y demanda por material de divulgación. Durante los últimos 15 años, hemos visto a José Maza, Teresa Paneque, Fran Astrónoma, al radiotelescopio Alma, al Observatorio Astronómico Nacional y cada vez a más instituciones y personajes tomarse las redes sociales y referirse a esta disciplina.

Entremedio de esta vorágine de búsqueda de contenidos aparece Crónicas terrícolas. Un programa de Media UC, en formato de vodcast, en el que un doctor en astrofísica lleno de buenas historias
(José Utreras) y un profesor de ciencias, fanático de la cultura pop (Robbie Barrera, “elprofeRobbie”), conversan cada semana con un invitado ajeno a esta disciplina sobre cómo la  astronomía ha vivido y crecido a través de distintos personajes y descubrimientos.

Como profesor y comunicador, además de sentir que este programa me ayuda a saldar la deuda que tenemos desde la academia con la cultura popular astronómica, creo que me permite hacer partícipe
a quienes nos escuchan de una conversación muy simple pero con un trasfondo muy complejo. En un país que puede considerarse como los ojos astronómicos de la humanidad, corresponde saber más sobre el tema. Y qué mejor forma de aprender que mediante buenas historias y sentido del humor. Y
de esas dos cosas sí que sabemos mucho.