• Revista Nº 180
  • Por María Francisca Yáñez y Francisco Martínez Toro

Argumento

La revolución de los humanistas en la IA

La inteligencia artifical generativa ha introducido un cambio clave: su interfaz principal no es el código, sino el lenguaje natural y alineado con valores humanos. Esto significa que profesionales con un dominio avanzado en el habla y la estructuración de ideas podrán orquestar automatizaciones y tareas antes reservadas exclusivamente para ingenieros.

A lo largo de la historia, los cambios de paradigma han estado marcados por anomalías, nuevas formas de comprender el mundo y controversias. Hoy, la Inteligencia Artificial (IA) nos enfrenta a una de estas transformaciones fundamentales. No cualquier tipo de IA, sino las generativas, capaces de producir texto y responder preguntas con una fluidez que simula el pensamiento humano. En tan solo dos años, estas tecnologías han demostradon ser una de las innovaciones de adopción más rápida en la historia. ChatGPT alcanzó un millón de usuarios en solo cinco días y 100 millones en dos meses, y modelos más recientes como DeepSeek R1, de China, han logrado un crecimiento explosivo que los ha llevado a ser número uno del ranking de aplicaciones en solo semanas. No solo han cambiado la forma en que interactuamos con la información, sino que están redefiniendo qué habilidades serán más valiosas en la nueva economía del conocimiento. Y en este escenario, los perfiles provenientes de las humanidades y ciencias sociales tienen una oportunidad sin precedentes.

EL AUGE DEL HUMANISTA TECNOLÓGICO

Los cambios de modelo conllevan, a su vez, cambios en los equilibrios de poder. En las décadas de los 80 y 90, la cultura popular tenía claro el cambio que venía. Películas como La venganza de los nerds (1984) mostraban cómo esta subcultura de aficionados a los computadores y la ciencia terminaría triunfando en la universidad y en la vida en general. Treinta años después la profecía se cumplió cabalmente: esos nerds pasaron de ser los inadaptados a ser los arquitectos del mundo que vivimos.
El conocimiento técnico fue el gran motor de la economía digital. Ingenieros, programadores y científicos de datos dominaron el desarrollo de la tecnología y definieron el futuro de la sociedad digital. Sin embargo, la IA generativa introduce un cambio clave: su interfaz principal no es el código, sino el lenguaje natural. Este giro ha abierto un espacio inesperado para humanistas dentro del ecosistema de la IA. Filósofos, lingüistas y semiólogos están siendo incorporados en empresas tecnológicas líderes para mejorar la interpretación y generación de texto, diseñar instrucciones efectivas y garantizar que la IA se alinee con valores humanos. Casos como el de Amanda Askell, doctora en filosofía y líder en alineamiento de IA en Anthropic; o Steven Johnson, semiólogo y Product Lead en NotebookLM de Google, reflejan este fenómeno. En Chile, esta tendencia también está cobrando fuerza. Cada vez más empresas están incorporando especialistas en humanidades como prompters, encargados de diseñar interacciones con IA y evaluar la calidad de sus respuestas. Además, están surgiendo startups innovadoras que integran IA con un enfoque humanista. Un ejemplo es Theodora, una empresa liderada por una abogada que utiliza modelos de IA para identificar sesgos, demostrando que la intersección entre tecnología y humanidades no solo es posible, sino también necesaria para construir sistemas más justos y eficientes. Pero lo más disruptivo es que la IA está comenzando a automatizar procesos solo con lenguaje natural, eliminando la necesidad de programar usando código. Esto significa que profesionales con un dominio avanzado del lenguaje y la estructuración de ideas podrán orquestar automatizaciones y tareas antes reservadas exclusivamente para ingenieros. En este nuevo contexto, el conocimiento humanista deja de ser solo un complemento y pasa a ser una ventaja competitiva.


Las humanidades, tradicionalmente relegadas en la economía digital, pueden encontrar en esta transformación una oportunidad inédita para reivindicar su valor a través del prompting.

LENGUAJE E IA: UNA ALIANZA CON RIESGOS Y OPORTUNIDADES

Los modelos de IA generativa han sido entrenados en cantidades masivas de texto: libros, ensayos, artículos científicos, enciclopedias, foros y redes sociales. Su conocimiento del mundo no proviene de la experiencia sensorial ni del razonamiento lógico en el sentido tradicional, sino del lenguaje. Esto tiene implicancias, una de ellas son las respuestas incoherentes o derechamente falsas, conocidas como alucinaciones. Aquí es donde el pensamiento crítico se vuelve esencial. No basta con evaluar si una respuesta es lógicamente coherente; hay que cuestionar su contenido, su origen y su veracidad sustantiva. En una era donde la IA generativa es capaz de producir contenido a gran escala, la capacidad de analizar información y detectar sesgos se vuelve más importante que nunca. Steven Pinker publicó en 2021 el libro Rationality: What It Is, Why It Seems Scarce, Why It Matters. La pertinencia de este texto se multiplica con la masificación de la IA generativa. Nos urge potenciar la racionalidad humana, pero no para enfrentarla antagónicamente al “pensamiento” de los modelos de lenguaje de inteligencia artifical, sino para complementar las IA con la racionalidad humana y liberar así el potencial que pueden aportar a la economía y a la sociedad en su conjunto.

EL NUEVO VALOR DEL TALENTO

La IA generativa no solo está redefiniendo las habilidades más demandadas, sino que también está revolucionando el ritmo y la eficiencia del trabajo. Investigaciones como The Labor Market Effects of Generative Artificial Intelligence (2024), realizada por académicos de Stanford y el Banco Mundial, han encontrado que la productividad en tareas de redacción y análisis textual puede triplicarse, mientras que en programación los tiempos de desarrollo pueden reducirse a la mitad. Este cambio reconfigura la noción de especialización. Ya no se trata solo de acumular experiencia en un nicho, sino de adaptarse rápidamente y explotar las herramientas de IA para potenciar la productividad. Las empresas podrían comenzar a premiar la hiperproductividad por sobre la especialización. Las humanidades, tradicionalmente relegadas en la economía digital, pueden encontrar en esta transformación una oportunidad inédita para reivindicar su valor a través del prompting.


Filósofos, lingüistas y semiólogos están siendo incorporados en empresas tecnológicas líderes para mejorar la interpretación y generación de texto, diseñar instrucciones efectivas y garantizar que la IA se alinee con valores humanos.

UNA HABILIDAD CLAVE

La capacidad de estructurar prompts efectivos es actualmente una habilidad clave para maximizar el uso de la IA generativa. Sin embargo, más allá de la técnica para formular instrucciones, el verdadero diferencial radica en la capacidad de analizar ideas, aclarar conceptos y utilizar un lenguaje preciso para obtener resultados de mayor calidad y relevancia. A medida que la IA avanza y se integra en flujos de trabajo más complejos, la capacidad de diseñar interacciones precisas con estos modelos será un diferenciador estratégico. Incluso si en el futuro la IA mejora su capacidad de interpretar instrucciones ambiguas o integrar comandos más intuitivos, la claridad del pensamiento humano seguirá siendo esencial. No se trata solo de escribir buenas instrucciones, sino de formular preguntas y definir problemas con precisión.

THE PROMPT ACADEMY: UNA NUEVA EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE

En este contexto, The Prompt Academy nace comouna respuesta a la creciente demanda de formación en IA generativa. Su propósito es capacitar a profesionales, especialmente de las humanidades y las ciencias sociales, en el uso estratégico de estas herramientas para integrarlas en su campo laboral y potenciar su impacto en diversas industrias. Más que enseñar a usar IA generativa o una herramienta particular como ChatGPT, Copilot, Gemini o Claude, The Prompt Academy busca formar profesionales que comprendan su lógica interna, estructuren prompts de alto nivel y diseñen flujos de trabajo innovadores. La IA no es solo una herramienta más; es una tecnología que reconfigura la forma en que creamos, analizamos y tomamos decisiones. Y lo más sorprendente ha sido la respuesta. En solo unas semanas más de mil personas postularon al programa. Entre los interesados se encuentran profesionales de educación, salud, el sector público y el mundo corporativo, lo que demuestra que esta transformación no está limitada a un solo sector, sino que atraviesa todas las disciplinas. La demanda por estas habilidades es enorme, y lo más fascinante es que los humanistas y científicos sociales no solo quieren aplicar IA generativa en sus áreas, sino también explorar nuevas oportunidades en tecnología, estrategia y liderazgo.