• Revista Nº 179
  • Por Jaime Coquelet
  • Ilustración por Paulina Bustamante MIller

Especial

Lenguas indígenas y diversidad lingüística: Palabras en riesgo

La UNESCO estima que el 40% de las lenguas del mundo están en peligro de desaparecer (diciembre, 2022). Por su parte, los pueblos indígenas en América Latina solo ocupan alrededor de 420 lenguas, y si las condiciones actuales continúan, alrededor del 70% de ellas se extinguirán en los próximos años.

La lengua es aquel sistema de signos –sonidos, palabras, escritura, gramática, vocabulario– que nos permite expresar ideas, sentimientos y miradas del mundo, actuando como un método de comunicación para todos los ámbitos de la vida humana.

Por su parte, el lenguaje es aquella capacidad para comunicarse en una determinada lengua, nos posibilita la creación de una comunidad en la que se pueden desplegar valores compartidos y generar beneficios mutuos. Las personas tenemos el derecho y la libertad para utilizar y comunicarnos en la lengua de la familia y la comunidad en la que hemos crecido, lo cual es esencial para la dignidad humana, la coexistencia y la acción recíproca, el bienestar y el desarrollo sostenible de la sociedad.

En tal sentido, cultura y lengua están imbricadas de una forma profunda. Desde una mirada antropológica, todas las prácticas culturales que dan sentido valores y modos de vida– se expresan en una lengua a través del lenguaje.

La antropología y el estudio de la lengua ofrecen diversas distinciones en el análisis de lo funcional y lo simbólico del lenguaje. En términos funcionales, la lengua desempeña un papel fundamental en la comunicación directa entre sujetos, facilitando la transmisión de información, la expresión de necesidades y la coordinación social. Así, su función comunicativa permite, en el contexto de socialización, negociar significados y establecer normas sociales compartidas.

Por otro lado, el aspecto simbólico de la lengua se refiere a la capacidad para representar conceptos más abstractos y valores culturales. Por ejemplo, ciertas palabras o frases pueden evocar tradiciones, emociones o identidades que son cruciales para un grupo determinado. Por ello, su pérdida es la merma de una diversidad de modos de conocer y entender el mundo, de hacer comprensible y explicable la existencia desde otro lugar.


Cultura y lengua están imbricadas de una forma profunda. Desde una mirada antropológica, todas las prácticas culturales que dan sentido a la existencia humana –creencias, costumbres, valores y modos de vida– se expresan en una lengua a través del lenguaje.

Vitalidad y extinción

De acuerdo con el catálogo Ethnologue (Eberhard, D.; et al., 2023) se reconocen más de 7.000 lenguas vivas en el mundo. De ellas, solo el 7% es clasificado como “lenguas institucionales”, es decir, idiomas que se han desarrollado hasta el punto de ser utilizados y sostenidos por instituciones (gobiernos, escuelas, medios de comunicación, entre otras), más allá del hogar y la comunidad. El 50% es considerado “lenguas estables” que, si bien no son empleadas en instituciones formales, se mantienen vivas en el hogar y en la comunidad, y son aprendidas y usadas por las nuevas generaciones. El 43% restante se considera en “peligro de extinción”, debido a que ya no es lo usual que las nuevas generaciones aprendan y utilicen estos idiomas.

Para clasificar el peligro en que se encuentra una lengua es muy relevante evaluar su vitalidad, es decir, la capacidad que esta tiene para que se utilice de manera cotidiana y se generen nuevos hablantes. No basta con que exista un número determinado de ellos, sino que también debe ser utilizada en diversas esferas de la vida cotidiana, como la educación, los medios de comunicación, la religión y la cultura, además de que existan las estructuras institucionales, legales y políticas públicas decididas para su desarrollo.

Así también, la vitalidad se juega en la transmisión de generación en generación, en el habla cotidiana de los padres a los hijos y de los abuelos a los nietos. Las experiencias de socialización temprana permiten dotar de sentido y experiencia, posibilitan la comprensión de los cambios sociales y culturales, lo que permite generar una aproximación vivencial del idioma.


De acuerdo con el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, en el país se encuentran en uso las lenguas de seis pueblos indígenas: aymara, quechua, rapa nui, kawésqar, yagán y mapuche. Además, el pueblo atacameño-lickanantay está en proceso de revitalización de la lengua ckunza.

Sin reconocimiento constitucional

De acuerdo con el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, en el país se encuentran en uso las lenguas de seis pueblos indígenas: aymara, quechua, rapa nui, kawésqar, yagán y mapuche. Además, el pueblo atacameño-lickanantay está en proceso de revitalización del ckunza.

A excepción del quechua y el aymara, que cuentan con un marco institucional para su protección y cuidado en los otros países en los que encontramos hablantes (Perú, Bolivia, Ecuador), todas las otras lenguas se encuentran en peligro de extinción. Esta situación se produce por varios factores, entre ellos, los procesos de colonización que obligaron a los pueblos indígenas al uso del español; un sistema educativo monolingüe, que prohibió el uso de las lenguas de los pueblos indígenas; y la falta de transmisión intergeneracional de su idioma de parte de las familias indígenas, como una forma de protección ante la discriminación sufrida por el uso de la lengua materna.

Hasta hoy, Chile no reconoce a nivel constitucional a los pueblos indígenas y solo el español es el idioma oficial. Tampoco existe alguna ley específica que proteja y promueva el habla de los indígenas en el país. Por ello, carece de una estructura institucional y de recursos que pueda llevar a cabo procesos de revitalización de las lenguas indígenas.

La vitalidad del Rapa Nui

La vitalidad del Rapa Nui

El año 2022 surge un proyecto de traducción de lengua con Inteligencia Artificial (IA) desarrollado por la Academia de la Lengua Rapa, en conjunto con un equipo del Centro Nacional de Inteligencia Artificial y de Estudios Aplicados de la Escuela de Antropología UC.

Algunos municipios han realizado acciones de carácter simbólico. Así, el mapudungún es cooficial desde 2013 en la jurisdicción de Galvarino, desde 2014 en Padre Las Casas y desde 2021 en Temuco. En el caso del rapa nui, es cooficial desde el año 2017 en la isla. Sin embargo, esto no ha generado un programa robusto de revitalización de lenguas en esos territorios.

En este escenario, la cantidad de hablantes es cada vez menor. Por ejemplo, el número de hablantes activos del mapudungún es entre 100.000 y 200.000 personas (incluyendo las diferentes variantes dialectales) en una población estimada de 1.500.000 que se identifican como mapuche, de acuerdo a las investigaciones del Centro de Estudios Públicos (CEP, 2017). En el caso del pueblo rapa nui, solamente un 10% de la población habla el idioma. Para las lenguas yagán y kawésqar la cantidad de hablantes se estima en tan solo unos pocos.

Esta situación ha sido recogida a nivel global, y la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el periodo comprendido entre 2022-2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas. El objetivo es preservarlas, revitalizarlas y promoverlas en todo el mundo, por medio de la movilización y la disposición de recursos. Desde un enfoque de derechos humanos, en particular de la Declaración de Derechos Humanos de los pueblos indígenas, la lengua es el derecho a la expresión y la opinión, a la autodeterminación y la participación activa en la vida pública, siendo un requisito previo para la inclusión y la igualdad como condiciones clave para la creación de sociedades abiertas y participativas.


La pérdida de una lengua es la merma de una diversidad de modos de conocer y formas de entender el mundo, de hacer comprensible y explicable la existencia desde otro lugar.

Esto supone, según la UNESCO, acciones urgentes tales como: promover mayor conciencia sobre su importancia, desarrollar marcos jurídicos que resguarden los derechos lingüísticos, generar su mayor integración e incorporación a todas las esferas de la vida social e implementar una estructura institucional, financiera y de infraestructura que posibilite procesos de revitalización.

Dentro de las medidas que se han establecido está asignar un rol relevante a las tecnologías y el uso de softwares. Así, se ha instado a las grandes empresas de tecnología a apoyar el desarrollo y la accesibilidad de herramientas digitales que permitan la expansión y el uso de las lenguas de los pueblos indígenas, con la participación activa de sus hablantes (UNESCO, 2023).

En este sentido, cabe destacar la iniciativa del gigante tecnológico Meta (Facebook, Instagram y Whatsapp, entre otras) que se encuentra desarrollando el proyecto No Language Left Behind (NLLB), que crea modelos de código abierto que permiten realizar traducciones de alta calidad directamente entre 200 idiomas, incluidos aquellos con pocos recursos, tal como sucede en el caso de los pueblos indígenas. Una de las aplicaciones que se están desarrollando posibilita que editores puedan generar y traducir contenido en Wikipedia en sus lenguas nativas.


Hasta hoy Chile no reconoce a nivel constitucional a los pueblos indígenas y solo el español es el idioma oficial. Tampoco existe alguna ley específica que proteja y promueva el uso de las lenguas indígenas habladas en el país. Por ello, carece de una estructura institucional y de recursos para desarrollar procesos de revitalización de las lenguas indígenas.

Iniciativa en Rapa Nui

En este contexto, el año 2022 surge un proyecto de traducción de lengua con Inteligencia Artificial (IA) desarrollado por la Academia de la Lengua Rapa Nui ꞌUmaŋa Hatu Reꞌo, en conjunto con un equipo del Centro Nacional de Inteligencia Artificial y de Estudios Aplicados de la Escuela de Antropología UC.

Su objetivo es generar un sistema de traducción –hoy de texto y prontamente en audio– que permita al pueblo rapa nui contar con herramientas digitales gratuitas para realizar procesos de revitalización de la lengua. Este tipo de traductores ya se encuentran en otras lenguas polinésicas, tales como el hawaiano, el tahitiano y el maorí.

Esta experiencia nos muestra que es fundamental desarrollar estos procesos de manera intercultural, haciendo partícipe al mayor número de personas, respetando y validando a las autoridades tradicionales y su institucionalidad, generando instancias de articulación que respondan a los intereses y tiempos de las comunidades indígenas.