Mundo sin límites: Occidente, de Naoíse Mac Sweeney
Doctorada por la Universidad de Cambridge, ahora docente en la Universidad de Viena, la autora Naoíse Mac Sweeney es parte de una tendencia en crecimiento: la de considerar que las naciones y las identidades, son todas construcciones útiles –al ser humano le satisface el sentido de pertenencia a algo ojalá superior–, pero que no son más que eso; relatos, narrativas, cuentos que nos gusta contarnos. El libro es más audaz aún: busca desmontar algo mucho más amplio: Occidente. La civilización europea como su núcleo a partir de Grecia y Roma, para seguir con Francia, España, Alemania, Inglaterra y, finalmente, Estados Unidos, sería un constructo que responde a intereses políticos. Y que no corresponde a a los datos ni a las evidencias, que lo desmentirían.
Los imperialismos, la supuesta supremacía blanca, ideas asociadas a ese relato, ya estarían fuera, reemplazados por otro Occidente, uno que anhela distinguirse por sus democracias, su tolerancia social y su liberalismo.
El libro está compuesto por 14 biografías de personajes célebres o desconocidos, con los que Mac Sweeney busca demostrar que todo se trata de intereses, seducciones y creaciones. Desde Heródoto, un turco, que se refiere a una princesa asiática que nunca habría estado en Europa: la princesa Europa. Detalla también que griegos y romanos se sentían más asiáticos: miraban hacia el Oriente y aspiraban a ser los herederos de esas culturas.
Lo de “la civilización occidental”, plantea, es una creación de los siglos XVI y XVII. Le parece que la realidad sería más rica, diversa, brillante, al tener, por ejemplo, raíces muy profundas en Bagdad y Estambul, cuando esas ciudades fueran centros culturales fundamentales para el futuro de Occidente.
Distintos continentes aparecen, incluyendo América, con la biografía de Joseph Warren, figura importante en la Independencia de Estados Unidos, para quien, dada la decadencia de Europa, era Estados Unidos el lugar donde debía culminar la civilización occidental. Aunque el inglés Samuel Johnson se mofara de esas pretensiones al afirmar: “¿Cómo es posible que los negreros se desgañiten por la libertad?”. Igual, hasta la arquitectura del Capitolio buscaría ser un monumento grecorromano. África también aparece, por cuanto debió atravesar por tomas de posición al respecto y ser más o menos occidental, por convicción o conveniencia.
La tesis de Mac Sweeney apunta a que los imperios europeos necesitaban un relato que los sustentara: blanco, europeo y cristiano, el que recién a fines del siglo XVII habría alcanzado plena coherencia, con una geografía propia: Europa, luego de desprenderse de los orígenes culturales africanos –Egipto– o asiáticos.
El recorrido de tantos siglos –incluso se refiere a los seguidores de Trump, los asaltantes del Capitolio que se decían defensores de los valores occidentales, algunos con atuendos o letreros griegos y romanos– es un esfuerzo enorme por parte de la autora. Hay algo, como un rumor de fondo permanente, un despliegue de representaciones que constituye, de alguna manera, una historia de ciertas ideas que, poderosas, han seducido a culturas muy distintas. Aquí, más relacionadas de lo que se cree.
Mac Sweeney, Naoíse. Occidente. Una nueva historia de una vieja idea. Paidós Contextos. 2023.