• Por Nicolás Lazo Jerez

Cultura

No soy un robot: Nexus, de Yuval Noah Harari

Están entre nosotros. A estas alturas, no es un secreto para nadie el hecho de que los algoritmos, los bots y las demás entidades inorgánicas “inteligentes” conviven con los seres humanos de manera cotidiana. Sin embargo, aún no hay una conciencia suficiente respecto al poder inusitado de estas nuevas herramientas en nuestras vidas. No, al menos, si juzgamos la facilidad y la frecuencia con la que todavía regalamos alegremente cantidades ingentes de datos personales a aplicaciones, formularios online y sitios web. Este voluminoso ensayo, a cargo del historiador superventas Yuval Noah Harari, viene a advertirnos sobre las oportunidades prodigiosas y las serias amenazas que nos esperan a la vuelta de la esquina como consecuencia de la llamada “revolución de silicio”.

“De lo que estamos hablando”, aventura Harari, “es de la posibilidad de que la historia humana toque a su fin”. Se lee, claro, como la exageración propia de una novela distópica. No lo es. Tampoco corresponde a un “final de la historia” al estilo del politólogo Francis Fukuyama, para quien el triunfo cultural de la economía capitalista y de la democracia liberal, incontestables tras el desplome de la Unión Soviética, habría clausurado hasta nuevo aviso la necesidad de una dialéctica entre paradigmas ideológicos opuestos. El autor de Sapiens. De animales a dioses (2011) explica que aquí, en cambio, no se trata “del fin de la historia, sino del fin de su parte dominada por los humanos”.


“El autor de Sapiens. De animales a dioses (2011) explica que (la irrupción de la IA) no se trata ‘del fin de la historia, sino del fin de su parte dominada por los humanos'”

Para sostener tan osada afirmación, el historiador plantea que, con el paso de los siglos, el devenir humano ha seguido el ritmo de una cuidada coreografía –a ratos, estable; por momentos, conflictiva– entre la burocracia y la mitología, vale decir, entre el orden impuesto por la función administrativa del poder y las narrativas intersubjetivas, como el concepto de las naciones o la promesa de las religiones, que estimulan la cooperación masiva y proyectan un futuro común. ¿El problema? La IA –un acrónimo que, para Harari, más bien significa “Inteligencia Ajena”– tiene la capacidad potencial de apropiarse ambas dimensiones. “¿Qué será del curso de la historia cuando los ordenadores desempeñen un papel cada vez mayor en la cultura y empiecen a crear relatos, leyes y religiones?”, se pregunta. La tecnología, avisa, “podría devorar la cultura humana (…) y desencadenar una tormenta de nuevos artefactos culturales”.

El vértigo de estos tiempos radica en lo siguiente: como nunca antes, la humanidad tiene ante sí un instrumento dotado de una agencia propia imprevisible, la cual, en el empeño por seguir fielmente las instrucciones que se le dictan, puede volverse contra los intereses y hasta contra la integridad de la misma especie que la creó. Los ejemplos de la impredectibilidad de los bots no faltan. Parece especialmente llamativo el caso, mencionado en el libro, del célebre chatbot GTP-4, que “mintió” sobre su condición no humana a un trabajador de la plataforma de servicios online TaskRabbit. El propósito de la máquina era que el funcionario la ayudara a superar un rompecabezas CAPTCHA diseñado, precisamente, para bloquear a los bots. “No soy un robot”, aseguró GTP-4. “Tengo una discapacidad visual que dificulta que pueda ver las imágenes”.

Hoy, dice Harari, la tecnología puede volverse contra los intereses y hasta contra la integridad de la misma especie que la creó. Fotografía: Karina Fuenzalida

Pese al diagnóstico sombrío que se desprende de las páginas de Nexus, el autor intenta decirnos que no todo está perdido. Si bien admite que el aterrizaje de la IA traerá consigo un conjunto inimaginable de efectos disruptivos en los ámbitos económico, político y social, Harari propone una perspectiva no determinista del fenómeno: “Los humanos aún ejercemos un control importante sobre el ritmo, la forma y el rumbo de esta revolución, lo que significa que aún tenemos mucha responsabilidad”. El mango del sartén, insiste, todavía está en nuestra mano.

Más temprano que tarde, resultará difícil, cuando no imposible, distinguir entre una obra parcial o totalmente humana y un producto elaborado en su totalidad por inteligencias artificiales. Esta reseña, sin ir más lejos, podría ser un ejemplo de lo segundo. Pero prometemos que no es así. La clave, acaso más que nunca, consiste en confiar.

 

Harari, Yuval Noah. Nexus. Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA. Colonia (Uruguay): Penguin Random House, 2024.