• Revista Nº 169
  • Por Ana Callejas

Dossier

Del activismo a la institucionalidad: democracia chilena en transformación

Desde la llegada de la Transición, la ciudadanía fue lentamente encontrando espacios de incidencia y liderazgo. Con más voces y causas presionando a un sistema político que aún seguía en la lógica partidista del siglo XX, el cambio de milenio traería un punto de inflexión denominado por algunos como “estallido social”. Hoy, ante una crisis global de confianza en las instituciones, Chile optó por enfrentar esa fragmentación interna de la forma más institucional: con una posible nueva Carta Magna. ¿Cómo puede convivir, entonces, aquel modelo clásico de partidos políticos con este renovado activismo representado en diversos movimientos sociales? Aquí una reflexión desde quienes han levantado causas como el regionalismo, el animalismo y la fundación de nuevos partidos que entiendan a este nuevo país.


FRANCISCO GATICA / REGIONALISTA, CORBIOBÍO “Hubo temor a enfrentar la diversidad”

“El movimiento regionalista es bastante antiguo. En el caso de Corbiobío, Claudio Lapostol lo creó en la década de los 80. Es un ámbito que ya se venía levantando desde hace años, no solo como un movimiento social, sino que desde el mundo intelectual y académico. Hoy es una causa bastante transversal a nivel país, con un discurso mucho más estructurado y con una cierta madurez. En sus comienzos, los regionalistas tenían un eslogan: ‘O Chile es un país descentralizado o no va a ser desarrollado’. Para este movimiento, estamos en un momento expectante. Hemos tenido leyes de fortalecimiento de las regiones que nos han permitido elegir a un gobernador, y ahora en la Constituyente se está hablando mucho más de un Estado regional. Por lo tanto, creo que se ve de forma optimista el escenario que se está dando. Queremos descentralizar el Estado y el ámbito privado. Que aumenten los espacios de inversión regional, que nuestras gobernanzas tengan mayores atribuciones. El centralismo es igual que un holograma, con sus diferentes capas, donde finalmente lo que está es la desconfianza del otro y los desequilibrios políticos. Hay muchos referentes a niveles internacionales que demuestran que la descentralización da pie a mayor desarrollo territorial y a mayor equidad.

El centralismo también estaba en los partidos políticos tradicionales, donde muchas veces desde Santiago llegaban las instrucciones de qué candidato elegir. Eso fue generando un debilitamiento de los partidos políticos a nivel regional. Con esta lógica de los 90 y la democracia de los consensos, los partidos evitaban el conflicto. La controversia es sana y hubo temor a enfrentar la diversidad. Lo que entró en crisis fue cómo responder a una sociedad más empoderada y tener gobernabilidad. Pero este mismo sistema político fue capaz de ponerse de acuerdo en un derrotero, como el proceso constituyente.

En los próximos diez años creo que vamos a tener un reordenamiento de los partidos, una crisis estructural larga y movimientos sociales que se van a ir institucionalizando mucho más, hasta que esto se estabilice. Es lo que propone Manuel Castells en su hipótesis del caos: este proceso de nuevo orden se va a demorar, pero finalmente va a tomar su carril”.


HERNÁN LARRAÍN MATTE, CONVENCIONAL CONSTITUYENTE, PARTIDO EVÓPOLI “No existe la democracia sin partidos políticos fuertes”

“Si bien soy parte de una familia política, decidí acercarme a esta vocación, primero, desde un lado más académico. Estudié Ciencia Política, después Políticas Públicas fuera de Chile y tomé un rol de asesor. Eso me llevó a trabajar en el segundo piso del primer gobierno de Sebastián Piñera. Cuando ocurrió el movimiento estudiantil de 2011 fuimos muchos los que vimos una centroderecha sin las herramientas para comprender ese complejo momento político y social, donde no era tan nítido cuál era el proyecto que se tenía para el Chile postransición. Desde un sector sentimos que había un vacío para una generación, en la que la centroderecha carecía de un proyecto político de futuro, y eso nos llevó a un movimiento que terminó siendo el partido Evópoli. Buscamos una centroderecha reformista, que crea en los cambios y en la justicia ambiental y que tenga un sentido liberal social. No cabe duda de que el sistema de partidos en Chile tiene una crisis que se llama “representación”. Por eso emergen nuevas figuras, partidos, movimientos y plataformas. Hay una necesaria renovación de líderes, donde tenemos que encontrar a un grupo de hombres y mujeres, de regiones, con diversidad social, del mundo del emprendimiento, para poder enfrentar a este Chile que llegó.

Evópoli siempre ha tenido la convicción de que el país necesita una nueva Constitución. Hoy estamos mirando de manera muy crítica el proceso, pero tenemos conciencia de que Chile sí tiene que avanzar en un nuevo pacto político. Con esta fragmentación del sistema político, se hace compleja esa discusión. Se atomiza el proceso y se hace difícil generar grandes consensos. El diálogo, la apertura y la capacidad de tender puentes es fundamental y hace la diferencia en tiempos de polarización. Hoy la palabra “acuerdos”, antes mal vista, retoma un valor, y espero que haya una madurez rápida sobre eso, porque no existe la democracia sin partidos políticos fuertes. Algunos están buscando borrar esta distinción entre movimientos y partidos y eso es un error. Son los partidos los que tendrán que adaptarse y tener la capacidad de identificar los mensajes tras los movimientos sociales y buscar en ellos líderes potentes. Veo un desarrollo complementario, donde claramente son los partidos quienes tienen el mayor desafío de recuperar la capacidad de representar a la sociedad”.


JUAN PAILLAFIL / INDEPENDIENTE, ASOCIACIÓN DE ALCALDES MAPUCHES “Los cambios no se producen de la noche a la mañana”

“Nací en una zona con muchas necesidades: aislamiento, poca información, pobreza. Muchas veces observamos que en esos entornos tan necesitados no hay gente con la preparación ni la personalidad para plantear sus inquietudes. Gracias a Dios, mis padres me pudieron educar, tuve la oportunidad de estudiar en la Universidad de La Frontera. En Puerto Saavedra los alcaldes no eran profesionales hasta los años 90. En general, siendo esta una comuna con más del 80% de su población mapuche, los alcaldes eran personas de otra etnia: gobernaba la minoría. Esto porque los mapuches no estábamos preparados, había una alta tasa de analfabetismo y había mucha discriminación. Con la vuelta de la democracia se fue avanzando en revertir eso y surgieron más espacios de participación. Apoyado por el movimiento mapuche, decidí ser candidato a alcalde, siempre como independiente. Los independientes surgen producto de que se abusó mucho del partidismo. Una vez un partido X me llamó para ser su candidato, pero si yo ganaba ellos ponían al secretario, administrador, todo el personal, así que les pregunté: ‘Entonces, ¿quién va a ser el alcalde, yo o el partido?’. Ese tipo de prácticas me chocaron. Hoy he vuelto a ganar por un tercer periodo y no veo a los partidos como algo indispensable: lo que importa es la consecuencia, el trabajo y saber que no es tan fácil estar en la galería gritando como estar tú a cargo. La gente ahora está más empoderada, pero tiene que entender que los cambios no se producen de la noche a la mañana. Con transparencia se pueden ir logrando cosas. La gente valoró que yo no fuera populista. Cuando hay un diálogo franco, va produciéndose una mejor convivencia y un respeto de ambas partes.

Desde los pueblos originarios hay quienes ya no creen en el sistema, porque durante muchos años no han sido considerados. Hay que ver cómo incorporarlos y separar la delincuencia de las justas reivindicaciones. Si hay una voluntad política y empresarial, se va a ir convenciendo a parte de esa gente desencantada, va a entenderse que el diálogo es la mejor forma y que la violencia solo trae más violencia. Hay quienes hemos buscado la institucionalidad y tratar de cambiar las cosas desde adentro. En estos nuevos movimientos sociales veo más conciencia de que hay que integrar a los pueblos y no seguir marginándoles”.


CONSTANZA SCHÖNHAUT / CONVENCIONAL CONSTITUYENTE, FRENTE AMPLIO “No nos sentíamos representados” 

“Creo que el diálogo es uno de los remedios fundamentales para la crisis en la que estamos. Lo complejo es saber cómo lograrlo ahora que hay tanta desconfianza. Llegó un punto en que la política se volvió inútil para la gente. Entonces nació esta sensación de romper con las lógicas tradicionales. No hay un solo camino que subsane ese descontento social, por lo que hay que diversificar las formas en que hoy se hace política e intentar reconstruir esas confianzas. En mi caso, la política nunca estuvo presente en mi familia. En la universidad empecé a hablar sobre el país que tenemos y el que me gustaría. Soy parte de una generación huérfana, en la que no nos sentíamos representados desde los partidos tradicionales y que fuimos construyendo, de a poco, espacios de reflexión, articulación y acción política, evolucionando al calor de los movimientos sociales, y terminamos dando un salto hacia la institucionalidad con miras a una autorrepresentación. La idea era no seguir demandándole a otros, sino encarnar nosotros mismos estas percepciones por las que habíamos marchado tanto tiempo.

Eso concluye con la creación del Frente Amplio. Nuestra lucha estaba en la educación, pero decidimos salir de ese nicho para pensar en un proyecto país y convocar a la ciudadanía. Se inició un camino que nos tiene hoy siendo la coalición que está en el Gobierno y que quiere construir esperanza. Es un tránsito en el que todavía estamos, que es un poco vertiginoso, pero creo en nuestra trayectoria de construir confianza y sentido histórico. Uno de los problemas que nosotros identificamos dentro de la crisis política e institucional que vive Chile es la falta de política colectiva, no individual ni populista. Siempre hemos querido socializar lo político y politizar la social, que pasemos del activismo parcial hacia la incorporación de un proyecto país. Hay que hacer que la política se sienta útil para la mayoría de las personas, no para una élite. Este momento requiere encontrarnos. Se trata de ver la reivindicación de la política como una acción colectiva. Eso es lo que ayudará a reconstruir el sentido democrático y la confianza”.


ARIADNA BEROIZ / ANIMALISTA, FUNDACIÓN DERECHO Y DEFENSA ANIMAL “Los animales nunca han sido prioridad”

“Me crié en el campo con mis abuelos, en Las Salinas de Santo Domingo, donde teníamos gallinas, vacas y ovejas, pero no era una producción grande. Ellos fueron muy sabios en transmitirme cómo acercarme a los animales, a mi tata no le gustaba estar en los momentos en que se mataba a un animal. Desde ahí tuve una semilla de ese cuestionamiento, de que algo no estaba bien en este ámbito. El activismo tiene un prejuicio que se establece con comentarios como ‘se la pasan en las calles’. Pero hay un deber de demostrar que el activismo tiene un objetivo, porque desde la calle suceden cambios importantes en la sociedad. Cuando entré a Derecho en la U. de Chile, empecé a ver que podría tener herramientas para hacer algo por los animales. Comencé a ser vegana y con unas compañeras creamos la Fundación Derecho y Defensa Animal. Investigamos referencias externas sobre cómo se aborda el derecho animal internacionalmente y tuvimos reacciones de profesores que no entendían esta nueva área. Pero fuimos profesionalizando esta práctica, queríamos que esto fuera una disciplina digna de estudio académico. Hoy trabajamos con un área jurídica, académica y legislativa. Países como Alemania incorporaron a su Constitución un artículo que señala que el Estado protegerá los fundamentos naturales de la vida y los animales. Antes de eso los animales no tenían un rango de importancia constitucional, y ahora se dejó atrás esa tradición romana de verlos como cosas, bienes o muebles. El actual proceso constituyente nos trajo una oportunidad tremenda. Hicimos un informe de incidencia para acercarnos a los constituyentes y explicarles que esto no era una idea loca, que se ha hecho en otros países de manera seria y que los efectos no son los temidos o ridiculizados: las vacas no van a poder votar. La política tradicional no tenía conexión con eso, para nosotros era más complejo que para otras causas, porque los animales nunca han sido prioridad, y no sé si ese acercamiento habría sido posible sin este nuevo momento en nuestra democracia, con más diálogo entre movimientos sociales y partidos políticos. Actualmente, nosotros ingresamos un proyecto de norma, otras organizaciones animalistas también y ninguna quedó exactamente con su narración original. El artículo que quedó para los animales no humanos como sujetos de especial protección en la Constitución fue una norma de consenso. Si hay algo que ha demostrado todo esto es que no se puede hacer política sin oír a los movimientos sociales”.


JAIME PARADA / HISTORIADOR, ACTIVISTA LGBTQ+ “Estamos en un momento de repolitización”

“Entré en el movimiento de diversidad sexual y de género en un momento en que estaba teniendo un gran impulso. Los tiempos mundiales apuntaban a eso y el matrimonio igualitario fue parte de campañas políticas como las de Obama. En Chile eso se aceleró también con el asesinato de Daniel Zamudio y la aprobación de la Ley Antidiscriminación. Las consecuencias de ese homicidio aceleraron el proceso. De alguna forma, esto que era un movimiento por la visibilidad y dignificación se transformó en uno con mayor capacidad de incidencia. Las disidencias sexuales comenzaron a enrostrarle a la clase política que ellos eran responsables de estos sucesos. Desde ahí hubo un paso natural a pensar en ser nosotros mismos agentes políticos. En mi caso, tuve una visibilidad previa a las elecciones municipales de 2012 y me convertí en el primer hombre gay elegido en un cargo de decisión popular en Chile. Se produjeron modificaciones en el sistema social y político que permitieron eso, y los tiempos nos fueron empujando a todos hacia este lugar más político. Hace diez años ya se notaba la fragmentación de la política tradicional y ese despertar de la ciudadanía que estuvo muy dormida en los años 90. Empiezas a ver movimientos por el agua o contra las AFP. Somos todos herederos de una mezcla de desafección por la clase política, reformulación de las maneras de hacer política y de la capacidad de los movimientos para entender que desde el costado no se podía tener tanta incidencia en los cambios. La gente comenzó a votar más por causas que por partidos: la de la diversidad sexual se volvió más transversal en la izquierda, centro y derecha. En la democracia actual están conviviendo dos formas políticas, una tradicional que cree que se sigue en la lógica de los partidos rígidos del siglo XX y, por otro lado, un movimiento social emergente que tiene características muy distintas a esos grandes sistemas ideológicos. Los unos se resisten a los otros, pero están compartiendo el mismo ciclo y no armónicamente. Como historiador es bien difícil entender el sentido de los cambios mientras están ocurriendo. Por el momento no sé si la solución es reforzar los partidos o hacer que entren de manera institucional los movimientos sociales. No sé si una Constitución sirva para reencontrarse, pero sí creo que eso funcionará para mejorar la práctica política: refrescar a los partidos y que los movimientos sociales tengan una mayor capacidad de articulación, con liderazgos que se sienten a conversar. Lo que sí sé es que estamos en un momento de repolitización y eso es bueno”.