portada primera revista universitaria
  • Revista Nº 148
  • Por Ignacio Sánchez Díaz

Dossier

En busca de la confianza

“Volver a confiar” es el llamado con que nos interpela el dossier de este nuevo número de Revista Universitaria. Se trata de un tema central para toda sociedad porque, como ha observado la Sociología, la confianza es el elemento que sostiene las relaciones entre las personas, y entre estas y las instituciones. En Chile y a nivel mundial, la desconfianza ha crecido de manera sostenida en los últimos años. En muchos países, los ámbitos más diversos de la actividad y del pensamiento humano están en entredicho, la fe en las instituciones se ha debilitado y los escépticos no ven señales de recuperación en el corto o mediano plazo.

Sin embargo, a pesar de sus debilidades y, en medio de la incertidumbre, en todas las épocas nuestra especie se ha caracterizado por atreverse a avanzar en aras de la construcción de un mundo mejor. ¿Qué nos falta entonces? O dicho en otras palabras, ¿qué nos hace estar y sentirnos en falta? La respuesta está en el origen mismo de esta palabra que es clave para no continuar avanzando en el camino hacia el marasmo de la desafección personal o social: con-fianza, con fe, vale decir, sin la seguridad plena de que en algún momento aparecerán visionarios, emprendedores, descubridores o líderes capaces de dar un paso más adelante y restituir lo perdido.


A la luz de los estudios pertinentes y de las realidades que confrontamos cotidianamente en torno al fenómeno de la pérdida de confianza, parece indispensable e ineludible asumir el desafío porque, asediadas por las noticias falsas y las posverdades, incluso las comunicaciones se han vuelto objeto de suspicacia.

En este número, los autores señalan que hay una enorme tarea por delante. Esto debido a la multiplicidad de definiciones o puntos de vista que alberga la palabra “confianza” y el desequilibrio de percepciones –que revelan los sondeos– que existe entre la confianza que mostramos a nivel personal o individual, y la que entregamos a las instituciones en abstracto (por ejemplo, “desconfío de la banca, pero confío en mi banco”).Por eso, este atributo necesita de verdaderos pioneros o constructores que den el primer paso, que tiendan puentes hacia el otro lado del río, pues alguien debe comenzar o por algo debemos comenzar. Y por supuesto, no podemos quedarnos a la espera, tenemos que emprender acciones para recuperar las confianzas, para hacernos merecedores de ellas.

En su venida a Chile este verano, el Papa Francisco nos mostraba un camino: “¡Sembrar la paz a
golpe de proximidad, de vecindad!”. A la luz de los estudios pertinentes y de las realidades que confrontamos cotidianamente en torno al fenómeno de la pérdida de este valor, parece indispensable e ineludible asumir el desafío porque, asediadas por las noticias falsas y las posverdades, incluso las comunicaciones se han vuelto objeto de suspicacia. No obstante, esta compleja situación constituye al mismo tiempo un factor que, propiciamente, nos lleva a aquello fundamental que enfatizó con gran vigor y convicción el Santo Padre en enero: la importancia del cara a cara, de la cercanía, del trato directo y sin intermediarios ni tecnologías entre las personas, de tal modo que el medio no sea el mensaje. El mensaje es siempre el ser humano y su (a)ventura en este mundo.

En épocas inciertas como las que vivimos, es preciso que la confianza vuelva a ocupar el rol central que, entre otras cosas, permitió la formación de nuestras sociedades con grados tales de cohesión que las proyectó en el tiempo. Ya adentrados en plenitud en el siglo XXI, con más y mejor infraestructura, gadgets y plataformas de comunicación que nunca antes en la historia, además de reafirmar urgentemente nuestros estándares éticos, pareciera que tendremos que volver a conocernos frente a frente como un factor insoslayable para la reconstrucción de la confianza perdida.

 

IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ
Rector