• Revista Nº 157
  • Por Felipe Martínez
  • Infografía Víctor Martínez

Dossier

Evolución humana: una travesía a nuestros orígenes

Es probable que nunca conozcamos toda la historia tal como sucedió, pero la curiosidad científica ha permitido entender algunos patrones generales de nuestro desarrollo. Millones de años de transformaciones mínimas nos han permitido llegar hasta lo que somos.

¿Cómo llegamos a ser lo que somos? Prácticamente todas las culturas tienen algún relato sobre sus orígenes. Desde Charles Darwin, las ciencias antropológicas y biológicas han desarrollado una narrativa que reúne evidencia contundente sobre nuestra evolución.  El ser humano –al igual que todas las especies– es el resultado de un proceso de millones de años de acumulación de cambios infinitesimales, generación tras generación, combinando la acción de fuerzas evolutivas y eventos históricos particulares. Es probable que nunca conozcamos toda la historia tal como sucedió, pero la curiosidad científica ha permitido entender algunos patrones generales de nuestro desarrollo. Hoy comprendemos bastante con relación a lo que sabía el mismo Darwin.

Los datos genéticos sugieren que el linaje humano deriva de un ancestro en común con el linaje del chimpancé hace unos siete a cinco millones de años (Ma), aunque otras estimaciones genéticas proponen que la divergencia pudo ocurrir antes, entre trece y siete Ma atrás. Este es uno de los periodos con menos información. Apenas contamos con restos de tres candidatos fósiles para ser miembros tempranos de nuestro linaje hominino: Sahelanthropus tchadensis, Orrorin tugenensis y Ardipithecus kadabba. Los tres presentan rasgos que podrían indicar signos tempranos de caminar en dos pies (bipedia) y canino pequeño, dos características que definen nuestro linaje.

 

En sedimentos que datan 4,4 Ma en Etiopía se encuentra Ardipithecus ramidus. Su registro paleontológico es más completo: vivía en un ambiente restringido de tipo boscoso. Entre cuatro y tres Ma atrás, los homininos amplían su hábitat a lugares abiertos (pastizales boscosos). Es cuando se diversifica el género Australopithecus. Entre ellos, Lucy (Au. afarensis) muestra claros signos de bipedia y retenciones arbóreas en el hombro para trepar. Probablemente utiliza algunas herramientas de piedra desde 3,3 Ma. Sin embargo, es nuestro género el cual se especializa en el uso de herramientas.

El género Homo se origina a partir de alguna de las especies Australopitecinas gráciles entre tres y dos Ma atrás. Hace 1,9 Ma cohabitan a orillas del Lago Turkana, en Kenia, cuatro especies homininas: tres Homo (H. habilis, H. rudolfensis y H. ergaster) y un Paranthropus (P. boisei). En los siguientes 2 Ma, Homo expande su rango geográfico (siendo H. erectus el primer hominino en salir de África). Las especies Homo aumentan paulatinamente su volumen cerebral, utilizan herramientas cada vez más elaboradas y desarrollan la plasticidad cultural y cooperación social que le permiten a H. sapiens expandirse hacia diversos hábitats.