Política estudiantil: Desde la universidad hacia la sociedad
Cuatro exalumnos de la UC, de diferentes generaciones, rememoran la época (y la épica) en que se sumergieron de lleno en política universitaria. ¿El resultado? Surgieron partidos, nacieron nuevos e insospechados liderazgos, y cuajó más de algún romance. Esta es la prehistoria de la UDI, la DC, el MAPU y RD, contada por sus protagonistas.
Sonríen. José Antonio, Andrés, Claudio y Noam sonríen al recordar sus años como dirigentes estudiantiles en la Universidad Católica. Para todos –más allá de sus evidentes contrastes políticos– fue una etapa inolvidable, que atesoran con especial cariño: meses intensos, de muchas reuniones, lecturas, debate y manifestaciones. Cada uno en una década distinta, en un Chile diferente, con planes y propósitos muy diversos.
Cuatro exalumnos de la UC, “pesos pesados” de la escena política nacional, rememoran para Revista Universitaria cómo fueron aquellos primeros pasos. ¿Qué los hizo ingresar en política universitaria?, ¿qué expectativas tenían… y qué consiguieron finalmente?, ¿qué influencias recibieron? En definitiva: ¿Cómo se funda un partido cuando eres todavía un veinteañero?
José Antonio Viera-Gallo, quien más tarde sería diputado, senador, ministro y embajador, tenía solo 17 años cuando entró a estudiar Derecho, en 1961. Su ingreso a la política, recuerda, fue a través de “grupos de reflexión y de acción, en torno a la comunidad cristiana. Nos juntábamos en el patio de la Virgen de la misma Casa Central, en la casa de alguno de nosotros o en la Parroquia Universitaria que estaba en calle Villavicencio (…). Y si bien yo no pertenecí a la Democracia Cristiana, participé con mucho entusiasmo de la campaña presidencial de Frei, el año 64. Salíamos de noche a pegar afiches. Y luego ya egresado seguí trabajando en la UC, como ayudante de don Carlos Domínguez, profesor de Filosofía del Derecho. En esos años vino la toma (agosto del 67), que yo apoyé, y después nos metimos directamente a trabajar en la reforma universitaria”.
En esa época, asegura Viera-Gallo, la Facultad de Derecho “tenía poco de universidad (…). El ambiente no era pluralista ni estimulaba mucho el compromiso social”.
Eran los años en que Miguel Ángel Solar, estudiante de Medicina y presidente de la FEUC, lideraba las movilizaciones. “En ese momento confluía gente de la DC e independiente de izquierda. Ese grupo se dividió después entre la DC propiamente tal y el resto. Y ese resto es lo que derivó finalmente en el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), el año 69 (…). Era un periodo de gran efervescencia social, había mucho debate”.
El profesor brasilero Ernani Maria Fiori –con quien Viera-Gallo trabajó codo a codo– “fue uno de quienes forjó el espíritu de la reforma en la UC. Él acuñó la frase ‘la universidad: conciencia crítica de la sociedad’. Gracias a él, entre otros cambios, comenzó la posibilidad de poder tomar ramos de otras carreras, algo muy normal hoy pero que antes era impensado”, cuenta.
“Yo era buen alumno”, dice Viera-Gallo, “aunque no era el que tenía las mejores notas o de los que sacaban premios. Pero nunca salí mal en un ramo. No imaginaba mi vida trabajando como abogado, tramitando en tribunales, yendo a buscar timbres a juzgados… entonces al egresar andaba medio perdido. Recuerdo que la tesis que hice no tenía mucha relación con el Derecho, más bien se refería a mis intereses políticos”.
En el ambiente universitario en la UC, además, se empezaban a romper algunos tabúes: “como que una compañera quedara embarazada sin estar casada. Era un poco escandaloso, pero ya se comenzaba a aceptar. La revolución hippie también hizo lo suyo y una ola de libertad sexual llegó a Chile, aunque en nuestro caso muy filtrada por la moral en la UC… pero algo llegó. Vivimos, por ejemplo, las crisis de algunos curas que trabajaban con nosotros y que se enamoraban de alguna compañera, se salían (del sacerdocio) y se casaban”, afirma.
“La formación del MAPU como partido surgió como una suerte de convergencia, más o menos conflictiva, entre el cristianismo y el pensamiento de Marx. Eso estaba muy latente, queríamos que la universidad contribuyera de una manera más clara con un proceso de cambio social profundo (…). Compartíamos textos con otros compañeros, como Manuel Antonio Garretón, de Sociología. Estábamos en la búsqueda de algo nuevo, había una inquietud intelectual muy grande. Sentíamos que estábamos haciendo algo importante. Podíamos cambiar el mundo entero desde la universidad. Teníamos motivos para luchar”.
LA INFLUENCIA DE UN PROFESOR
Fue en 1974 cuando Andrés Chadwick entró a estudiar Derecho. El país recién empezaba a vivir bajo la dictadura y él era un simpatizante más del MAPU: “Me resultaba muy atractiva la confluencia de una mirada cristiana que conectaba con un mundo social”. Al poco tiempo, sin embargo, y todavía en primer año, conoció a un profesor que le cambiaría radicalmente la manera de ver las cosas: “Jaime Guzmán tuvo una tremenda influencia en muchos de nosotros, formamos un vínculo de amistad muy grande. Él era tremendamente inteligente, abierto e inspirador. Fue a través suyo que conectamos con el Movimiento Gremial”.
Sobre las primeras reuniones políticas cuenta: “Teníamos un grupo de estudio con Juan Antonio Coloma, Luis Hermosilla y José Miguel Olivares (…). Éramos buenos alumnos y comenzamos a tener más contacto con Jaime, a conversar, a hacer juntas informales, nos reuníamos en su departamento de calle Galvarino Gallardo, donde se comía muy bien. Él preparaba todo y también había trago o cerveza. No hablábamos solo de política. Teníamos 19 años y ya queríamos comernos el mundo”.
Fue en cuarto año de su carrera que Chadwick habló con Guzmán: “Le dije que ya no tenía grandes diferencias con él y que no quería mantenerme al margen. No tenía complejos”. Esa conversación en el campus Oriente fue la chispa inicial de su extensa trayectoria política, que lo llevó primero a ser presidente del Movimiento Gremial en 1977 y luego presidente de la FEUC el 79. “Recorríamos los campus, sala por sala, convocando, invitando a participar. Queríamos que la institucionalidad de la FEUC fuese democrática, con participación de todos los alumnos”, explica.
En esa época, rememora con nostalgia el ahora exministro de Interior, tomaba su bicicleta y se iba pedaleando desde su casa a una editorial que funcionaba en calle Suecia, en Providencia. Ahí, en un subterráneo alquilado por Guzmán, se reunía la juventud gremialista para tener charlas de formación. Años más tarde esa casona se convertiría en la sede de la Unión Demócrata Independiente (UDI).
La política universitaria en la década del 70 “se movía en un contexto más interno”, apunta Chadwick. “Se organizaba la semana universitaria, trabajos sociales, de invierno y verano, fomentábamos el compromiso comunitario (…). La actividad política estaba demasiado restringida y era riesgosa para mucha gente, por eso se manifestaba de maneras subterráneas”. En ese sentido, añade, “me hubiese encantado estudiar en otra época, porque es mucho más atractivo hacer política universitaria en democracia que en un gobierno militar, que te deja un margen muy estrecho”.
Fundamental en esa etapa formativa fue el “folleto naranja” –un documento redactado por Guzmán titulado “El gremialismo y su postura universitaria”–, y que ellos fotocopiaban, leían, estudiaban y repartían: “Contenía la doctrina gremial, explicada con peras y manzanas”.
Entonces, llegó 1980 y Chadwick –recién egresado y recién casado, con apenas 22 años– tomó una decisión que califica como trascendental: “En la Facultad de Derecho me ofrecieron ser profesor media jornada… pero yo tenía la posibilidad de una beca para irme a estudiar a Estados Unidos. Tenía muchas ganas, estaba todo armado para partir, pero con Jaime veníamos conversando hace algún tiempo sobre la opción de construir un movimiento político, hecho y derecho. Y, por lo tanto, me quedé. Empezamos a trabajar con todo para crear algo que fuera generacional, con un verdadero impacto, conectando directamente con el mundo popular y marcando una diferencia con otros movimientos de derecha. Ese trabajo, al poco tiempo, se convirtió en la UDI”. Nacer en un contexto universitario –y en esto VieraGallo coincide con Chadwick– le da a los partidos políticos cierta “consistencia intelectual, porque estás trabajando en algo que has pensado, procesado, algo que has digerido y en lo que verdaderamente crees”, afirma.
EL LEGADO DE UN PADRE
El actual gobernador metropolitano, Claudio Orrego, tiene también mucho que decir sobre política universitaria. Entró a estudiar Derecho en la UC en 1985 y llegó a presidir la FEUC en 1990, un año clave para la democracia en Chile. Otro antecedente, no menor: Claudio Orrego Vicuña, su padre, también había presidido la federación en 1960 y 1962, en los albores de la Democracia Cristiana local.
Así lo recuerda hoy: “Él siempre fue una inspiración para mí (…). Tuve la suerte de conocer a los amigos de mi padre y ellos cuentan que había una mística súper especial, formaban un grupo de la democracia cristiana universitaria muy sólido. Ellos redactaron una famosa carta a los novatos, que fue muy emblemática, que hacía el mismo llamado que hicimos nosotros 30 años después, a romper esta idea de burbuja, de torre de marfil, y meternos en el mundo, para que los alumnos de la UC fuéramos fermento en la masa y así transformar la sociedad. Ellos, por ejemplo, fueron los primeros en llegar con ayuda para los damnificados del terremoto y maremoto de Valdivia, en 1960”.
Su paso por política en la UC, asegura Orrego, “fue una experiencia maravillosa”. Desde primer año, dice, se comprometió políticamente en grupos como el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo: “En segundo año me fui a vivir a la población La Faena, en Peñalolén, donde fui acogido por sus pobladores. En esa época yo era muy religioso, tenía muchos amigos curas, como Mariano Puga. Había una capilla en la casa y siempre estaba muy presente esa predilección de la Iglesia por los pobres, que fue lo que me motivó a tratar de vivir un poquito más coherentemente con ese mensaje evangélico (…). Hoy, quizás, estoy en una etapa menos practicante, más universal o ecuménica, de mucha búsqueda espiritual pero menos religiosa”, confiesa.
Orrego insiste en que él no imaginaba que durante esos años en la UC se fraguaba su propia trayectoria política que lo llevaría a ser alcalde, biministro, intendente y hasta candidato presidencial: “Yo sí sentía que nos estábamos jugando la Historia de Chile, habíamos luchado mucho por el regreso de la democracia y mi generación iba a tener mucho que ver con la idea de hacerlo de manera pacífica, eso era algo en lo que yo creía mucho”. En noviembre de 1989 fue electo presidente de la FEUC, justo un mes antes que Patricio Aylwin ganara las elecciones presidenciales: “Uno de los trofeos que tengo es una carta escrita por el mismo Aylwin en la que dice que mi triunfo era como un anticipo de los anhelos de la juventud para su gobierno”.
Y al año siguiente, rememora, “pasé de ser un dirigente de oposición, de protestar en contra de Pinochet, a tener que pasar a las propuestas. De hecho, publiqué un librito que se llamaba De la protesta a la propuesta, que era un compendio de mis discursos durante ese año como presidente de la FEUC”. Los carretes a los que asistía en esos años, cuenta el gobernador, eran en peñas folclóricas, tomando navegado y comiendo completos: “Era todo muy piola… el vino caliente, en todo caso, era muy curador”.
Respecto de la escasa participación femenina en la política de esa época, Orrego cuenta: “Debe ser signo de los tiempos. Se entendía que la política era una cuestión más bien masculina. En mi lista teníamos una vicepresidenta, Macarena González, pero era una de seis. Había poca participación, salvo a nivel de centro de alumnos, donde efectivamente había más mujeres”.
Desde su fundación en 1938, de hecho, la FEUC ha sido presidida por mujeres en siete oportunidades. La primera en hacerlo fue la gremialista Francisca Correa, en 1996. Más tarde, recién en 2014, la federación quedó en manos de Naschla Aburman, del NAU, movimiento progresista que abrió las puertas para que más mujeres encabezaran la organización.
EL AMOR DE UNA MUJER
Vía zoom desde Londres, donde se encuentra estudiando un doctorado en Métodos de la Investigación Social, Noam Titelman reconstruye la épica que acompañó los años en que pasó por el campus San Joaquín, primero como estudiante de Letras Hispánicas y luego en Ingeniería Comercial: “No era muy activo políticamente en el colegio y mi perfil era más de estudioso, incluso un poco ‘ñoño’”.
Su primer acercamiento, relata, fue trabajando en un preuniversitario popular que tenía la escuela Paulo Freire, una iniciativa del alumnado que se había creado junto a los sindicatos de trabajadores de la UC: “Ahí conocí a otros jóvenes que participaban en política estudiantil, con quienes tuve conversaciones súper interesantes, pero lo que más me marcó fue el estar en unas aulas de clases enormes, con 300 escolares, muchos de ellos más inteligentes que yo… y saber que era bastante probable que ninguno de ellos iba a poder entrar a estudiar a la Católica. Por razones estructurales, ellos tenían esas oportunidades cortadas”. La reflexión de Titelman, entonces, fue que “si bien es muy valioso el aporte de quienes participan en actividades de voluntariado, yo sentí la necesidad de dar un paso hacia la política propiamente tal (…). Aunque todavía no tenía tanta claridad ni dónde ni cómo hacerlo”.
Como estudiante de Letras, Titelman quería que su facultad estuviera más involucrada en las discusiones de política estudiantil. Hacia fines de 2010 le preguntaron si aceptaba postularse para el cargo de delegado Confech. “Un puesto poco apetecido, era como un ‘cacho’, porque consistía en acompañar al presidente de la FEUC a los consejos de la Confederación de Estudiantes de Chile y eso te quitaba tiempo. Pero yo acepté, lo encontraba importante y fui el único candidato, nadie más quiso”. Entonces llegó 2011 y las movilizaciones de universitarios a nivel nacional: “Ese año me tocó participar junto a Giorgio Jackson en todos los consejos Confech. Esos meses fueron para mí como una escuela intensiva de politización”, dice.
Ese emblemático 2011, recuerda, bajó sus notas y hasta reprobó un ramo (Problemas Matemáticos). También debió dejar las ayudantías que hacía para tener más tiempo e ingresó a la Nueva Acción Universitaria (NAU), donde asegura que conoció la política fuera de los muros de la UC: “En otras universidades la política universitaria está más inclinada a la izquierda y en general tiene mucho más desarrollo político-teórico”.
Fue por esas fechas que conoció a Scarlett Mac-Ginty, dirigente estudiantil de la Universidad de Chile, de quien se terminó enamorando: “Nos pusimos a pololear… y después nos casamos”. Además de las reuniones de carácter político, abundaban los carretes: “Pero yo era muy ‘ñoño’, no iba. Y todos los que participamos en política universitaria en 2011 terminamos reventados”, dice Titelman.
Por eso, en 2012, tras ser elegido presidente de la FEUC, decidió congelar su carrera para así dedicarse 100% a su nueva labor. Su par en la Universidad de Chile, liderando la federación de estudiantes, era el actual Presidente de la República, Gabriel Boric: “Nació una muy buena amistad entre nosotros, teníamos ciertas diferencias políticas, pero humanamente hicimos muy buenas ‘migas’”.
Y así comenzó a tomar forma Revolución Democrática (RD), cuyo origen –plantea Titelman– es diferente al de otros partidos políticos que surgieron del movimiento estudiantil: “Esos años nacieron muchos colectivos estudiantiles que después dieron el salto para convertirse en partido, como el caso del partido de Boric (Convergencia Social). Pero con RD pasó algo diferente, porque no es la historia de un movimiento estudiantil que pasa a ser partido, sino que se trata de exdirigentes estudiantiles que forman un partido, siempre pensando en política electoral”.
—¿Sentían el peso de la historia?
—Que si imaginábamos que Boric iba a ser Presidente, la respuesta es no. Pero en 2011 pasaron muchas cosas como para estar seguros de que eran momentos históricos. Como cuando casi un millón de personas coparon el Parque O´Higgins o cuando Camila Vallejo y Giorgio Jackson expusieron ante el Congreso; la marcha de los paraguas; las decenas de portadas de diarios con el tema. ¡El debate FEUC 2012 fue transmitido en vivo por la televisión! Eso era algo inimaginable.
José Antonio Viera-Gallo, Investigador del Centro de Políticas Públicas de la UC, abogado consejero en Estudio Colombara y miembro del directorio de Chile Transparente.
“Yo viví la época del Concilio Vaticano II, de la guerra de Vietnam, de la Revolución Cubana, de los Beatles, era un contexto completamente diferente. Y para nosotros había una idea que era básica: el capitalismo se acababa. Entonces, el problema era cómo construir una sociedad postcapitalista o socialista, que tuviera un rostro más humano y menos soviético. Los jóvenes que hoy están en política son mucho más realistas que nosotros a su edad, por eso les digo que si se van a comprometer, que se comprometan en serio. Y eso supone acción, pero también reflexionar, estudiar y cuestionarse las cosas. No hay receta ideológica del siglo pasado que sirva para lo que estamos enfrentando hoy”.
Andrés Chadwick, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad San Sebastián.
“Les diría que tengan claro que la política es un camino de mucha plenitud. Normalmente se ve como algo de servicio, de sacrificio, de cumplir con la sociedad, y es cierto… pero resulta que eso mismo te puede dar una plenitud profunda y mayor. No hay que tenerle miedo a la política, atrévete a hacer el cambio. Prepárate, no seas uno más. Si te molestan los políticos tradicionales, entonces no seas uno de ellos. Lee, capacítate, comprende, escucha y ábrete a que te puedan convencer, a nuevas ideas. Aprende a dudar”.
Claudio Orrego, Gobernador por la Región Metropolitana.
“A los 20 uno quiere radicalidad y coherencia a ultranza, y con los años uno va buscando más equilibrio y sabiduría. Pura universidad y menesteres estudiantiles nos quitan la perspectiva de nuestra misión como transformadores de la sociedad… Y pura sociedad no solo te quita tiempo para los estudios, sino que también te desconecta de la vida cotidiana de los alumnos. Ese equilibrio es muy importante. Yo aprendí harto del Derecho, pero aprendí más yendo a la cárcel o cuando invitábamos a los dirigentes poblacionales a hablar en la facultad”.
Noam Titelman, Investigador del Centro de Sistemas Públicos de la Universidad de Chile y candidato a doctor por London School of Economics, Londres, Inglaterra.
“Las cosas más importantes que aprendí para la vida, en mi caso, las aprendí haciendo política universitaria. Y sacando adelante las notas. Les diría que le saquen el jugo a la política universitaria, pero que no se olviden de lo importante que es estudiar y aprender, la parte más académica. Hay que encontrar un equilibrio. La política estudiantil es algo apasionante, recomiendo mucho pasar por ella, conocerla. Pero el buen dirigente estudiantil es el que además es un buen estudiante, porque así se gana el respeto de sus compañeros y de los profesores”.