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  • Revista Nº 165
  • Por Ignacio Sánchez Díaz

Editoriales

Ciudades más inclusivas

Hace algunos meses,  TECHO-Chile dio a conocer el Catastro Campamentos 2021 que mostró un importante aumento en el número de familias que viven en campamentos –más de 81.000–. A esta cifra, cara visible del déficit habitacional y del allegamiento, es preciso sumar además la situación de quienes “tienen un techo”, pero en barrios de las periferias urbanas, donde no hay acceso a servicios ni a infraestructura urbana que les aseguren un mínimo de bienestar.

En su encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco nos señala que “el mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad… como comunidad estamos conminados a garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga oportunidades adecuadas a su desarrollo integral” (FT, 118). Sus palabras resuenan fuerte al momento de pensar en la vivienda social.

La dificultad de acceder a una casa en Chile es uno de los problemas sociales al que sucesivos gobiernos han intentado dar solución, sin éxito. La pandemia y las consecuentes restricciones sanitarias de aislamiento y confinamiento expusieron las brechas sociales, una de ellas la desigualdad provocada por una escasa planificación urbana. Durante años, la solución ha estado centrada en la entrega de viviendas –siempre insuficiente– pero en ausencia de un ordenamiento urbano que permita el desarrollo de un proyecto de vida. La deficiente calidad de las casas, así como su localización, la falta de áreas verdes y su preocupante desconexión de los servicios básicos como educación, salud y transporte quedaron al descubierto con la pandemia, evidenciando la urgente necesidad de buscar soluciones.

En este dossier hemos querido abordar esta problemática social, de larga data, desde diferentes miradas y proponiendo soluciones viables que permitan acoger las demandas de vivienda, teniendo en cuenta que, como dice el Papa Francisco en Laudato si’: “La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias” (LS, 152). Sebastián Bowen, sociólogo de la UC y director de Techo y Fundación Vivienda, presenta un artículo en el que, entre otras cosas, define vivienda como un espacio vital, más que un espacio material. La arquitecta de la Universidad Central y magíster en Desarrollo Urbano de la Universidad Católica Loreto Wahr se refiere a algunos ejemplos de buenas prácticas en torno al derecho a un hogar en el mundo; y el capellán general del Hogar de Cristo, padre José Francisco Yuraszeck, aborda el tema desde el llamado del cristianismo a una vivienda digna.

Asimismo, el desafío de la vivienda social es también analizado desde la perspectiva de la economía. Ana Sugranyes, arquitecta y doctora en Políticas Habitacionales de la Corporación Ciudad Común y activista del Colegio de Arquitectos(as), junto a Alfredo Rodríguez, arquitecto y director de SUR, Corporación de Estudios Sociales y Educación, analizan cómo su acceso se piensa desde las inmobiliarias y no desde las personas.

No podía estar ausente en esta discusión la mirada desde el urbanismo. Es así como el director del Instituto de Estudios Urbanos de la UC, Luis Fuentes, nos habla de la necesidad de resignificar el parque habitacional nacional para revertir la situación actual, donde la socialización y el encuentro de las personas en la ciudad sea lo que guíe esta regeneración urbana.

En la construcción de una sociedad más inclusiva tenemos la responsabilidad de hacer de la integración un nuevo factor de desarrollo. Desde la UC queremos ser un aporte real al diseño de ciudades que conecten y relacionen y, como ha dicho el Papa Francisco, “favorezcan el reconocimiento del otro” (LS, 152).