
Luis Slimming: cómo se construye una risa
El humorista cuenta cómo conviven en su mente el profesor de matemáticas y su personaje “Don Comedia”. También relata su proceso creativo, el paso de escribir a contar chistes y la forma en que prueba sus rutinas. El galardonado con el premio Caleuche a Mejor Comediante 2025 piensa que, si bien los límites son importantes, estos existen “para jugar con ellos”.
Generalmente, voy pensando en los chistes más que en la rutina completa, que se va armando a medida de que cada pieza de humor se va organizando en torno a cierta temática. Por ejemplo, si son sobre mi hija, el bloque se torna más familiar. Mi show no tiene un color o una sola línea hasta el final. Se va armando por partes y luego estas las ordeno para armar un relato coherente.
La verdad es que soy bien poco de mirar cosas para inspirarme. Pero me pasa que al ver algún comediante, pienso: “¡Oh! ¡Qué bueno eso que hizo! ¡Qué buena esa temática! ¡Qué ganas de poder abordarlas yo!”.
A veces, soy refome para hacer cosas en el escenario. A diferencia de Kramer, que mete música, soy bien purista, por no decir flojo, y solo me concentro en los chistes.
¿Qué hay del matemático UC?
La gente tiene un concepto equivocado de lo que hace un matemático. Cree que su pega es resolver ecuaciones y memorizar fórmulas. La verdad es que se trata de demostrar cosas. Los chistes también son así. Cuando en ciertas situaciones va saliendo la lógica de lo que uno esperaría que pasara, a veces termina siendo divertido, pero ¿qué pasa si no? Eso me ayuda a armar una rutina.
Con mi señora buscamos series que nos hagan reír, generalmente del tipo de The Office, que juega con la incomodidad. Me hace reír lo desubicado, la confusión, el absurdo.
¿Qué no me da risa? Cuando humillan a la gente que no se lo merece. De chico me gustaban las bromas pesadas, pero con el tiempo dejé de disfrutarlas. Cuando veo que alguien lo está pasando mal.
LA CIENCIA (Y EL FRACASO) DE UN CHISTE
Uno cree que un chiste típico es: “Entra un curaíto a un bar…”; o “se juntan un peruano, un chileno y un argentino…”. Pero, a veces, una buena talla es muy rápida. O puedes decir algo que, aunque conoces la respuesta, al contarlo resulta gracioso. Para mí, es cualquier cosa que busque provocar risa. No siempre lo logra y sigue siendo una broma, solo que fome.
Hubo un tiempo de sobrecorrección política, en el que ciertos temas parecían intocables porque la gente no sabía cómo reaccionar.
DE LAS SOMBRAS AL ESCENARIO
Pareciera que todo pasó en un fin de semana, pero el proceso tomó casi 10 años. Estaba saliendo del aula y quería dedicarme a mi otra pasión: escribir chistes. Quizás, lo que yo pretendía en realidad era contarlos, pero mi miedo al escenario era más fuerte. Entonces, me quedaba cómodo en mi posición de francotirador. Ahí, oculto en la sombra. Después, empecé a agarrar más personalidad. Trabajé en un podcast que me ayudó mucho a soltarme frente a un micrófono, hasta que logré estar frente a un público.
Mientras fui guionista, no hacía stand up. Muchas veces, se me ocurrían rutinas que encajaban mejor con el comediante X y no con el Y. Ahora, los chistes buenos me los guardo para mí.
JUGAR CON EL CONTEXTO
Siempre pruebo mis chistes con mi círculo cercano: mi señora, mis amigos. Si cuento algo y hay un silencio incómodo, sé que ahí está el límite. A veces, las cosas son incómodas por el contexto. Entonces, quizás decir la misma burrada en otro marco es gracioso. Hay que jugar con eso. En lo político, generalmente funciona bien dejar contento a todo el mundo o en la misma proporción de infelicidad. Y, además, mantenerse fiel a lo que uno cree, entendiendo que el sector de uno igual comete errores y que son graciosos. Hubo un tiempo de sobrecorrección política, en el que ciertos temas parecían intocables porque la gente no sabía cómo reaccionar.
Sin embargo, creo que no debemos retroceder en algunos avances. No está bien volver a reírse de los homosexuales o de las mujeres. Eso no significa que no se pueda hablar de esos temas, pero hay que saber hacerlo. La clave es reírse con y no de alguien. Los límites son importantes, porque ayudan a trabajar, pero están ahí para jugar con ellos. Siento que, de alguna manera, dan adrenalina a la temática.
LA LIBERTAD DE INTERNET
Hacer humor en internet es mucho más fácil que en la tele. En el primero, uno responde por uno mismo. En la segunda, tienes que responderles a los auspiciadores, al directorio, al canal. La última prioridad es ser gracioso.
En una plataforma digital, puedes reírte con ganas. Hay humor para todos los gustos. Y si a alguien no le parece, simplemente no lo ve. En la tele, si alguien se ofende, reclama y te bajan el programa. En internet, si una vieja reclama, ¿a quién le reclama?