• Por Pedro Maino

Especial

Pinacotecas: custodios del patrimonio pictórico de Chile

Salvaguardar los tesoros de la pintura es una tarea estratégica y multidisciplinaria que requiere esfuerzos coordinados entre el Estado, las instituciones culturales, los artistas, los académicos y la ciudadanía. Entre los eslabones de esta cadena, las pinacotecas cumplen un rol fundamental: representan un compromiso con la memoria e identidad de Chile.

Las pinacotecas son instituciones culturales fundamentales. Su importancia se puede analizar desde varias perspectivas. Son relevantes para la conservación del patrimonio artístico, ya que preservan y protegen obras de arte de valor histórico, cultural y estético. Sin estas entidades, muchas obras podrían deteriorarse, perderse o destruirse con el tiempo. A lo anterior se suma la entrega de un espacio que es capaz de albergar a los artistas actuales, dándoles visibilidad y legitimidad.

En términos de difusión del conocimiento, actúan como centros educativos, permitiendo que el público general y los especialistas accedan al arte y aprendan sobre diferentes movimientos, estilos, épocas y artistas. A menudo, incluyen material didáctico, visitas guiadas y programas educativos. Además, reflejan la historia y los valores de una sociedad y ayudan a construir una identidad cultural colectiva, mostrando el legado artístico de una nación o región y su evolución a través del tiempo.

(Las pinacotecas) son relevantes para la conservación del patrimonio artístico, ya que preservan y protegen obras de arte de valor histórico, cultural y estético. Sin estas entidades, muchas obras podrían deteriorarse, perderse o destruirse con el tiempo.

Un coleccionista atípico

El tránsito que ha operado históricamente entre colecciones privadas y públicas responde a diversos factores. Con el propósito de evitar la fragmentación de grandes colecciones, las sucesiones deciden darle un destino común, donándolas a instituciones que garanticen su conservación y exhibición.

Otros coleccionistas, conscientes del valor de las obras que han podido reunir, gestionan en vida su entrega, como ocurrió con Julio Vásquez Cortés y la Pinacoteca de la Universidad de Concepción. Descrito como un “coleccionista atípico” por el historiador del arte Pedro Emilio Zamorano, Julio Vásquez Cortés fue un calígrafo del Ministerio de Relaciones Exteriores que reunió más de 500 obras, principalmente de la llamada Generación de 1913. Casado con Rosa Plaza, hermana del pintor Exequiel Plaza, Vásquez Cortés mantuvo una relación muy cercana con todos los artistas de ese grupo.

“Siempre he considerado que este es un tesoro que no me pertenece a mí, sino a todos los chilenos. El que yo accidentalmente en una época haya sido el que las reunió no significa que me pertenezcan. Tampoco es conveniente que las siga teniendo en mi casa (que siempre ha estado abierta a los interesados en verla), pues se corre el riesgo de que en cualquier accidente fortuito pudiera destruirla”, dijo el coleccionista Julio Vásquez Cortés.

“Yo siempre he considerado que este es un tesoro que no me pertenece a mí, sino que a todos los chilenos. El que yo accidentalmente en una época haya sido el que las reunió no significa que me pertenezcan. Tampoco es conveniente que las siga teniendo en mi casa (que siempre ha estado abierta a los interesados en verla), pues se corre el riesgo de que en cualquier accidente fortuito pudiera destruirla”, dijo el coleccionista.

Por esa razón, resolvió ceder su colección a la Universidad de Concepción, a cambio de una pensión vitalicia, lo que se concretó oficialmente el 16 de enero de 1958, a instancias del rector David Stitchkin. La Pinacoteca de la Universidad de Concepción adquirió así una dimensión significativa, convirtiéndose en una de las principales colecciones pictóricas del país. “La cesión a la universidad de la pinacoteca de don Julio Vásquez Cortés es un acontecimiento de incalculables proyecciones. No existe en el Museo Nacional de Bellas Artes, ni en ninguna colección particular, un conjunto más numeroso, más rico y vertebrado de un grupo de pintores afines por la contemporaneidad, y que realizaron sus obras respectivas movidos por un mismo sentimiento bajo circunstancias comunes”, declaró el crítico Antonio Romera a El Mercurio, en 1959.

La programación de la Sala Pinacoteca UC busca relevar la obra de pintores chilenos a partir de exposiciones retrospectivas y colectivas, reuniendo pinturas provenientes principalmente de colecciones privadas.