punta de una pluma para escribir
  • Revista Nº 173
  • Por Natalia Ávila Reyes

Dossier

Reactivar la escritura para reactivar el aprendizaje

La pandemia por el Covid-19 dejó una secuela educativa de importancia. Ha llegado el momento en que como sociedad debemos hacernos cargo de manera integral de estos impactos en el sistema educativo. Para ello, es necesario salir del relato de la “pérdida de aprendizajes”, que pone el foco en resultados medidos con pruebas estandarizadas y puede tener consecuencias negativas al generar el fenómeno de “enseñar para la prueba”. Este hecho empobrece el currículum al otorgar excesiva atención a la adquisición de contenidos antes que a las habilidades que permiten el aprendizaje de estos, es decir, lo que se ha denominado “aprender a aprender”.

La escritura es una de las principales maneras de “aprender a aprender”. Se relaciona con el aprendizaje en niveles muy profundos, incluida la capacidad de adquirir los lenguajes disciplinares y construir conocimiento propio en ciencias, matemáticas, ciencias sociales, artes y cualquiera de las disciplinas del currículo. De ahí que una de las fórmulas más efectivas para reactivar la formación escolar y remontar las brechas dejadas por la pandemia sea reactivar la escritura en toda su amplitud.

Sin embargo, esta es una de las habilidades que más se ha visto afectada por la pandemia. Ello, porque se trata de una habilidad del lenguaje cuyo desarrollo comienza en la educación parvularia, mediante aspectos como el conocimiento de lo impreso y la conciencia fonológica, que se convierten en precursores de la adquisición de la escritura. De modo que la ausencia de esta enseñanza temprana en 2020 y 2021 puede continuar repercutiendo en niños que hoy cursan los primeros niveles de la escolaridad.

Asimismo, es en esa etapa inicial cuando se afianzan las relaciones formales entre las letras y los sonidos y se aprende a codificar, una destreza fundamental para luego crear textos complejos con propósitos comunicativos. De esta forma, los niños que hoy cursan tercero, cuarto o quinto año básico podrían manifestar dificultades para desplegar habilidades de más alto nivel al escribir como, por ejemplo, adaptarse a una audiencia o seleccionar el contenido, porque aún les cuesta automatizar la relación entre sonido y letra.

En el caso de las y los estudiantes mayores, quienes sí adquirieron el código escrito antes de la pandemia, el haber tenido menos oportunidades de escribir durante el segundo ciclo básico y la enseñanza media puede afectar sus habilidades de composición escrita por la falta de práctica, ya que la escritura mejora mientras más oportunidades tengamos de ejercitarla.

Por ello, es preciso redoblar los esfuerzos por crear oportunidades múltiples, variadas y extensas para que las y los estudiantes escriban en la escuela, en todas las disciplinas y con diversos propósitos. El ideal sería abrir tanto las posibilidades, que incluso los textos cotidianos de fuera de la escuela tengan cabida en el aula. Esto implica que las y los estudiantes lo hagan según su nivel, desde frases breves de presentación, mensajes de WhatsApp, respuestas a problemas matemáticos, breves explicaciones científicas, líneas de tiempo y guiones de TikTok hasta columnas de opinión, relatos de experiencias personales, ensayos, informes de lectura e informes de laboratorio, por dar algunos ejemplos.

No obstante, la promoción de la escritura –es decir, la creación de múltiples oportunidades para que los niños escriban en la escuela– debe acompañarse de la enseñanza explícita de los diversos aspectos necesarios para hacerlo, tales como la asociación de letras y sonidos o la estructura de los textos. Adicionalmente, como escuela debemos cambiar el modelo en el que se entregan contenidos que luego se miden en pruebas de pregunta cerrada para pasar a uno en el que las y los estudiantes escriben textos acerca de los contenidos que están aprendiendo, un modelo que potencia el aprendizaje porque se les empodera como constructores de conocimiento. Crear entradas para redes sociales explicando un proceso histórico o científico, elaborar un afiche de prevención de una enfermedad o realizar un folleto en contra de la violencia escolar, son actividades posibles.

Finalmente, vale la pena destacar el poder de la escritura para procesar hechos complejos. Escribir de manera libre para detallar las experiencias de la pandemia, la convivencia en la escuela o los miedos y aprehensiones que se han vivido en estos años también puede convertirse en un apoyo para canalizar la complejidad socioemocional en la que el colegio se ha visto sumido durante los últimos tiempos.