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  • Revista Nº 158
  • Por Ignacio Sánchez Díaz

Especial

Trabajar juntos por la reconstrucción

La pandemia que padece gran parte de las naciones del mundo, que ha tenido y tendrá enormes impactos a todo nivel, desde lo más cotidiano de las personas hasta una recesión económica mundial, nos ha obligado a tomar severas medidas para disminuir sus efectos e intentar detener el número de afectados en nuestro país. Mientras vivimos esta emergencia que desafía a Chile y al planeta, y que nos obligará a reconstruirnos una vez más, no podemos dejar de reaccionar ante el estallido social ocurrido el pasado 18 de octubre, que nos llevó a reflexionar y a replantearnos como sociedad frente a las demandas que se expresaban en las calles.

Hasta entonces, teníamos la percepción de que éramos un país excepcional comparado con otros de la región. En su orden, disciplina y economía era una nación moderna, aunque, ciertamente, con desigualdades e inequidades que corregir. A partir de ese día, el malestar se hizo sentir. Se produjo una crisis institucional y social que dio espacio para que las personas se manifestaran y demostraran sus legítimas demandas.

Lo anterior en forma pacífica, pero también con actos donde la violencia y el vandalismo no estuvieron ausentes.

Las universidades tenemos un rol clave en la forma de plantearnos frente a esta situación, aportando vías de solución a los conflictos y también por medio de la reflexión que nos lleve a presentar propuestas que disminuyan las brechas sociales y respondan a los justos requerimientos de la población.

En este número  de Revista Universitaria hemos querido ofrecer múltiples miradas y reflexiones sobre las distintas aristas de la crisis, compartiendo con ustedes la visión académica desde diferentes disciplinas. Algunas de ellas como la que realiza Francisca Alessandri, del Centro de Políticas Públicas de la UC, sobre la imagen del país exitoso; el rol de la calle en este nuevo orden y los mensajes que allí se expresan, abordado por Milena Grass y otros académicos del Núcleo Milenio Arte Performatividad y Activismo; los profesores Sebastián Claro y Francisco Gallego, del Instituto de Economía de la UC, revisan el modelo económico, el que si bien ha sido exitoso en ciertos ámbitos, sin duda requiere de cambios; la revisión de nuestra carta fundamental, a través del reportaje realizado por Eliana Rozas; o la validez de una manifestación pacífica para generar cambios, según el planteamiento de Mathias Risse, académico de la Universidad de Harvard.

En mayor profundidad, examinan también este proceso, desde la mirada del ser humano, el profesor Gastón Soublette, quien considera que lo que ha vivido Chile responde a un proceso global de formas de pensamiento y de actuar de las sociedades; la historiadora Verónica Undurraga, por su parte, analiza la violencia a lo largo de la historia de Chile y tres académicos de la Facultad de Arquitectura –Rosas, Bresciani y Orellana- reflexionan respecto de la desigualdad en el territorio; cómo las raíces del descontento popular se vinculan al diseño de nuestras ciudades.

La crisis que hemos vivido responde a múltiples causales. Todas ellas comparten un factor común: hemos construido nuestra convivencia distanciados del ser humano, desconociendo nuestra cultura. El profesor y sociólogo Pedro Morandé, en su libro Cultura y Modernización en América Latina, expresaba hace ya más de treinta años la necesidad de discernir un modelo de desarrollo vinculado a nuestra cultura.

Nuestra responsabilidad y desafío hoy es generar y propiciar un clima de diálogo, de escucha activa y reflexiva; un espacio donde la Universidad Católica tiene un rol protagónico. De allí que al interior de nuestras facultades, escuelas, institutos y unidades hemos estado trabajando en torno a nuestra realidad país y universitaria, para así poder aportar con propuestas que nos permitan establecer este nuevo orden social y restaurar nuestra convivencia.

Debemos juntos trabajar por reparar la fractura que se ha producido y construir un orden social y económico sustentables. Eventualmente, la solidaridad que nos exige la pandemia, más allá de cualquier diferencia de pensamiento, puede que nos sirva de estímulo para mejorar la convivencia y así enfrentar, mucho más unidos, el proceso de acuerdos que, como sociedad, necesitamos llevar adelante.