• Revista Nº 142
  • Por Revista Universitaria
  • Fotografías de Jorge Brantmayer Barrera

Especial

Violeta Parra: el refugio que permanece

Alma nómade. El afán de querer “hacer” y trascender llevó a la artista a transitar en este mundo sin un paradero fijo. Los lugares en los que descansó su guitarra se multiplican como sus canciones. Pero en 1958, con palos y paredes prefabricadas Violeta Parra montó la estructura de la casa que continúa como morada de la familia. Recorrimos sus rincones, para inhalar sus aires violeteros e impregnarnos de esa pasión que ahora replica su nueva dueña: Tita Parra.

Violeta Parra era imparable. Iba y venía. No se quedaba nunca quieta. En ella se cumplía a plenitud ese modo chileno de “andar andando”.  Pero también acunaba otro signo nacional, el de lograr la casa propia. Una canción se la proveyó: “Casamiento de negros”, la que al entrar al mercado de Estados Unidos aportó algo que era escaso en el Chile de los años 50: el pago de los derechos de autor.

Con esos fondos, la compositora compró un terreno en la calle Segovia de la comuna de La Reina. El sitio tenía huellas de campo todavía –unos manzanos talados–, buen aire, un precio bajo y, lo mejor, estaba cerca de la parcela de su hermano Nicanor.

Rápida como era para todo, Violeta optó por una casa prefabricada, de buenas maderas estructurales, la que estuvo en pie en dos o tres días. Aunque pequeña, para su descendencia sería “la casa”. Ella vivió en ese lugar durante cuatro buenos años, de 1958 a 1961. En una de sus habitaciones, mientras estaba enferma en cama, se inició la artista plástica: fue un tiempo fecundo en bordados y en arpilleras como una manera de no detener su creatividad.

Esos años también se iluminaron por la aparición de su mayor amor, el suizo Gilbert Favre. Con él se embarcó a Europa, la que recorrió a lo ancho, para radicarse luego en París. Tras regresar a Chile, vivió en el sector céntrico de la ciudad, en “La Peña de los Parra” de Carmen 340, y luego en la Carpa de La Reina, hasta su último día.

La muerte de Violeta la dejó disponible para parientes y amigos varios. Luego del golpe de 1973 se instaló un yerno, Tito Rojas, quien la cuidó con esmero durante la dictadura. Ahí llegó Isabel Parra tras su exilio, quien la amplió con un segundo piso.

Ahora la vivienda es habitada por su nieta Tita Parra. Dedicada a la música, al igual que su abuela, ella va y viene sin detenerse. En estas históricas paredes recibe a artistas extranjeros, quienes no olvidan la emoción de cantar en la morada de Violeta Parra

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La casa

Ubicada en al calle Segovia en la comuna de La Reina, la casa data de 1958.