Dominga Sotomayor: “Me interesa incomodarme e incomodar”
La cineasta, primera mujer de la historia distinguida con un “Leopard for Best Direction” en la edición 2018 del prestigioso Festival Internacional de Cine de Locarno, Suiza, destaca su necesidad de experimentar con el lenguaje, reivindica el trabajo fílmico en comunidad (“Algo medio de tribu”, dice) y confiesa el carácter intuitivo de su labor: “Dirigir es avanzar dando puntadas sin hilo”.
Pienso que el cine y la ficción han ido llegando espontáneamente a mí, desde los cortos de la Escuela hasta las películas que he hecho después. Nunca tuve como propósito específico hacer cine. Se fue dando así, naturalmente. Tampoco he pensado en la idea de una carrera. En general, reacciono a las cosas que se me van ocurriendo, a lo que me obsesiona en un momento. No puedo pensar tan a largo plazo.
Cuando estudié, pensé que iba a hacer instalaciones, videos; que iba a escribir. No hablábamos de festivales, por ejemplo. Lo veía lejano, incluso la idea de hacer una película. Había cierta ingenuidad. Luego, cada cosa ha llevado a la otra. Siempre he sentido que me dedico a muchas cosas al mismo tiempo. El cine es la parte visible, pero en el día a día estoy haciendo mil cosas alrededor del cine. Creo mucho en la dispersión y en la intermitencia.
LA FORMACIÓN
Después de los años, es difícil separar qué cosas aportaron o fueron significativas en mi carrera. Creo que uno se forma con todas esas capas de temáticas que aprendió y olvidó. Me encantaba estudiar y extraño esas clases de los primeros años de la universidad, absurdamente específicas y posiblemente inútiles para la vida. Después, cuando uno es más grande, todo se pone más práctico.
La universidad me ayudó a aprender a trabajar en equipo, con restricciones, plazos y recursos limitados. También desde esa época (antes de titularse en Dirección Audiovisual, se licenció en Comunicaciones) empecé a darme cuenta de que estaba bien elegir y dedicarle más tiempo a lo que me interesaba. Los cursos de Periodismo en que había que ir a observar un lugar y luego escribir un retrato me daban lata. Siempre me interesó más la ficción.
CAPTURAR UNA EMOCIÓN
Cada trabajo es un nuevo comienzo, un proceso diferente que me mueve de una manera distinta a la anterior. En general, el gatillante tiene que ver con la memoria: es un impulso por tratar de conservar algo antes de que se me olvide o de que desaparezca.
Luego, me gusta despegarme de esos recuerdos, inventarlos. Me interesa incomodarme e incomodar, observar y rescatar cosas que tengo cerca, y transformarlas, jugar con ellas, darles perspectiva. Incomodarme a mí, cambiando y probando cosas distintas, e incomodar al espectador. Probar formas de narrar no convencionales donde no todo se resuelve o explica. Eso puede resultar incómodo, porque los espectadores tienen tiempo para pensar en ellos, y no es grato estar mucho tiempo con uno mismo.
Siempre trato de capturar algo que se sienta vivo. Ojalá documentar una emoción. Me alucina la ficción, así como las posibilidades de experimentar con el lenguaje y las diferentes formas de producir películas.
PASOS EN FALSO
En general, los proyectos me acompañan a todas partes de forma intermitente en la cabeza. Voy acumulando ideas o imágenes, y después escribo más o menos rápido. No me siento mucho a pensar frente a una página en blanco. Lo que me pasa es que, cuando escribo, siento que ya estoy tomando decisiones de dirección: estoy empezando a ver la película. A veces es bien exigente.
Cuando me siento medio estancada, a menudo pienso en cuáles son las imágenes que realmente puedo ver de ese guion y tacho las que no puedo ver. Otras veces converso con amigos; hablo de los personajes, de las ideas. Eso siempre me ayuda. Muchas veces uno no sabe muy bien por qué está haciendo algo, y eso está bien también. Nos dicen que los directores debemos tener muy claro lo que estamos haciendo, y eso no es real. Dirigir también es avanzar dando puntadas sin hilo, dando con seguridad pasos en falso. Hay mucho de riesgo, de intuición y de hacer las cosas desde el cariño con y por las personas con las que uno se va cruzando en estos procesos largos.
LA TRIBU
Para mí, hacer clases es muy parecido a mi trabajo. He producido películas y también es bastante parecido: acompañar procesos, tratar de entender lo que quiere hacer el otro, intentar ser generoso con los errores que uno ha cometido para que los demás los eviten.
Me siento de una manera semejante trabajando en el Centro de Cine y Creación (junto a la montajista Catalina Marín y a la arquitecta Rafaela Behrens), con un equipo de gente joven programando un cine, produciendo una película o haciendo clases. Me interesa mucho el trabajo en comunidad: algo medio de tribu y de resistencia.