fotografía de elisa Zulueta fotografía de elisa Zulueta
  • Revista Nº 159
  • Por Marcela Guzmán
  • Fotografía Daniel Gil

Canon Personal

Elisa Zulueta: una voz en distintos formatos

La actriz, egresada de la UC, vive sus días en tiempos de pandemia entre el confinamiento, la maternidad y sus trabajos en la radio. Su desarrollo profesional es amplio y diverso. No solo actúa en teatro, cine y tv. También dirige, escribe obras y ha incursionado en la literatura infantil.

Marcas personales

Siento que la  Escuela de Teatro de la UC fue fundamental para mí. Ahí encontré mi identidad y aprendí tanto como sufrí. El teatro tiene eso: pone de manifiesto las cosas que quieres evadir y las cualidades que te definen. Entrar a esta carrera fue una lucha con soltar todo lo preconcebido, desde muchos puntos de vista.

Un referente importante ahí fue, sin duda, Guillermo Calderón (actor, dramaturgo y director teatral), quien me ayudó a entender qué quería hacer y de qué forma podría poner en marcha  lo  que  pensaba.  Tenía  una idea de lo que a mí me gustaba de esta disciplina y de lo que quería ver como espectador: me interesaba el teatro realista, trabajar en equipo sin conflictos, el humor negro, el diálogo.

Quería escribir y no me atrevía. Pero todo eso se concretó al verlo trabajar. En el estreno de Neva (2006), obra escrita y dirigida por Calderón que cambió a mi generación, pude reflexionar sobre la importancia del teatro mucho más que en todos los clásicos que había leído.

Me di cuenta de que las historias se pueden contar de mil formas y de la capacidad de un texto para penetrar de manera profunda en la mente del espectador, haciéndolo pensar en muchos niveles. También comprendí que la simpleza podía ser virtuosa. Me aboqué a escribir, dirigir y actuar. Me cambió todo. Precisamente llegué a la dramaturgia –Pérez (2009), Gladys (2011), Mía (2012) y Aliento (2019)– porque quería hacer algo que me representara, sin tener que pagar unos derechos carísimos por una obra extranjera que no expresara todo lo anterior.

Otras formas de narrar

No se cómo llegué a la radio. Lo busqué y me buscaron. Me encanta, es vertiginosa. Cuando uno está frente a un micrófono con un trabajo así de público, la responsabilidad social es grande. Entonces, la rapidez con que va este medio o por lo menos el programa que nosotros hacemos (La comunidad sin anillo, de Radio Concierto), me obliga a opinar y ser un aporte. Esto me ha servido mucho para improvisar.

También la maternidad me ha permitido explorar nuevas facetas de mi creatividad. Cuando la hija de mi mejor amiga cumplió 1 año le escribí un cuento. Lo mandé a ilustrar y se lo regalé como libro. Después, nació mi hija Olimpia e hice lo mismo con Por qué no puedo ser perrito, que fue publicado posteriormente por la editorial Hueders. Así empecé a escribir cuentos infantiles. Gracias a Olimpia, que hoy tiene dos años, vi un público que no conocía.

Luego, comencé a hacer podcasts de cuentacuentos infantiles de distintos autores y autoras,  también en Radio Concierto. Actualmente hay diez historias disponibles  y dos mías que son inéditas. Hemos tenido buena recepción y nos han llegado muy buenos comentarios, sobre todo de Mi abuela y el bicho, que fue creado pensando en la pandemia. Por ahora solo tengo planificada una segunda temporada de podcasts de cuentos, donde incluiré otro también de mi autoría.

No me siento para nada multifacética. Creo que hago lo mismo en distintos formatos. En mi rubro, mis compañeros son muy power y viven en la investigación, buscando nuevos lenguajes y maneras de narrar. Yo también hago lo mismo, por eso no me siento para nada especial en ese sentido.

La vida en pandemia

No sé cómo me enfrento al cambio y a la incertidumbre, porque vivo cada día. No tengo mucho tiempo para darle tanta vuelta a algo que no tiene escrito el final. El foco hoy está en el silencio y en el espacio. No soy capaz de hacer mucha reflexión al respecto. La pandemia lo cambió todo, aunque mis días están a full. Me levanto temprano, voy a trabajar en bici, vuelvo, almuerzo, estoy con mi hija, juego. Después ordeno, hago trabajos de la casa y duermo. También cocino, y si se puede hago yoga y juego trivium.

Me gusta escribir. Tengo una necesidad enorme de hacerlo y pensé que la cuarentena sería ideal para eso, pero no. La crianza y la casa no conversan con la escritura. Virginia Woolf lo dijo: “necesito un cuarto propio”. Y aquí nada es propio. Ya vendrá ese momento. Además, estoy estudiando, siempre quise hacerlo, así es que todos los días escucho una hora de podcasts de biografías, de historia, de ciencia o leo sobre temas que me interesan.

¿Puede salir algo bueno o malo de este tiempo de confinamiento? Difícil decirlo, porque no creo en los absolutos. Me preocupa más el destrozo ambiental que quedó en pausa. la historia del mundo ha tenido varias pandemias, ya veremos qué sale de eso, pero el tema del calentamiento global es algo que quedó pendiente.