Contadores de historias, auditores de la realidad
Se me encargó una misión difícil (para mí) de realizar: una crítica al trabajo de Los Contadores Auditores. ¿Cómo me enfrento a analizar su trabajo? Opté, entonces, por reunirme con ellos en algo que sí sé hacer: tomarnos un café y conversar.
Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares son dos talentosos diseñadores teatrales y dramaturgos, quienes traen al escenario una mezcla única de humor, amor, kitsch, musicalidad y pop art. Los conocí el año 2007, cuando nos cruzamos en los pasillos de Campus Oriente de la UC. Ellos como invitados a acompañar el egreso de nuestros estudiantes y yo como productora de las locuras que deseaban crear. Rápidamente se transformaron en los favoritos. Desde entonces, he visto cómo han generado una comunidad de amigos y creadores en un espacio colaborativo y gozoso sobre el escenario.
Durante nuestro café recordamos esos años universitarios, donde su espíritu creativo brillaba. Hablamos de sus aprendizajes, de aventuras y desventuras, y de la importancia del diálogo y la colaboración en el teatro, algo muchas veces escaso en estos tiempos, pero que ellos han incorporado como particularidad en sus proyectos.
Me contaron acerca de su metodología basada en la libertad creativa, un ambiente de ensayo alegre y la creación colectiva, aspectos que han sido clave para marcar un sello en el éxito de sus producciones.
Así, la metodología “Contador Auditor” (podría decirse que es una marca registrada) comienza siempre con un texto de su autoría el que se transforma y evoluciona durante los ensayos. “Es un proceso de afinación conjunta, donde cada integrante es un instrumento”, me dijeron. Su enfoque colaborativo, el permitirse crear con resultados que son inciertos y el goce del equipo de trabajo se refleja en cada una de sus obras, creando espectáculos explosivos, llenos de contradicciones: de belleza y fealdad, de gracia y patetismo, de color y blancos con negro. Pero no todo es texto, una particularidad de su metodología (donde se asoma el oficio de diseñadores teatrales) es la importancia que tienen los diseños de vestuario, de personaje y de escenografía que realizan al soñar una nueva obra. Varias de sus creaciones parten justamente desde lo que descubren en texturas, trazos, telas, pelucas, tacones y una infinidad de materiales con las que nutren su creación. Ellos le dicen a los actores “confía, ponte esta peluca y juega”. Y así es, la actriz o el actor se pone una peluca y el personaje lo habita de inmediato, igual como las máscaras lo hacían en la comedia del arte (es la máscara la que elige al actor, no el actor a la máscara).
Para Los Contadores Auditores hacer teatro con humor y color es un acto político en estos tiempos. Defienden con entusiasmo la comedia como un arte popular y reivindican el teatro comercial por su capacidad de llegar a nuevos públicos. Sus referentes incluyen desde los Muppets, de Jim Henson, hasta artistas pop como Cindy Sherman o Juan Gabriel y directores como Wes Anderson o León & Cociña, influencias que llenan de guiños su estética y propuestas escénicas.
Me gustó escucharles también que se permiten llevar al escenario temas que muchas veces los espectadores o sociedad pasamos por alto. Quizás de eso se trata el teatro, de mirar por primera vez, de afinar el ojo y permitirse percibir aquello que ignoramos o “mirar como nunca habías visto antes” (parafraseando a Andrés Pérez).
Ellos son referentes de las nuevas generaciones de teatristas, quienes harán realidad la magia sobre el escenario. Los Contadores Auditores nos invitan a ver el mundo con ojos nuevos, sumergiéndonos en espacios de fantasía donde cada detalle escondido en el escenario es también un pequeño personaje que nos habla. ¿Qué opino entonces del trabajo de los Contadores? ¡Que ese trabajo anclado en los afectos, la colaboración y el oficio bien hecho son un regalo para nosotros, los espectadores de estos contadores de historias y auditores de nuestra realidad!