• Por Federico Zurita Hecht

Especial

El teatro no antropocéntrico de Manuela Infante

En agosto se estrenó en Matucana 100 Vampyr, de la directora teatral Manuela Infante, obra que se suma discursivamente a Estado vegetal (2017) y Cómo convertirse en piedra (2021). Dos décadas de trayectoria han convertido a Manuela Infante en una de las directoras nacionales más relevantes. En sus obras tempranas, en la Compañía Teatro de Chile, propuso reflexiones sobre el rol del lenguaje en las construcciones de sentido de los procesos sociales que dan forma a las estructuras de poder.

Disuelta esa compañía, sus obras recientes piensan la realidad fenoménica desde una superación del antropocentrismo consolidado durante los últimos 500 años. Para integrarse a esta discusión, Infante utiliza los vegetales, los objetos y otras especies animales no humanas. Así, ha reflexionado sobre las formas de pensamiento con que el humano se ha situado en el centro de la realidad y sobre los efectos que esto ha tenido. Su propósito ante aquella supremacía es poner en tensión las ideas que la centralidad humana ha naturalizado.

Estado vegetal, dice el crítico Sebastián Pérez Rouliez, cuestiona que el “‘Yo’ privilegiado se autoafirma como ‘lo uno’ frente a ‘lo otro’, dando por hecho que siempre eso otro comparece ante uno como algo diferente, extraño y no-igual”. La obra dialoga con las ideas formuladas por el botánico italiano Stefano Mancuso y la periodista, también italiana, Alessandra Viola, quienes dicen que “las plantas podrían vivir sin nosotros. Nosotros, en cambio, sin ellas nos extinguiríamos en poco tiempo. Y, aun así, tanto en nuestra lengua como en casi todas las demás expresiones como ‘vegetar’ o ‘ser un vegetal’ han pasado a indicar unas condiciones de vida reducidas a su mínima expresión”.


El teatro reciente de Manuela Infante se ha propuesto identificar los excesos que constituyen los principales efectos del progreso proclamado por el pensamiento humanista.

Cómo convertirse en piedra, dice el investigador Mauricio Barría, construye “una aguda reflexión sobre la prepotencia humanista, que asume como medida de la realidad un humanismo masculinizado, además, que desde sí establece los criterios de validación de la existencia, dentro de un sistema económico fundado sobre criterios biologicistas de desarrollo y crecimiento sin límite”. El laberinto de la ficción transita difusamente por un mundo con devastación ambiental donde persisten las relaciones de poder.

Vampyr enfatiza cómo la vía del progreso ha violentado a diversas especies en favor de los privilegios del animal humano. Simultáneamente a esta relación de oposición entre murciélagos y humanos, formula una relación de igualdad entre ellos que permite identificar cómo esa misma vía al progreso aplasta a ciertos sectores. En escena aparecen dos vampiros que, con dificultad, encuentran el lenguaje para decir las violencias de las prácticas humanas.

El teatro reciente de Manuela Infante se ha propuesto identificar los excesos que constituyen los principales efectos del progreso proclamado por el pensamiento humanista. Al mismo tiempo ensaya, bajo una visión no antropocéntrica, ideas novedosas sobre la conformación de la realidad social y, mediante estructuras no lineales, formas rupturistas de realizar el teatro.