• Revista Nº 180
  • Por Juan Pablo Ossandón
  • Es director del medio musical Expectador

Especial

La electrónica en Chile: un motor de evolución musical

El desafío de la música electrónica siempre ha sido hacerse un lugar fuera de lo convencional. Desde sus orígenes, su fundamento radica en la experimentación. Así fue con los pioneros alemanes Kraftwerk, con la compositora Wendy Carlos y con el nacimiento del house en Chicago. Siempre en el underground.

Chile no ha sido la excepción a lo anterior. Aquí, la difusión de la electrónica se debe, principalmente, a la fuerte cultura de las raves –o fiestas electrónicas– desde tiempos tempranos y, por otro lado, a lo sólidamente conectados que están los productores chilenos a internet y las redes sociales. Hablamos de un ecosistema muy amplio: por sí solo, el género de la electrónica ofrece más de 370 subgéneros.

Una columna breve como esta no puede hacer justicia a esa diversidad, pero es posible reconocer algunos nombres chilenos clave que el público debería conocer. De inmediato surge el nombre de Kamila Govorčin, una presencia recurrente en importantes festivales gracias a su trabajo inestimable en el house y sus ramificaciones. En un sentido más identitario, Syntrovert y Dinamarca están en una sintonía plena con los sonidos latinos populares, que adaptan a su antojo en lo que se conoce como latin electronic.

Un nombre que tampoco puede pasar inadvertido es Juan Pablo Abalo, quien ha hecho maravillas por medio de sonidos ambientales y ha llevado a cabo trabajos colaborativos ricos en texturas, incluso por fuera de lo bailable.

En tierras chilenas, hace tiempo que se respira toda una revolución en materia de producción. En ese contexto, la electrónica cumple un rol protagónico gracias al cual géneros supuestamente ajenos han podido crecer.

En el área del techno, el nombre de la productora Delia es uno de los más fascinantes, debido a que cultiva un hard techno abrasivo y filoso, y forja un hábitat bailable de protesta social. También está el de Andrea Paz, quien ha hecho una contribución prodigiosa al tomar el techno como base para incursionar en distintos fundamentos de la música industrial y, así, expandir su rango.

Planteando propuestas híbridas entre el synth pop y el hip hop, respectivamente, Alejandro Paz y Stgo Inc. aprovechan al máximo las cualidades del house para dar rienda suelta a experimentos innovadores.

De este modo, la electrónica es uno de los géneros impulsores de la evolución de la música a nivel histórico. Su vínculo directo con la tecnología dio paso a un mejor entendimiento de esta herramienta en el ámbito de la producción. En tal sentido, su presencia silenciosa, pero constante, ha sido un motor de cambio que busca vías de escape para eludir los conductos normales. Por ejemplo, la electrónica dio paso al synth pop, que abrió un camino para que el pop no se quedara solo en la música disco de fines de los 70 y los 80. Ni hablar del hip hop, que desde sus orígenes ha utilizado técnicas de la electrónica para su desarrollo, como el sampling.

En tierras chilenas, hace tiempo que se respira toda una revolución en materia de producción. En ese contexto, la electrónica cumple un rol protagónico gracias al cual géneros supuestamente ajenos han podido crecer. Así pasó con el reciente y celebrado disco Epistolares, de la
artista urbana AKRIILA, en el que los productores Heartgaze, Egobloy y Vinco ejercieron una función clave. Y eso es solo la punta del iceberg.