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  • Revista Nº 159
  • Por Claudio Rolle
  • Fotografía https://maestrofernandorosas.cl/

Protagónicas(os)

Fernando Rosas: un gigante generoso

No fue como los personajes de los cuentos y las fábulas, sino que, desde temprano, fue generoso y se entregó con pasión a todas las tareas en las que comprometió su creatividad, su casi ilimitada energía y su tremendo corazón. A lo largo de su vida, transcurrida en un siglo de extremos y violencia, se esforzó, como muchos de su generación, por construir un mundo diferente y mejor. rosas ha dejado un legado valioso que hace que viva entre nosotros, en la música y en las emisiones de la nueva radio Beethoven UC (97.7 FM).

 

A raíz del retoñar (uso la expresión “retoñar” como lo hace Miguel Hernández, quien en El Herido escribe “pues soy como el árbol talado que retoña/ porque aún tengo la vida”) de radio Beethoven somos muchos los que hemos recordado la figura del maestro Fernando Rosas, fundador de la emisora junto a Adolfo Flores. Este regreso al aire de las transmisiones  de la radio, que por 38 años acompañó y enriqueció la vida de los santiaguinos, es una oportunidad para recordar la vida y la obra de uno de sus creadores. A través de las retornadas ondas, la memoria de Rosas persiste en su empeño esencial por hacer más amplia y rica la experiencia de la vida a través del arte y la música, el terreno que escogió para servir y amar.

Fernando Rosas era un hombre grande, alto y corpulento, de movimientos rápidos, a un tiempo enérgico y cálido, atractivo por su curiosidad e interés en el trato con las personas y por la pasión que ponía en lo que hacía y decía. Un hombre dotado de una enorme “vitalidad” que irradiaba en los lugares y espacios que transitaba, dejando, inevitablemente, una huella en quienes se cruzaron en su camino.

Su imaginación y creatividad se orientaron desde temprano no solo a su formación personal, de la que enseguida hablaré, sino también y de manera fundamental a la acción pública, al servicio de la sociedad, a la promoción de una vida mejor para los habitantes de Chile. Puso su gran humanidad y su desbordante energía en el trabajo de creación y gestión de instituciones y organismos de servicio adecuados a los tiempos en que vivía y, en muchos casos, anticipando el futuro. No fue como los gigantes de cuentos y fábulas sino que, desde temprano, fue un gigante generoso que se dio con pasión en todas las tareas en las que comprometió su desconfinada creatividad, su casi ilimitada energía y su gigantesco corazón.

En la fotografía Fernando Rosas dirigiendo una orquesta

 

Infancia entre guerras

Nacido en Valparaíso el 7 de agosto de 1931, Fernando Rosas llegó al mundo en días difíciles para el país y para su ciudad natal, pues, unos veinticinco días después de su nacimiento se produjo el movimiento de protesta de la marinería que se conoce como sublevación de la escuadra, que se prolongó por una semana de tensiones e incertidumbre.

El niño entraba a un mundo agitado y en transformación acelerada, que sería testigo de situaciones extremas y daría curso a conflictos y luchas de dimensiones enormes e inéditas, pero también a retos y desafíos proporcionales en la búsqueda de una humanidad mejor, más justa y feliz. Fernando Rosas cumplió sus primeros diez años cuando la Segunda Guerra Mundial se extendía, incorporando a muchas naciones y proyectando también sus sombras en regiones lejanas de Europa, llegando hasta el mismo puerto de Valparaíso con importantes colonias de alemanes e ingleses.

Para sus 15 años se cumplía un año de la bomba atómica lanzada en Hiroshima, y el resto de su juventud estaría marcado por las sombras y proyecciones de la Guerra Fría, en estas zonas lejanas del planeta. Recuerdo estos acontecimientos porque ayudan a imaginar el tiempo en donde creció y se formó el que llegaría a ser el maestro Fernando Rosas y porque, a través de ellos, se configura una visión de la vida y existencia compartida por mujeres y hombres de una generación que quiso cambiar el mundo conscientemente, con voluntad, ideas y programas cuando tuvieron la edad de incidir en la vida pública y actuar con plena libertad y autonomía.

El joven Fernando Rosas inició su vida universitaria siguiendo una carrera tradicional, pues ingresó a estudiar derecho en la Universidad Católica de Valparaíso. Será el tiempo y el lugar donde comenzará a manifestarse paulatinamente, pero con claridad, su empuje creador que lo condujo a impulsar la formación de los departamentos de Arte y de Música de esa universidad.

En 1960 se fundó el departamento de Música de la Universidad Católica de Valparaíso, decididamente apoyado por Rosas, que fue nombrado su primer director. A lo largo de los años cincuenta, Fernando Rosas había desarrollado su preparación musical en el Conservatorio Municipal de Viña del Mar, continuando luego en el Conservatorio Nacional de Música de Santiago, donde estudió piano, teoría y armonía.

Tras esta etapa formativa inicial, el músico tuvo la oportunidad de completar su educación en la Staatliche Hochschule für Musik, de Detmold, gracias a una beca del gobierno de la República Federal Alemana. Fue una oportunidad extraordinaria por el aprendizaje y la posibilidad de abrirse al mundo. En efecto, retornado a Chile y a cargo de una escuela universitaria de música asumió nuevos y ambiciosos desafíos fundando la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica.

 

Fotografía antigua de Fernando Rosas

La experiencia del arte. Este regreso al aire de las transmisiones de la radio, que por 38 años acompañó y enriqueció la vida de los santiaguinos, es una oportunidad para recordar la la obra de uno de sus creadores.

Espíritu democrático

En 1963, Fernando Rosas fue nombrado director del departamento de Música de la UC, fundado también en 1960. Era un momento singular, una época de cambios notorios en todo el mundo incluyendo instituciones tradicionales como la Iglesia católica, que vivía entonces el Concilio Vaticano II y también la universidad que, poco a poco, se abría de una nueva forma a la sociedad con la preocupación por extensión de su trabajo fuera de sus muros.

Rosas asumió en este momento un papel que puso en evidencia su condición de comunicador excepcional, interpretando su época como una estación donde se podían proponer iniciativas innovadoras y, en cierta forma, inéditas. Convencido del trabajo de proyección de la labor del departamento de Música, fundó en 1964 la orquesta de Cámara de la Universidad Católica, dirigiéndola durante doce años, en los que no solo realizó numerosos conciertos, sino también grabaciones y programas de televisión que completaban un programa educativo que buscaba llevar la música clásica a todo el país.

Con la orquesta tuvo una labor de extensión que fue más allá del país, conduciéndola en una memorable gira por Europa y en varias presentaciones en Estados Unidos y en países de América Latina. Como un capitán de navío, Rosas llevó esta y las otras orquestas que dirigió por el camino de la alta exigencia y la búsqueda continua de la superación, con un estilo que subrayaba el carácter comunitario del trabajo creativo que los músicos y el director realizaban.

Con una energía proporcional a su figura, el maestro Rosas, como comenzó a llamársele, estuvo presente en múltiples iniciativas, que fueron desde la formación de la escuela de Música de la UC hasta el rescate y puesta en valor de repertorios, dialogando con los medios de comunicación de masas que ofrecían nuevas posibilidades a su compromiso con la difusión de la música clásica.

En tiempos en que los cambios en la vida de la universidad y del país se hacían más profundos e intensos con la reforma, Fernando Rosas viajó a estudiar por dos años en la Juilliard School, en Nueva York, al ganar una beca Fulbright. Como había ocurrido con la experiencia en Detmold, este periodo de perfeccionamiento no tuvo solo significación individual, sino que adquirió una repercusión social muy amplia, dada la generosidad y el compromiso del maestro Rosas con el mejoramiento de la vida artística del país y con los retos de una educación cada vez más amplia y abierta para todos los chilenos. Fue él quien condujo la puesta en marcha del Instituto de Música en el espíritu de la reforma Universitaria que sostuvo con entusiasmo.

En la fotografía Fernando Rosas con el músico Pierre Fournier

Contacto internacional. Con desbordante energía supo adaptarse a las nuevas condiciones del país durante los años 70 y sus instituciones culturales, creando un modelo de organización de conciertos con las temporadas de la Agrupación Beethoven. En la imagen, con el destacado músico francés Pierre Fournier.

Una luz en el “apagón cultural”

Luego del golpe de estado, el maestro Rosas se sintió cada vez más incómodo en una universidad intervenida y donde los grandes proyectos de extensión se contraían. Inició entonces la búsqueda de un programa creativo que le permitiera mantenerse fiel a las ideas y anhelos de transformación de la sociedad que compartía con muchos de sus contemporáneos.

En 1976, ya alejado de la universidad, fundó junto a su amigo y colega Adolfo Flores Sayler la Agrupación Beethoven para promover la cultura y la difusión de la música clásica en tiempos de lo que se ha llamado el “apagón cultural”. Desde esta organización promovió la realización de conciertos de gran nivel, poniendo su extraordinaria capacidad de gestión, sus contactos con músicos y orquestas de otros países, y su desbordante imaginación para luchar contra el aislamiento que vivía el Chile de los años setenta.

Con grandeza de ánimo y desbordante energía supo adaptarse a las nuevas condiciones del país y sus instituciones culturales, creando un modelo de organización de conciertos con las temporadas de la Agrupación Beethoven en el Teatro Oriente, que trajeron a Chile a músicos notables por más de veinte años.

El maestro Rosas, que nació pocos meses después de la promulgación de la Ley General de Servicios Eléctricos, que vino a regular la actividad radiofónica en el país, tuvo una vida acompañada por la radio, un medio que para un comunicador como él resultaba irresistible. De este modo, junto a Adolfo Flores, dio un paso más en el proyecto iniciado con la Agrupación Beethoven, proponiéndose la creación de una radio que transmitiese solo música clásica. Era un proyecto audaz y lleno de riesgos y dificultades. Pero Rosas, por cumplir 50 años, no le temía a los desafíos.

Igual que siempre lo hizo, como director de orquesta y en los otros proyectos que emprendió en su vida, se preocupó de armar un equipo que pudiese asumir esta travesía arriesgada, tanto en lo económico como en lo comunicacional. Era un proyecto del todo nuevo, sin apoyos institucionales ni subsidios, amenazado por el hecho de que podría no tener suficientes auditores. Rosas y Flores armaron un equipo con algunos técnicos, locutores y colaboradores en la producción de una programación que tenía la tarea de seducir al auditorio santiaguino.

En la fotografía Fernando Rosas dirigiendo una orquesta

Música para todos. En 1964, fundó la Orquesta de Cámara de la UC, dirigiéndola durante doce años, en los que no solo realizó numerosos conciertos, sino también grabaciones y programas de televisión.

Desde la calle Marne

Establecida en la calle Marne, radio Beethoven comenzó sus transmisiones el 16 de marzo de 1981, un año lleno de cambios estructurales para la vida nacional, que tendría un espacio nuevo de educación y libertad, de formación cultural y encuentro en torno a grandes valores entregados por la radio que tenía el 96.5 en el dial de la FM.

Parte del éxito que tuvo la nueva emisora se relaciona con la capacidad de proponer algo nuevo, de abrir espacios para ideas y sensibilidades, para formar auditores, para acompañar, para promover la cultura cotidianamente, llegando a la intimidad de las casas.

Era esencial en el proyecto de radio Beethoven la consideración de la audiencia, la preocupación por dar a ella elementos de formación y educación en la historia y la apreciación musical, buscando también su apoyo con la creación del grupo de amigos de la emisora, iniciativa que los incorporaba a la fortuna de la radio haciéndolos parte de ella.

También fue muy importante el grupo que conformaron Flores y Rosas y donde participaron Mario Calderón, Carlos Wilson, Pedro Sánchez, Enrique Rivera y Patricio Bañados, entre varios otros que fueron seducidos y embarcados por Fernando Rosas en esta gran travesía que marcó un hito en la vida cultural de Santiago y de Chile.

 

En la fotografía el equipo de la Radio Beethoven antes de ser cerrada:izquierda a derecha aparecen Adolfo Flores, Patricio Bañados, Sergio Díaz y José Oplustil.

Equipo musical. En la imagen, el equipo de Radio Beethoven antes del fin de sus transmisiones en noviembre de 2019. De izquierda a derecha aparecen Adolfo Flores, Patricio Bañados, Sergio Díaz y José Oplustil.

 

Pluralista a ultranza y con pasión por el servicio a su país y su gente, Fernando Rosas siguió creando instancias de promoción de la música en los años ochenta, fundando y dirigiendo la orquesta del Ministerio de Educación desde 1982, la que luego se transformaría en la Orquesta de Cámara de Chile. Con ella recorrió el país y se presentó en muchos lugares, haciendo una contribución, en cierto modo inédita, de proyección de la música fuera de los grandes teatros y salas, en una tarea de divulgación que venía a complementar lo que radio Beethoven hacía en Santiago.

En los últimos quince años de su vida, cortada por el cáncer en 2007, Fernando Rosas se dedicó con la pasión e intensidad que lo caracterizaban al trabajo con jóvenes y niños a través de la creación de orquestas juveniles, en una labor que no solo incluyó su dimensión de artista, de maestro, sino también las tareas de gestión institucional y de vínculos con la sociedad.

Al morir, Fernando Rosas había entrado al siglo XXI y podía mirar con cierto optimismo lo que el nuevo siglo prometía. Había visto a lo largo de su vida un siglo de extremos y violencia, y frente a ese duro escenario se había esforzado, como muchos de su generación, por construir un mundo diferente y mejor. El Maestro Rosas, este gigante generoso, ha dejado un legado valioso que hace que viva entre nosotros, en la música y en las emisiones de la retoñada radio Beethoven.