• Revista Nº 157
  • Por Paula Brown

Reportajes

Patrimonio: el futuro de nuestro pasado está en juego

Después de meses de polémica, el proyecto de ley para promover el reconocimiento y el cuidado del patrimonio cultural chileno, desde edificios y monumentos hasta sus tradiciones y rituales, adquiere un nuevo color tras el 18 de octubre. Los ataques directos a monumentos y edificios dejaron en cuestión el interés de la sociedad chilena por proteger las huellas de su historia y los elementos de su identidad; pero, también, a los responsables de ponerlo en valor.

 “El estallido social ha demostrado que el patrimonio cultural es un campo dinámico y en disputa permanente. En él comparecen estructuras de valor capaces de reconocer la diversidad, complejidad y riqueza de los distintos grupos y personas que formamos la sociedad. En él están en juego miradas sobre la manera en que entendemos el desarrollo, la historia, la memoria, la relación con el pasado y la manera en que queremos proyectarnos, porque el patrimonio siempre tiene que ver con el futuro”.

Con estas palabras explica el subsecretario de Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda, el “enorme  desafío” que surge en esta materia luego de la crisis social que vive el país. Asegura que el patrimonio no puede ser comprendido como un espacio de exclusión, sino que está llamado a acoger nuevas demandas simbólicas que permitan enriquecer su acervo, integrar a grupos sociales que hoy se sienten excluidos y ser una herramienta de cohesión y desarrollo integral de la sociedad. La oportunidad de alcanzar este desafío se abrió en mayo pasado (2019) y en plena celebración del Día del Patrimonio. En ese momento, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, firmó el proyecto de una nueva ley para promover el reconocimiento y cuidado del patrimonio en reemplazo de la Ley Nº17.288 de Monumentos Nacionales, construida en 1925 y promulgada en 1970.

Las críticas no tardaron en llegar. En menos de 24 horas una treintena de personas y organizaciones publicaron una declaración conjunta acusando a la propuesta de antidemocrática y colonialista. “¿Qué esconde el Gobierno al ocultar el texto de reforma a la Ley de Monumentos Nacionales?”, acusaba la misiva. El debate se agudizó a mediados de junio tras el ingreso, con carácter de urgencia, del documento al Parlamento. Circuló también en esos días una carta firmada por representantes del mundo del patrimonio y la conservación denunciando falta de participación y advirtiendo el peligro de la promulgación de una ley sin un debido análisis, por lo que exigían retirar el proyecto del Congreso.

Pero según De la Cerda, impulsor de la normativa, el texto sí fue consultado con distintas entidades. “Durante un año y medio, antes de entrar al Congreso, tuvimos 100 instancias de conversación, de encuentro a nivel nacional y local. Algunas con personas individuales, otras con gremios, organismos colegiados, sindicatos, agrupaciones externas y asociaciones. Estuvimos en asambleas en regiones”, explica desde su oficina, ubicada en el segundo piso de la Biblioteca Nacional, a pocos metros de la Sala Ercilla. Ahí mismo se reúne cada dos semanas el Consejo de Monumentos Nacionales para cumplir con las atribuciones que hace poco menos de un siglo le confirió la ley.

“Sobre la normativa actual, creada hace casi 100 años, existe un diagnóstico claro no solo por parte de expertos, sino también desde la sociedad civil: es monumentalista, con categorías obsoletas, enfocada en la declaratoria y no en la gestión”, agrega el subsecretario De la Cerda y acusa que, hasta la fecha, desde 1935 -año en que se inició el registro de actas- hay 570 solicitudes de protección como monumento histórico o zona típica pendientes de respuesta. “¿Qué significa eso? Que en 80 años, el consejo de monumentos no ha respondido solicitudes de protección”.

Epicentro de la ciudad

Epicentro de la ciudad

Durante el siglo XIX, Plaza Italia fue un límite de la ciudad y hoy sirve como espacio de expresión, conflicto y de encuentro debido al estallido social.

LOS CAMBIOS DE LA NORMATIVA

El proyecto de Ley de Patrimonio Cultural en Chile propone avanzar en tres ejes centrales, acorde a las necesidades y demandas de las comunidades y lineamientos internacionales:

  • Descentralizar la toma de decisiones. Hasta la fecha, todo lo concerniente a temas patrimoniales se discute en el Consejo de Monumentos Nacionales en Santiago. La nueva ley plantea la creación de los Consejos Regionales de Patrimonio Cultural, y establece el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural como ente coordinador.
  • Reemplazar la visión monumental que hasta ahora ha regido en el país por una patrimonial, incorporando por primera vez la protección de lo inmaterial para el reconocimiento y salvaguardia de saberes, prácticas, oficios y tradiciones. En esta línea, también se actualiza y suman nuevas categorías como los paisajes de interés cultural o los sitios de la memoria.
  • Transitar desde una concepción legalista a una que pone el foco en la gestión, con incentivos y compensaciones que pasan por beneficios tributarios para personas naturales o jurídicas que realicen proyectos de mantención, restauración o conservación en inmuebles protegidos de su propiedad, y ampliando el universo de bienes a los que se aplicaría exención del pago de contribuciones. Todo ello junto a nuevos mecanismos, como el nuevo fondo del Patrimonio Cultural, para ampliar el financiamiento del mismo.

Las principales críticas en torno al proyecto se han concentrado en que carece de una especificidad con respecto al patrimonio indígena, en las metodologías para evaluar los sitios de la memoria y en la conformación del Consejo del Patrimonio. Sin embargo, para Emilio de la Cerda el gran descontento se generó por no haber compartido el borrador de la nueva ley antes de ingresarla al Parlamento: “No actuamos así por premura, sino por convicción democrática. Queríamos que la discusión se diera con tiempo en el Congreso. Porque cualquier iniciativa de participación con el documento arriba de la mesa, que recibiera propuestas de redacción de una entidad u otra, podría replicar los cenáculos de poder y de intereses corporativos y santiaguinos de siempre”.

En este contexto, dada la complejidad y amplitud de la temática, el Ejecutivo consideró oportuno poner suma urgencia a la discusión del proyecto, lo que para muchos resultó contradictorio con el espíritu democrático manifestado. Ante la nueva avalancha de críticas, el Ministerio de Cultura hizo la gestión para eliminar los plazos y desde el 8 de julio hasta mediados de octubre, decenas de representantes de diferentes organismos pasaron por la comisión de cultura de la Cámara de Diputados para exponer sus puntos de vista respecto del patrimonio y del proyecto de ley en particular.

“Creemos que todos los aspectos que han suscitado algún nivel de inquietud y de disenso son abordables por la vía de la indicación, en la medida en que representen el bien común y que no sean defensas de gremios particulares. Vemos que la discusión avanza bastante bien. Ya bajó el nivel de efervescencia y han ido surgiendo apoyos que son bien notables”, agrega De la Cerda.

 

Reconocer las tradiciones. La nueva normativa contempla un expreso reconocimiento y salvaguardia de saberes, prácticas, oficios y tradiciones.Fotografía Fundación Imagen Chile.

UNA NUEVA PERSPECTIVA

Cecilia García-Huidobro Moroder, gestora cultural y directora del Museo Violeta Parra y presidenta de la Asociación de Propietarios de Casas Históricas, Parques y Jardines de Chile, tuvo una participación activa en la discusión en torno a la nueva ley. El 23 de septiembre asistió a la Comisión de Cultura a exponer sus puntos de vista respecto de la necesidad de contemplar la mayor cantidad de espacios de convergencia y colaboración con el mundo privado, con el objeto de preservar el patrimonio chileno, y participa activamente en varias de las mesas de diálogo que ha convocado el Ejecutivo. “Esta ley fue generada por gente muy capaz y con las mejores intenciones, pero fue hecha entre cuatro paredes, a puerta cerrada”, explica. “A diferencia de otros rubros, en el ámbito cultural la participación y el consenso de todos los actores son fundamentales”, añade.

Para quien también fue agregada cultural de Chile en México durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, la metodología usada para el diseño de la nueva ley no fue la acertada. “El mundo cultural es pensante, formado en la crítica en el sentido kantiano, donde se sopesa y diagnostica. Es una realidad hecha a pulso. Generalmente los cultores, los artistas, los escritores todos empiezan de cero y no desde algo impuesto. Porque existe un intangible que una ley no puede determinar”, puntualiza y reitera la falta de participación que hubo en la génesis del proyecto, colaboración que, a su juicio, sí ha existido en otros procesos similares. “El Consejo Nacional de la Cultura, por ejemplo, se implementó con una mirada de participación total. Así surgió el directorio nacional, los directorios consultivos, regionales, se armaron mesas de participación, valoro ese modelo, fue muy bueno”, agrega.

La gestora cultural es la actual propietaria de Santa Teresa, antigua casa del escritor Jenaro Prieto en Llay-Llay, declarada Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico en 2009. “Cuando la compré, asumí un rol que nadie me pidió en respuesta a una vocación patrimonial, la que comprendo está inserta en una diversidad. El elemento común que atraviesa toda esa diversidad es la certeza de que se está resguardando algo que va a beneficiar a personas que quizás aún ni han nacido. Y esto también tiene que ver con sustentabilidad. Estos diálogos que pueden parecer románticos para algunos, para otros son fundamentales a la hora de llegar a una normativa. Si no cambia la voluntad política, si no hay una verdadera valoración, una ley no podrá hacer milagros. No le demos a la norma un estatus que no le corresponde”.

Cecilia García-Huidobro cuestiona también el nuevo fondo del Patrimonio Cultural destinado, mediante concurso, a la ejecución de proyectos que promuevan y beneficien el patrimonio cultural en su dimensión material e inmaterial. “Estamos hablando de un fondo de $2.000 millones de pesos para todo el patrimonio de Chile, de Arica a Magallanes, público y privado, mueble o inmueble, para investigaciones, diseños o ejecuciones, lo que es absurdo, sin contar toda la burocracia que hay detrás. Este ejemplo clarifica bastante la realidad de la cultura en Chile. Yo creo en una sociedad que no solo incorpora a la cultura en el papel. ¡Es que en el papel no sirve! Lo que sirve son los hechos”.


Un legado para las nuevas generaciones

La lógica detrás de la propuesta de ley se alinea con la tendencia mundial de actualizar la mirada del patrimonio como un valor crucial para las nuevas generaciones. Tal como plantea en el Artículo 1, por patrimonio cultural se entiende “todos aquellos bienes materiales y elementos inmateriales, comprendidos como acervos propios que identifican y cohesionan a una comunidad y que son transmitidos de una generación a otra. Supone bienes del pasado, preservados y salvaguardados como legados, así como presentes y futuros, en un proceso continuo y dinámico de valoración que contribuye a un desarrollo humano integral y sostenible. Incluye asimismo las manifestaciones transmitidas y atesoradas por las comunidades, en un proceso al que el Estado y la sociedad en su conjunto contribuyen con mecanismos participativos de salvaguardia, que respetan las definiciones y significaciones cambiantes que ellas mismas les otorgan a lo largo del tiempo”.

En esta línea, el patrimonio no solo tiene que ver con el pasado, sino que con el futuro. “Se trata del conjunto de bienes que uno recibe, administra y entrega enriquecido a la siguiente generación. Tiene que ver con un legado. Somos responsables de hacernos cargo del patrimonio, proyectándolo al futuro. Para eso tenemos que entenderlo, cuidarlo, hacerlo crecer y, por supuesto, restaurarlo y gestionarlo. Esta es la lógica en la que hemos trabajado”, dice Emilio de la Cerda.

Resguardar nuestros tesoros

Resguardar nuestros tesoros

El Parque Nacional Torres del Paine está ubicado en la Región de Magallanes y Antártica Chilena. Fue reconocido por la Unesco como Reserva de la Biósfera y, recientemente, fue nombrado “Octava maravilla del mundo”, de acuerdo a una votación global a través del sitio Virtual Tourist.

MIRADA OPTIMISTA

Tal como García-Huidobro, el presidente del Colegio de Arquitectos, Humberto Eliash, al comienzo tuvo una postura crítica frente a la nueva ley. Sin embargo, valora el proceso que se ha dado en el Congreso. “El proyecto es bastante innovador en muchas materias, pero tenía falencias que se han ido puliendo y mejorando conforme se han escuchado diversas opiniones, entre ellas, la de la entidad que me toca dirigir”, dice y detalla: “En la conformación de los consejos regionales o nacional hay que mejorar la proporción de actores públicos y privados o ciudadanos, ahora muy balanceada hacia los representantes de los órganos públicos. La idea de descentralizar las decisiones ha sido aplaudida en forma unánime, pero hay que ver la posibilidad de implementarla correctamente. Nosotros proponemos crear primero consejos macrorregionales antes de pasar directo al nivel de 16 regiones”.

En la misma línea que Cecilia García-Huidobro, el Colegio de Arquitectos propone mejorar los mecanismos de incentivos económicos y financieros para permitir una mayor participación de los propietarios en las inversiones para la conservación, ya que un alto porcentaje patrimonial está en manos de particulares que ven a las medidas de protección como un castigo frente a un eventual potencial inmobiliario.

Aun así, el representante valora el esfuerzo. “Me parece que lo que ha ocurrido con el debate por la nueva Ley de Patrimonio es parte del juego democrático. Soy optimista y creo que llegaremos a acuerdo y tendremos la ley que nos merecemos para conservar nuestro patrimonio cultural, natural, ya sea tangible o intangible”.


José Rosas: “Las autoridades no oyen”

José Rosas, jefe del Programa de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la UC, es una figura destacada del urbanismo chileno en las últimas tres décadas. Conocedor de su historia, pero también coautor de proyectos y obras a gran escala –especialmente en Santiago–, ha sido uno más de los profesionales sacudidos por una violencia callejera que, incluso, se orientó en contra de monumentos de nuestro patrimonio arquitectónico y escultórico.

–¿Cuál fue su primera impresión al ver tanta destrucción de hitos valiosos?

–Recordé una frase muy sabia de Rafael Moneo, que en la vida uno puede estar equivocado, pero no confundido. Y creo que en Chile nos confundimos al separar lo más representativo y casi oponerlo a lo cotidiano. En esto, los que trabajamos en este ámbito tenemos que hacer un mea culpa; no logramos generar cercanía, respeto.

Rosas, que vivió varios años en Barcelona, observa que sus grandes manifestaciones, con indignados incluidos, nunca se volcaron contra la ciudad.

–¿Dónde está la diferencia de actitud, de dónde viene?

–El tema de las comunidades, su participación, es muy importante. Lo hemos visto en el barrio Matta Sur, en el Yungay, en el Bogotá, donde no solo se valora lo significativo, el objeto, sino todo lo que ellos son… Tal vez por eso, no he visto daños en esos sectores.

-¿Y dónde queda la academia, sus criterios?

–Bueno, a nosotros nos corresponde que el patrimonio esté presente en el desarrollo de la ciudad, que vaya junto a la planificación urbana; como dice Fernando Pérez, para conservar el patrimonio hay que cambiarlo.

Barcelona, el caso que mejor conozco, era una ciudad fragmentada, con periferias difíciles, cuando las autoridades metropolitanas decidieron encargarle a Oriol Bohigas su transformación hacia una gran calidad de vida.

Bohigas fue barrio por barrio hablando con la gente. Les preguntaba cómo vivían, se desplazaban, se recreaban y percibió 13 áreas que encargó a 13 profesionales para que aterrizaran sus necesidades concretas de pavimentos, luminarias, árboles, lugares para niños, lo que fuera. Luego, con los vecinos y con las autoridades de transporte para mejorar la conectividad, se buscó coordinar la gran escala –bajo el eslogan “Ponte Guapa”– con la escala barrial, de modo que los grandes monumentos fueran parte de una orgánica, no algo aparte.

–Parece una estrategia muy lógica de hacer ciudad; ¿no hemos tenido nunca esa cultura en Chile?

–Por supuesto. Bernardo O’Higgins, Vicuña Mackenna, Karl Brunner, el grupo de Honold, Correa y Parrocchia, con distintas políticas avanzaron en esa línea. Hasta que, en 1979, el Estado abandonó esa responsabilidad y se fragmentaron las ciudades.

–¿Qué sería rescatable, desde entonces?

–Las universidades nunca dejamos de pensar y proyectar, en Santiago los subcentros (polos de desarrollo alternativo), el eje Bulnes, la cobertura de la Norte-Sur, el anillo interior, el Mapocho y sus riberas, los cerros isla, muchos proyectos que integran territorio y ciudad, patrimonio y ciudad, promoviendo alianzas de Estado y mercado junto a ONG para integrar la participación ciudadana, pero las autoridades no oyen.

Sin embargo, no se declara pesimista. Piensa que, a todo nivel, el violento espectáculo que mostraron las pantallas de televisión impulsará una reflexión que podría llegar a generar un sentido de pertenencia de los habitantes respecto de su ciudad, si se invierte en obras que, como en Barcelona, sean “no iguales, pero sí equivalentes” entre los distintos sectores de las ciudades.

Pirque a inicios de siglo

Pirque a inicios de siglo

En la foto, el Palacio Las Majadas de Pirque construido el año 1907 por el arquitecto Alberto Cruz Montt. Actualmente, este funciona como hotel y centro de reuniones. Fotografía Archivo Familiar

DESPUÉS DEL 18/O

Según opina el subsecretario De la Cerda, hoy más que nunca el llamado es a dialogar y sumar aportes para enriquecer y llevar adelante esta iniciativa “tan necesaria para el país, las regiones y las comunidades”. Al menos ese es el espíritu de la comisión de cultura de la Cámara de Diputados, que a fines de noviembre retomó la discusión del proyecto.

“Esto es una materia bastante urgente. Tal como dijo el historiador del arte y experto en patrimonio, José De Nordenflycht, ‘esta es una urgencia acumulada’. Está muy bien que el debate se dé con tiempo, pero en este tema existe una tremenda deuda con el país y, por lo tanto, hay que estar a la altura”.