• Por Camila Carreño Carrasco
  • Fotografía Luis Barriga, César Cortés, Agencia Latitud Press

Chilenos todos

Bomberos, todavía quedan héroes

Es un estilo de vida, más que un voluntariado. Están comprometidos con su labor y no les interesa recibir un sueldo. Bomberos de Chile es la organización de la sociedad civil más reconocida por la población, según una medición desarrollada por el Centro de Políticas Públicas de la UC en 2016. Realidad que se confirma tras los incendios forestales que afectaron al país en el verano pasado. En ese momento clave mostraron, una vez más, el papel fundamental que juegan en las emergencias.

“Era una cosa impresionante. Extensiones de fuego enormes que se propagaban rápidamente de un lado a otro por la carretera. Paraban los autos y te decían ‘¡más allá hay una casa al medio del bosque que se va a quemar!’; o ‘¡hay un grupo de viviendas que están al lado de las llamas!’”. Así describe Juan Andrés Morales, bombero, 30 años, la experiencia de combatir los incendios forestales que se vivieron en las regiones de O’Higgins, Maule y Bio Bío durante el verano de 2017.

Integra la Bomba de San Miguel desde los 17 años, es terapeuta ocupacional de la Fundación Rostros Nuevos y fue a apoyar a los voluntarios locales en San Javier. Hasta hoy recuerda el color del cielo de un tono amarillo anaranjado. “Era una cosa horrible el calor y no tenías dónde respirar, si eso era humo todo el día. Humo, humo, humo. Había un momento en que tú querías levantar la cabeza, ver azul y respirar un poquito”. Para Juan Morales, esta experiencia fue agotadora: las jornadas empezaban a las nueve de la mañana y terminaban a medianoche. “El desgaste físico era alto y por lo mismo se hacían turnos para trabajar”, cuenta. Cada cuatro o cinco días llegaba un relevo de ocho personas.

La logística se coordinó a nivel nacional. “Establecimos un Sistema Nacional de Operaciones que tiene por finalidad coordinar las emergencias que superan la capacidad de una región”, explica Miguel Reyes, abogado y presidente nacional de Bomberos de Chile desde 2006, quien ingresó a la institución en 1966, cuando tenía 23 años. Después del incendio de Valparaíso en 2014, aprendieron una lección clave, los voluntarios no pueden actuar sin organización: “Hubo mucho desorden, porque llegó gente que no habían solicitado y se produjo una congestión de carros bomba que lejos de ser beneficiosa para solucionar los problemas impidió un trabajo más eficiente”.

La Jefa de la Unidad de Gestión de Riesgos y Emergencias del Ministerio del Interior, quien lleva la relación con esta organización, Alicia Cebrián, explica que dada la magnitud de lo que se vivió en enero y febrero y que las capacidades de los equipos de emergencia se vieron sobrepasadas, se activó la estructura del Sistema Nacional de Operaciones: “Se movilizaron recursos desde distintos puntos del país, a fin de dar respuesta a los siniestros simultáneos que estábamos viviendo”.

Así se coordinaron para que colaboraran equipos de bomberos de cinco regiones: Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins, Maule y Bío Bío. El apoyo logístico para que el bombero pudiera estar 24 horas trabajando fue responsabilidad de los distintos presidentes regionales, mientras el presidente del consejo de comandantes de la región se preocupaba de los carros, la dotación de hombres y el equipamiento.

De los 50 mil voluntarios existentes a lo largo de Chile, se movilizaron cerca de 5.000 personas y 360 carros bombas de distinto tipo. Específicamente, desde la Región Metropolitana acudieron a combatir los incendios forestales de la zona centrosur casi 2.000 bomberos, de los 9.800 que hay en total.

Como en esta ocasión las áreas afectadas se ubicaban en zonas rurales, la emergencia debió enfrentarse de una manera muy diferente a la que acostumbran los bomberos de zonas urbanas. Los tiempos de trabajo, la forma de propagación, los peligros que revierten, el tipo de material que se utiliza, el uniforme y la preparación son distintos. Muchos voluntarios viajaron para trabajar de acuerdo a las instrucciones de los expertos locales. Juan Andrés Morales reconoce la gran ayuda y labor que ellos desarrollaron en la zona de San Javier. Pese a esta ardua tarea, en la cual dos bomberos perdieron la vida, él destaca la parte gratificante: “En mi equipo logramos frenar un siniestro que podría haber quemado un caserío y ese era el granito con el que queríamos aportar”, afirma emocionado.

Una década de bombero

Una década de bombero

Pese a la ardua labor realizada durante los incendios del verano de 2017, el voluntario Juan Morales (en la imagen), se siente orgulloso de haber prestado su servicio durante esta emergencia, en la localidad de San Javier (VII región). Fotografía César Cortés.


Análisis de las organizaciones de la sociedad civil

El estudio “Las organizaciones de la sociedad civil desde la percepción de los chilenos: primer índice de valoración social en Chile 2016” contempló un análisis cuantitativo, que consideró un total de 1.500 casos, y un estudio cualitativo en el que se entrevistó en profundidad a 45 personas vinculadas a organizaciones de la sociedad civil.

Después de los Bomberos aparecen las juntas de vecinos y los clubes deportivos como entidades más reconocidas, pues están presentes “en la mayoría de los barrios”. En el caso de los últimos, Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas de la UC señala: “En casi todos los pueblos hay un club deportivo local que puede tener una expresión en disciplinas como la rayuela, el folclore, el fútbol, entre otros”.

Tito Vergara es presidente de la junta de vecinos del Parque Forestal. Para él estos espacios permiten que los gobiernos municipales entreguen solución a las temáticas que los vecinos sienten propias. Opina que estos organismos están absolutamente ligados a lo territorial: “Yo creo que la cercanía con los vecinos es el mayor atributo”.

Entre los problemas concretos que han enfrentado menciona el diseño de ciclovías, dificultades con las veredas, y los espacios que ha tomado el comercio “en desmedro de la vida barrial” y el diseño del Parque Forestal, entre otros aspectos.

Conoce más sobre el proyecto Sociedad en Acción en www.sociedadenaccion.cl

Una labor valorada

Ese rol clave que juegan estos voluntarios en las emergencias no pasa desapercibido. Según el Primer Índice de Valoración de Organizaciones de la Sociedad Civil, realizado en el marco del proyecto Sociedad en Acción del Centro de Políticas Públicas UC y la Fundación Chile Más Hoy (publicado a fines de 2016), el organismo aparece como la institución más conocida por los chilenos.

De acuerdo al Mapa de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), desarrollado por el mismo proyecto, en el país existen 234.502 entidades de este tipo, pero apenas el 18% de la población declara haber oído alguna vez sobre ellas. Las características de estos organismos son que no tienen fines de lucro, son autónomos, voluntarios y privados.

“Esta nación la construye el Estado, el sector privado a través del emprendimiento y la empresa, pero también la sostienen fuertemente los individuos que se agrupan en organizaciones de la sociedad civil para empujar una causa”, explica Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas UC. Por eso quisieron calcular este índice, que constituye “un esfuerzo importante por conocer la valoración que tiene la ciudadanía de estos organismos”.

Las tres dimensiones que considera el análisis son: capacidad, adaptabilidad y confiabilidad. “Yo creo que los bomberos son conocidos precisamente por estos ámbitos de la valoración. Ellos aparecen con un mayor nivel de reconocimiento porque, probablemente, en cada pueblo, en cada localidad, en cada barrio de Chile están presentes. Es una de las instituciones más unidas en términos de sus funciones y del nombre que las identifica”, señala Irarrázaval.

En esto coincide el director nacional de la División de Organizaciones de la Sociedad Civil del Ministerio Secretaría General de Gobierno, Camilo Ballesteros, quien afirma: “Territorialmente tienen mucha presencia, son parte de las comunidades. Además, es muy destacable que esta entidad constituya un espacio de voluntariado en una sociedad como la nuestra, que es bastante individualista; y que todavía existan personas dispuestas a entregar su vida en socorro de otros”.

Este compromiso también lo destaca Paula Streeter, coordinadora del proyecto Sociedad en Acción: “No es sorprendente que una OSC como esta sea así de valorada, cuando vemos que arriesgan su vida frente a una catástrofe, lo hacen de forma voluntaria y realmente porque tienen ‘la camiseta puesta’ por su rol en la sociedad y la organización que representan”.

Para Alicia Cebrián este primer lugar se debe a que “es un organismo con más de 165 años de servicio a la comunidad, donde la gente reconoce el esfuerzo y trabajo desinteresado que realizan y el aporte en las diversas emergencias que generan impacto en la comunidad”.

Gran preparación

Gran preparación

La carrera de bombero implica mucha preparación. Por ley ellos deben realizar cuatro cursos básicos, ocho para estar operativos y 14 de especialidad. Fotografía gentileza del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar.

Una forma de vida

“Lógicamente es un honor que la gente te reconozca como la mejor valorada dentro de todas las otras instituciones”, comenta el bombero Juan Andrés Morales con una amplia sonrisa. Sin embargo, dice que no se creen el cuento. “Yo pienso que la clave es que nunca hemos sobrevalorado la calidad que tenemos, sabemos que somos buenos, pero también sabemos que podemos cometer errores”, asegura.

Miguel Reyes, quien antes de ser presidente nacional se desempeñó durante 25 años como superintendente de su cuerpo de bomberos, en la Región del Bío Bío, y como asesor jurídico en la institución, es categórico al decir que el trabajo de los voluntarios se guía por cumplir sus objetivos: extinguir el fuego y atender las emergencias en el menor tiempo posible. “Pero indudablemente el reconocimiento de la ciudadanía nos estimula a seguir cumpliendo nuestra labor con mucha abnegación y sacrificio”, asevera.

Cree que la razón por la que los bomberos son tan valorados es porque la institución “está integrada por hombres y mujeres que entregan su trabajo en forma totalmente voluntaria, es decir, ellos actúan movidos por el sentimiento más noble del ser humano, que es el sentido de ayudar a la comunidad cuando hay una emergencia”.

Para ellos esta labor es más que un voluntariado. “La compañía se vuelve algo indispensable en tu vida y no lo reconocemos como un hobby ni un pasatiempo, yo creo que es un estilo de vida en el que estás acostumbrado a quebrar tu rutina diaria”, explica Juan Andrés Morales. Su jornada depende del llamado “en cualquier momento, a cualquier hora, en cualquier fecha. Cuando te toca, tienes que salir”, enfatiza.

A su vez, esta carrera también implica mucho estudio: según lo establece la Ley Marco de Bomberos de Chile, de enero de 2012, deben realizar cuatro cursos básicos, ocho para ser operativo y 14 de especialidad. A Juan Andrés Morales eso no le importa. Lo que le motiva es la familia que tiene en la bomba. Durante tres años, mientras estudiaba en la universidad, fue parte de la guardia nocturna, lo que significaba dormir en el cuartel de lunes a domingo para estar siempre disponible.

Aunque uno lleva 15 años de bombero y el otro más de 50, coinciden en que no se les debe otorgar un sueldo. “Hace 166 años que tenemos asumido que nuestra función es totalmente voluntaria y no remunerada. Eso nos permite entregar una colaboración a la comunidad, una ayuda que es mucho más valorada […]. Lo hacemos porque nos nace contribuir a mitigar ese dolor”, recalca Miguel Reyes. “Yo creo que, si tuviéramos un sueldo, esta labor dejaría de gustarnos, porque pierde el valor de lo voluntario, ya que a mí lo que me importa es ayudar”, enfatiza Morales.