• Por Carmen Rodríguez Frías
  • Fotografía Álvaro de la Fuente

Sociedad

La fuerza imparable de un emprendedor social

Jorge Rojas Zegers estudió Medicina en la UC y guitarra clásica en la Universidad de Chile. Y ha hecho confluir todas las pasiones de su vida hacia su gran obra, Coaniquem, el centro de rehabilitación de niños quemados más importante de América Latina, del cual es presidente. Aquí cuenta cómo logró las alianzas virtuosas que han hecho crecer su emprendimiento y a las personas que lo rodean.

La diferencia entre los emprendedores y los empresarios es que los primeros arriesgan más que los segundos. Así lo cree el doctor Jorge Rojas Zegers, artífice de Coaniquem, la corporación que atiende en forma integral y gratuita a ocho mil 700 niños quemados al año y cuyo modelo se ha exportado a 20 países.

Él era un médico recién titulado de la UC cuando concibió la idea de crear un centro para atender a niños y jóvenes con quemaduras. También era concertista en guitarra clásica: el primer licenciado en ese instrumento en la Universidad de Chile. Pero nunca había dirigido un emprendimiento social. La inspiración se la dio un golpe de realidad en 1976: estaba trabajando en el Hospital Roberto del Río cuando llegó a la Urgencia José Contreras, un niño de seis años que tenía el 68% de su cuerpo quemado, lo que le ofrecía un 1% de posibilidad de sobrevivencia. Jorge Rojas acababa de conocer, de un profesor extranjero, un tratamiento que usaba injertos de cadáveres. Decidió ponerlo en práctica y, a los 100  días, el niño estaba en su casa, a salvo. Pero venía la etapa de rehabilitación. Esa fue la primera señal de la necesidad de tener un centro para seguir atendiendo a los pequeños que sufren quemaduras y que, en su gran mayoría, provienen de estratos socioeconómicos desfavorecidos.

Y de inmediato pensó en grande. “Quería hacerlo en un barrio pobre, cercano a los cruces de carreteras y al aeropuerto”, relata. Le solicitó al alcalde de Pudahuel un terreno de tres hectáreas que cumplía estas condiciones. Y su cuñado, el profesor de Arquitectura Luis Goldsack, lo puso en contacto con el profesor Marcelo Etcheverry, quienes, con sus alumnos de la Universidad de Chile, diseñaron el proyecto. Los mismos estudiantes construyeron la primera parte con los materiales que compraron gracias a aportes de la ESSO. “Al comienzo, parecía una locura”, relata Jorge Rojas.

Desde el principio, el doctor vio la importancia de las alianzas. Y no solo con la ESSO. También con Cristalerías Chile, con la cual inició hace 18 años un programa de reciclaje de vidrio, un aporte importante en el financiamiento de esta obra. Sumó a la agencia Zegers DDB, con la cual constató la importancia de la imagen de marca, y luego a Turbus, que comenzó trasladando gratis a los pacientes de todo el país. Otro aliado fundamental ha sido el Rotary Club, clave en el crecimiento internacional de la organización.

 

El pulmón de Coaniquem

El año pasado, Coaniquem cumplió el récord de haber atendido a más de 100 mil niños desde su creación, en 1979. Hoy funciona en tres centros de rehabilitación en tres puntos equidistantes del país: Antofagasta, Santiago y Puerto Montt. Partieron en Pudahuel con una construcción de cien metros cuadrados: hoy es un edificio de cuatro mil metros cuadrados, donde funciona el centro en el que confluyen cientos de profesionales de la salud, de distintas especialidades y países, que vienen a certificarse en las prácticas de Coaniquem. El modelo de gestión de esta obra y el proceso de toma de decisiones que implicó su crecimiento es materia de estudio en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.

“Humanamente, esto no era razonable”, dice Jorge Rojas, en la terraza de su hogar, recordando los comienzos, cuando él y su esposa, la cardióloga María Ester Goldsack, tomaron la decisión de irse a Barcelona en 1978 a cursar estudios de perfeccionamiento. Allí ocurrieron varias cosas. Entre ellas, que el doctor Rojas realizó una investigación sobre la música para guitarra del siglo XVIII, con manuscritos de los monjes benedictinos de la Abadía de Montserrat. Además, integró un Grupo de Oración y Amistad que, desde hacía 10 años, se juntaba una vez al mes a rezar. Cuando volvió a Chile, al año siguiente, creó una iniciativa similar. Justamente esta noche, el grupo creado hace 34 años tendrá su reunión mensual y, mientras ocurre la entrevista, en la casa del doctor Rojas, en la comuna de Las Condes, se oye el ir y venir desde la cocina al comedor de los preparativos para el encuentro.

“Para mí, este grupo ha sido el pulmón de Coaniquem”, dice Jorge Rojas. Cuenta que la Corporación nació el 19 de abril de 1979 y su grupo de oración en Chile, el 29 de abril de ese año; es decir, 10 días después. “Yo vinculo la experiencia de la oración con Coaniquem”.

—¿En algún momento tuvo el temor de que las cosas no resultaran?

—No. Nunca he dudado ni claudicado. Pero estoy consciente de que para que esto funcione, debe darse un trabajo permanente de revisión, de actualización y de incorporar nuevas ideas y nuevos aliados. Al final, las cosas no resultan tal como uno las pensó. Y esa es la gracia.

—¿Qué le diría a los actuales emprendedores jóvenes?

—Primero, que se atrevan y que no tengan miedo a equivocarse. No importa errar sino saber rectificar a tiempo. Los emprendedores no son muchos en el mundo, solo algunas personas tienen ese carisma. Son distintos a los empresarios que calculan sus riesgos y toman sus decisiones sobre seguro. Los emprendedores arriesgan mucho y, por tanto, sus rectificaciones serán más frecuentes. En el caso nuestro, hay una incertidumbre que se sortea con el deseo vehemente de alcanzar el objetivo.

El Camino Correcto

El doctor Rojas se explaya en recomendaciones para los emprendedores jóvenes. No por nada fue elegido el Emprendedor Social del año 2012 por la revista Sábado de El Mercurio y la Fundación Schwab. Les aconseja “que no se achiquen”, que busquen a las personas correctas y que vayan por el camino correcto. “A veces se da la tentación del camino corto, fácil, pasando por encima de otras personas. Eso no funciona en un emprendimiento social”, dice. Y revela una clave importante para él: la Prueba Cuádruple del Rotary Club Internacional, que se basa en cuatro preguntas a la hora de negociar o buscar una solución: ¿Es la verdad?, ¿es equitativo para todos los interesados?, ¿creará buena voluntad y mejores amistades? y ¿será beneficioso para todos los interesados?

—¿Por qué recomienda alejarse del pragmatismo que suele verse en otros ámbitos?

—El pragmatismo y la política de “el fin justifica los medios” te destruye cualquier emprendimiento social, porque este se basa en la confianza que genera en las personas. Si eres incorrecto, las personas no van a seguir a tu lado.

Si Coaniquem se hubiera construido sobre la mentira o sobre caminos torcidos, tendríamos una pésima imagen y no habríamos logrado todo lo que tenemos. Y somos más de lo que se conoce.

Uno de sus más recientes desafíos, relata, es la formulación del “modelo ontológico-semántico” de Coaniquem. “Palabras misteriosas”, dice, pero que, explicado en simple, se trata de formular los fundamentos para cada una de las acciones que se realizan en todos los niveles de la institución y llevarlas a un software que representará “la inteligencia artificial de Coaniquem”. Para esta ambiciosa tarea, cómo no, cuenta con un nuevo aliado: la Universidad de Davis, en California, Estados Unidos.

Mucho de este conocimiento se encuentra en el área de educación a distancia de la institución, que ha tenido un fuerte desarrollo debido a la internacionalización del proyecto. También en el área educacional, Coaniquem firmó una alianza hace siete años con el DUOC-UC y, en noviembre pasado, un convenio con la UC para potenciar acciones conjuntas en las áreas de la medicina y la educación, al que concurrieron tanto el rector Ignacio Sánchez como los decanos de las facultades de Medicina y de Educación.

—Como exalumno, ¿qué le dejó la UC en términos de formación, tanto académica como personal?

—De la UC recibí una muy buena formación como médico general; también valores de respeto a la persona y de ver a Jesucristo en los demás. Eso lo aprendí de mis propios profesores, entre ellos los doctores Arturo Jarpa y Santiago Soto. Ellos me mostraron la forma de hacer medicina que es la base de lo que hacemos en Coaniquem: hemos creado un modelo de atención que se caracteriza por tener en su centro al niño quemado, considerado en su integridad como persona. Además, en la Escuela de Medicina UC tuve compañeros de curso que han sido muy importantes, como el doctor Julio Pertuzé, hoy director de Pregrado. Son personas que me han acompañado toda la vida. Entre ellas, mi propia esposa, a quien conocí allí, pues fue una de las seis mujeres que entró a Medicina UC ese año. Ella es mi gran compañera.

—¿Qué importancia ha tenido en todo esto su señora y su familia?

—Ha sido clave. Este emprendimiento es una co-creación y lo hemos hecho desde nuestra familia. Para mis siete hijos, Coaniquem es el octavo hermano. De hecho, varios de ellos colaboran de distintas formas en la organización. Muchas veces un emprendedor se enfrenta al dilema: o mi emprendimiento o mi familia. En mi caso, Coaniquem pasa a ser una misión de la familia completa y eso es lo lindo, porque le da coherencia a nuestra vida. El doctor habla de las innumerables veces en que sus hijos participaron, junto a sus compañeros y amigos, de las colectas de Coaniquem. Hoy, una de ellas trabaja como pediatra de la institución. Y, a su vez, el mismo doctor Rojas ha puesto, literalmente, su talento musical al servicio de sus obras. Por ejemplo, él ha estado a cargo de la realización y ejecución musical de las presentaciones de teatro que sus hijas han hecho en el colegio Las Ursulinas. Luego, más de alguna de esas obras se han presentado a beneficio de Coaniquem. Esto, sin contar el desempeño artístico del propio Jorge Rojas, como concertista en guitarra. A solicitud de la fundación norteamericana que apoya a la institución Coaniquem BCF (Burned Children Foundation), el doctor lleva 12 años realizando conciertos anuales en Estados Unidos. “Mi música se convirtió en un regalo para los niños quemados”, resume.


Más que rehabilitación

Los objetivos de la corporación de ayuda al niño Quemado, Coaniquem, son:

  • Brindar rehabilitación integral y gratuita a los niños con secuelas de quemaduras.
  • Prevenir las quemaduras en los menores de 18 años.
  • Capacitar a profesionales y técnicos de la salud que se enfrentan a esta problemática.
  • Realizar investigación científica orientada a mejorar los tratamientos de los niños con quemaduras.

El resultado de esta tarea es que, en sus 32 años de vida, ha atendido en forma integral y gratuita a más de 100 mil niños con quemaduras junto a sus familias, ha capacitado a más de 12 mil monitores en prevención de quemaduras infantiles en chile y más de 600 en Latinoamérica; y regularmente ofrece cursos de especialización a profesionales y técnicos de la salud, siendo un referente internacional en este tipo de formación.

como institución privada sin fines de lucro, recibe aportes a través de donaciones de particulares, coronas de caridad, saludos de matrimonio, nacimiento y a los enfermos, tarjetas de navidad, entre otros. Pero, sin duda, una de las campañas más vanguardistas y exitosas ha sido “reciclando… el vidrio ayuda”, que se realiza en conjunto con cristalerías chile. esta empresa compra el material recolectado, para luego reutilizarlo. el dinero recaudado a través de esta actividad, cubre parte de los gastos operacionales de casabierta, lugar que acoge a los menores de lugares apartados, manteniéndoles su continuidad escolar a través de su escuela hospitalaria, conocida como Ámbito de acogida.

 

—¿Esto lo ha inspirado en el resto de su quehacer?

—Absolutamente. La creación ha sido parte de esto. Yo tengo más de cien obras de música escritas. Esto te lleva a tener habilidades constructivas, lo que se relaciona con las capacidades de diseñar políticas y estrategias. Se produce la destreza de figurarse situaciones futuras y de ser capaz de compartirlas con los demás para alinearlos en un propósito, un horizonte. En eso, la música ayuda mucho.

—Al estar creando su obra en Coaniquem, ¿ha tenido sensaciones parecidas a las de su creación musical?

—No hay ninguna duda. De alguna manera, siempre hay una sola fuente de inspiración, tanto para la musical como para el emprendimiento. Y son emociones que uno siente y que vienen de Dios. Nosotros tenemos que decodificarlas y expresarlas. Todo viene de nuestra comunicación con Dios, por eso es tan importante nuestra vida espiritual. La vida religiosa, la oración, es un medio para entender procesos y encontrar hacia dónde caminar. La creación musical es imperiosa: tienes la necesidad de escribir eso, de sacarlo fuera de ti. Igualmente, en un emprendimiento como Coaniquem se produce la necesidad de hacerlo, pero no significa que uno sepa cómo. Por eso, hay que trabajar en equipo y tener un liderazgo participativo.

—A usted, ¿qué lo inspira?

—El servicio, el servir a los demás. Viene de las necesidades que uno ve en la realidad. Lo importante es estar conectado con la realidad. En este caso, con los niños quemados, con sus familias, con su realidad social. Tú absorbes esta realidad y la llevas a tu interior en la oración. Es la integración del mundo sobrenatural y del mundo real y físico en ti mismo.

 

Guitarrista. Sus estudios de guitarra clásica le han permitido colaborar con Coaniquem desde otra vereda, ofreciendo conciertos a beneficio.