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  • Revista Nº 155
  • Por Enrique Núñez Mussa

El libro que me marcó

Tao Te Ching: el arte de gobernar la vida

Este libro lo tomé por necesidad. Requería a un mediador para conversar conmigo. Un ecualizador capaz de ordenar los sonidos propios. Era el invierno en alemania, del año 2014, pero no recuerdo el frío. vivía solo en un departamento diminuto. Hacía un par de meses había recibido por teléfono  la sorpresiva noticia de la muerte de mi madre en la otra punta del mundo, había terminado recientemente una relación con una mujer importante en mi vida y pasaba horas silenciosas encerrado en una biblioteca, leyendo y escribiendo para mi tesis.

Pocas veces tuve tanto silencio y como pocas, sentí que había tanto ruido. No sé si los libros indicados llegan en el momento correcto o si es uno el que se predispone a leerlos desde el lugar correcto. A mí este libro me cambió la vida y, si no lo hubiese leído en el preciso momento en que lo hice, me cuesta imaginar quién sería hoy. Todo lo que vino después ha estado influenciado por esa hora y media de lectura frente a un computador.

La responsabilidad se la atribuyo de manera indirecta  a Gastón Soublette. en mi búsqueda de conversaciones y respuestas, me dedicaba a ver entrevistas viejas en Youtube. ahí encontré la del académico. Gran parte de la entrevista  se centró en el Tao te ching, el libro atribuido a Lao Tse, considerado uno de los primeros tratados de filosofía política en la historia. No he querido volver a ver la entrevista porque ahora, creo, no tendrá ese sentido primario de hallazgo y perderá esa sensación reconfortante y algo nebulosa provista por la nostalgia. El texto me intrigó y lo busqué en Google con urgencia. Lo leí de una sentada. En este, la política sacada de las minucias de la negociación cotidiana ofrece una lectura más amplia sobre el arte de administrar el poder, que es también sobre cómo gobernar la vida. En esa época leía sobre política a diario para mi tesis, pero nada se parecía a esta manera de mirarla.

El fragmento que más me impactó fue: “La causa por la que padezco dolor es mi propio cuerpo. Si no lo tuviese, ¿qué dolor podría sentir? Por esto, quien estime al mundo igual a la fortuna de su propio cuerpo, puede gobernar el mundo. A quien ame al mundo como a su propio cuerpo se le puede confiar el mundo”. Comencé a reflexionar sobre el cuerpo como un país propio, donde el primer paso era aprender a aceptar el dolor. Luego debía tomar las decisiones correctas para empezar a amar mi cuerpo como al mundo. Partí por la alimentación, tanto la física como aquella que nutre el intelecto. Era un ámbito que solo dependía de mí. Pienso en el actual presidente de Estados Enidos y su adicción a la comida y a la televisión chatarra e inevitablemente lo asocio con la incontinencia de su chatarra verbal, que me hace dudar de su capacidad de gobernar a otros.

Después de leer el libro, dejé el azúcar y la comida poco saludable, empecé a hacer deportes y comencé un diario de lecturas sobre el proceso de duelo para ir controlando mis avances. Fue un espacio protegido, de control, desde ahí pude construir mejores relaciones diplomáticas y tratados de intercambio con el mundo. De forma natural eso me permitió ir escuchando la música con mayor claridad.

El Tao aparece definido como un “río que fluye en todas las direcciones”, y más que combatir su devenir natural hay que estar dispuesto a navegar su caudal, por tentador que sea arrancar a la orilla o aferrarse a una piedra, mi interpretación fue que era una invitación a asimilar y dejarse llevar.

LAO TSE

LAO TSE

Tao Te Ching, Libro Del Tao y de su Virtud. Comentarios Gastón Soublette, Editorial Cuatro Vientos, 1990.