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  • Revista Nº 152
  • Por Revista Universitaria

Reseñas

La ciudad amarga. Relectura personal de Neruda


En Francia, como agregado cultural con Pablo Neruda de embajador, Gastón Soublette tuvo una perspectiva privilegiada para observar y analizar al Premio Nobel. Ahora, y a partir del autobiográfico Memorial de Isla Negra, el autor se introduce en la cosmovisión de mundo. Ahí está el Neruda maduro y menos egocéntrico, el que escribe, por ejemplo, que: “Quien descubre el quién soy, descubrirá el quién eres”. El conocimiento de sí mismo sería un imperativo moral y, además, un requisito para aproximarse a los demás, como descubriera el poeta en su experiencia de vida. Soublette encuentra en ese libro, y en los siguientes, una sapiencia que purifica su lenguaje y lo despoja de una retórica previa y muchas veces excesiva. Es el Neruda que indica “mi oficio/ fue/ la plenitud del alma”. La ciudad amarga es la dura realidad creada por el ser humano, lo opuesto a la naturaleza. Poeta solitario, rodeado de mil amigos y tantos amores, no logra saciarse, por su condición de ser humano: “Siento que soy la aguja de una infinita flecha/ y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca/ tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno…”. En ese proceso, en el que Neruda hirió a personas cercanas, superó la arrogancia juvenil. Y reconoce: “Sucede que me canso de ser hombre…”. La soledad absoluta cuando fue cónsul en el Lejano Oriente coincide con su etapa de abusos a su mucama y a su esposa. La padece, la sufre, pero le habría abierto una puerta hacia la trascendencia. Esto, y es la tesis que elabora Soublette, coincide con el devenir de las sociedades occidentales en las décadas siguientes, cada vez más sumidas en incertidumbres y confusiones, necesitadas de sentido y razón de ser. Como todo gran artista, Neruda habría encarnado los dolores que asomaban en el horizonte: “Veo las muertes que están entre nosotros, desde ahora,/ y respiro en el aire la ceniza y lo destruido,/ el largo y solitario espacio que me rodea para siempre”. Su tristeza no desaparece, sería un sino en su vida y en su poesía.

Gastón Soublette, La ciudad amarga, Relectura personal de Neruda, Santiago, Ediciones UC, 2018