Historietas: más que un libro de cómic
La historieta ha tenido grandes dificultades para encontrar un espacio definido en el mundo, como medio de comunicación, como obra de Literatura o de Arte. La publicación de Road Story, de Alberto Fuguet en 2007, dio paso a la nueva etapa de oro que la historieta nacional vive a partir del siglo XXI. Gracias a la masificación de las tecnologías y las redes sociales ha emergido la novela gráfica. Aquí les presentamos fragmentos de Ídolos y 1899, cuando los tiempos chocan, realizados por dos destacados autores nacionales.
En 1978 el dibujante norteamericano Will Eisner publicó Contrato con Dios, un cómic que él denominó “novela gráfica”, concepto que comenzó a hacerse conocido en el mundo de la historieta. Más adelante, en 1992, la entrega de los premios Pulitzer tuvo algo fuera de lo usual: el “historietista” norteamericano de origen judío Art Spiegelman ganó un reconocimiento en la categoría Premios Especiales y Citaciones por su novela gráfica Maus: relato de un superviviente. Este premio, que tiene entre sus categorías más conocidas el periodismo y la literatura, junto al nuevo concepto acuñado por Eisner, abrieron una importante discusión en cuanto a la apreciación del cómic: ¿puede ser considerado Literatura? Y siendo más incisivos: ¿existe la novela gráfica?
Al respecto conviven diversas posiciones: mientras algunos la definen como un cómic extenso y narrativamente denso, otros piensan que no es más que una estrategia del mercado que busca insertarlo en el mundo de las editoriales. Esto último, debido en parte a los prejuicios que la historieta cargó en su época de gloria a mediados del siglo XX, como por ejemplo ser un producto de evasión y entretenimiento dirigido a niños o nerds, o bien revistas de material barato producidas por artistas marginados de las bellas artes.
La historieta nunca ha tenido un espacio definido como medio de comunicación, ni como obra de Literatura o Arte. Esto se condice con el panorama de esta disciplina en Chile luego del golpe de estado de 1973, cuando la publicación masiva de estas obras casi desapareció y lo que se conocía y consumía eran las revistas con personajes de Disney.
Avanzada la década de 1980, el cómic volvió a tener tribuna gracias a una serie de revistas juveniles surgidas como respuesta al autoritarismo y la censura de la época. En aquellos años eran producidas por y para personas que pertenecían a una cultura alternativa y vanguardista, que no contaba con muchos recursos para producir sus obras. Así, durante esos años estos trabajos fueron una importante vía de escape a la realidad política y social que se estaba viviendo en el país, cuya efervescencia, irónicamente, desapareció con la llegada del primer gobierno democrático.
De acuerdo al investigador Carlos Reyes, esto ocurrió porque no funcionaba como mercado o los intereses de los artistas no estaban relacionados con los del gran público. Ante este panorama, los dibujantes continuaron su trabajo de manera independiente y sin mayores repercusiones. Eso hasta que en 2007 se publicó la que es considerada por muchos como la primera novela gráfica chilena: Road Story (2007, Alfaguara), escrita por Alberto Fuguet y dibujada por Gonzalo Martínez. Este libro, junto con constituir un hito al abrir un lugar al cómic chileno en el medio editorial tradicional, también resultó importante porque dio paso a la nueva etapa de oro que la historieta nacional vive a partir del siglo XXI, cuando gracias a la masificación de las tecnologías y la popularidad de las redes sociales adquiere visibilidad la obra de una gran cantidad de autores (que escriben sus guiones y dibujan).
También la labor de equipos de trabajo (duplas escritor-dibujante o grupos más numerosos, con roles en la producción a la manera industrial, pero en rigor artesanal, aunque mediada por la tecnología). Esta nueva condición tecnológica para realizar cómic otorgó a los creadores la libertad para no depender de un sello editorial que los publique, así como tampoco de la impresión en papel como la única manera de difundir su trabajo. Además, generó el espacio ideal para que las temáticas de las historietas cambiaran: el ánimo de parecerse a los trabajos europeos o norteamericanos va desapareciendo para que hoy predominen contenidos con referentes locales, así como también es notable la apertura a diferentes temáticas, entre las que destacan el rescate patrimonial, cultura y personajes, historia reciente, feminismo, patriarcado, amor, LGBTI, entre otros.
Y así como las temáticas se abrieron, también los géneros son diversos. Entre los más destacados, o mejor dicho, aquellos que más producción tienen, están la ciencia ficción y las llamadas “escrituras del yo”, dentro de las que encontramos la autobiografía y los diarios íntimos. Y así como se encuentran historias que fueron proyectadas desde un inicio como narrativa gráfica, hay otras que son versiones “dibujadas” de obras publicadas anteriormente.
Por otra parte, son las editoriales más pequeñas (independientes) las que más apuestan por este tipo de trabajos. Novela gráfica o cómic, lo cierto es que es un lenguaje muy bien aceptado sobre todo en el público joven, que desde pequeño ha estado visualmente sobreestimulado, además de necesitar lectores activos que decodifiquen los signos y símbolos para resignificar la narración y darle sentido. Tal vez se está cumpliendo lo que el psicomago y artista Alejandro Jodorowsky declaró en la revista nacional de historieta Trauko el año 1991: el cómic es la Literatura del futuro.
El universo de Maliki
La artista Marcela Trujillo, también conocida como Maliki, no es nueva en el mundo de la historieta. Desde fines de la década de 1980 publicó viñetas en la revista de cómic Trauko (que durante el mes de abril volvió a circular). Luego de un largo camino por la pintura, retomó su personaje en The Clinic, además de publicar numerosos libros.
Ídolo es el primer trabajo que la misma Trujillo define como novela gráfica, y aunque en general es la autobiografía el género que cultiva esta dibujante, también ha reconocido en diferentes entrevistas que se trata de autoficción. Es decir, una historia basada en hechos reales (autobiografía) que son ficcionados en diferentes aspectos, por ejemplo, cambiar los nombres o los lugares. Así, se difuminan los límites entre realidad y ficción.
Con las páginas abarrotadas de detallados dibujos en blanco y negro que hacen que el lector se sumerja en la historia y en los diferentes mundos (“real” y ficticio) donde acontece, Maliki cuenta su experiencia en un encuentro de dibujantes en Lima, en el que conoce a su autor favorito. Este libro, con sus casi 300 páginas de humor y amor, es de lectura rápida. Sin embargo, y en la medida que avanza la historia, el subconsciente pide una segunda revisión que permita reparar en las diferentes viñetas que lo componen, que son una verdadera obra de arte. En Ídolo se cumple la máxima de la narrativa gráfica: la historia necesita del dibujo y viceversa para conformar un relato verosímil (aunque sea ficción), coherente y fascinante.
Un tesoro de acción y fantasía
Esta es la primera novela gráfica del escritor best seller de ciencia ficción nacional Francisco Ortega. Si años después en la exitosa Mocha Dick fue equipo con el reconocido dibujante Gonzalo Martínez, en este proyecto contó con el lápiz y talento de Nelson Dániel, reconocido por su contundente trabajo de ilustración y dibujo de ciencia ficción, la novela gráfica Lucca (escrita por Pilar Palacios, editada por Ocho Libros en 2010), entre otras obras.
Editada por Norma en 2011, 1899 forma parte del creciente grupo de novelas gráficas nacionales dedicadas a la ciencia ficción y que contribuyen al nutrido desarrollo de este género en Latinoamérica. Esta entrega de Ortega y Dániel se destaca por tener elementos de rescate histórico: nos presentan una nueva versión de las consecuencias que tuvo el Combate Naval de Iquique para nuestro país.
En el relato los trenes andan por el cielo, la policía cuenta con seres de metal que detienen a los delincuentes y se produce el descubrimiento de la Metahulla: mineral azul que es empleado como un arma letal y que convirtió a Chile en una superpotencia mundial. Este libro es un tesoro de acción y fantasía que no se ha vuelto a editar y que por el momento solo está disponible, de manera segura, en las bibliotecas públicas nacionales y municipales, o bien en los libros usados. Sin embargo, vale la pena aceptar la invitación que nos hace a mirar desde otra perspectiva la historia y a apreciar y sumergirnos en la lectura de un relato muy entretenido y maravillosamente dibujado.