nube de palabras relacionadas con el concepto de digital humanities
  • Revista Nº 150
  • Por Carolina Loyola Estay

Dossier

Humanidades digitales: el trasfondo numérico de las letras

Con usuarios cada vez más conectados, la creación de contenidos permite que los ciudadanos participen en la construcción de conocimiento. Esto nos conduce a la consolidación del campo de las “humanidades digitales”.

A primera vista parece contradictorio. ¿Las humanidades dialogando con la cibernética? O, más aún, ¿epistemológicamente creando nuevos conocimientos bajo una rigurosa reflexión crítica? Desde su origen renacentista, la studia humanitatis se caracterizaba por el estudio de la cultura humana a través de una metodología que relevó las particularidades, sin crear leyes o postulados generales. De ahí la eterna división entre ciencias sociales/humanas y las ciencias naturales.

Sin embargo, la disrupción de la cibernética a mediados del siglo XX,  y su utilización como herramienta metodológica, en el caso de los humanistas permitió que, por vez primera, se pudiera cuantificar lo cualitativo, o lo que muchos entendieron como la aplicación del método científico a los estudios de la cultura y el pensamiento humano.

Desde entonces, el trabajo con las estadísticas e incluso la extracción de datos cualitativos desde textos, y su introducción en tecnologías que convierten la información en números, permitió relacionar y visualizar datos solo en cuestión de segundos.

En 1948, el matemático estadounidense Norbert Wiener reinventó el concepto de la cibernética, desde el vocablo griego kubernetes (timonel, gobernar) y la definió como “la ciencia de la dirección y comunicación entre los organismos vivos y las máquinas” (Cibernética y sociedad, 1969). Este trabajo marca su concepción inicial sobre este término como ciencia multidisciplinaria y la definición de la inteligencia artificial como un área del conocimiento.

De ello se aprovecharon los cientistas sociales para sus análisis cuantitativos, cambiando las antiguas plantillas rellenadas a mano por un computador capaz de procesar miles de datos a la vez. La historiografía también se vio beneficiada, sobre todo aquella que analizaba datos económicos. Así, en la década de los sesenta se dio inicio a una nueva rama: la cliometría.

Con los años, y gracias a la masificación de los computadores, la utilización de metodologías cuantitativas se benefició ampliamente. No solo por la disposición de ordenadores personales (PC), sino también a través de la creación de softwares cada vez más enfocados en coadyuvar en el trabajo de las ciencias humanas. Un ejemplo de ello son los gestores de referencias bibliográficas (Mendeley, Zotero o EndNote, entre otros) que hoy en día reemplazan, incluso a nivel institucional, a los antiguos ficheros.

Estas nuevas apps permiten al usuario crear, almacenar, organizar, compartir e insertar referencias bibliográficas recogidas de diversas fuentes de información.

El uso de la tecnología para las humanidades va más allá del aspecto metodológico y se inserta en el corazón de la epistemología. Con usuarios cada vez más conectados, la creación de contenidos permite que los ciudadanos participen en la construcción de conocimiento.

Esto nos conduce a la consolidación del campo de las “humanidades digitales” y es, a la vez, uno de sus aportes más notables: la democratización del conocimiento.