La era de la poligamia editorial
Hay una foto. Seis autores se abrazan en Barcelona. Son liderados por la misma agente literaria, Carmen Balcells, y publicaban mayormente en la misma editorial, Seix Barral. Son el llamado Boom latinoamericano.
Hay otra foto, varios escritores chilenos en los años 90 publican mayormente en la colección Biblioteca Sur de editorial Planeta; son la llamada Nueva Narrativa.
En estos días no hay una foto única de los literatos, son tantos que no cabrían en una imagen fija. Es más, hoy en día es tan diversa y heterogénea la muestra de voces que sería imposible fotografiarlos en un espacio común.
Además, ese “canon-foto” siempre fue injusto, dejaba fuera muchos autores valiosos que desarrollaban proyectos de modo paralelo. Por ejemplo, es imperdonable que en el Boom latinoamericano no se incluyera el trabajo de Manuel Puig, Clarice Lispector, Elena Garro y Guimarães Rosa, entre otros.
Nadie niega que en los movimientos antes mencionados, que conformaron un tipo de canon, hubiese grandes escritores y obras maestras, pero hoy la dinámica es distinta: múltiples cánones conviven al mismo tiempo. Está el canon de la academia, del mercado, de la edición independiente, de la Literatura más alternativa, el canon de los premios, el de los pares, de la literatura de pueblos originarios.
A veces los espacios de legitimación coinciden o se superponen, otras no. Los registros son infinitos, está la memoria política, la intimidad, la narrativa histórica, la ciencia ficción, escrituras más experimentales, la problematización de la vida en regiones, el paisaje como tropos. No sabría definir el sello de nuestras letras actuales, en temas y estilos, porque son múltiples, pero sí distingo algunas transformaciones.
Lo anterior tiene que ver con un territorio literario habitado por múltiples sellos independientes, se habla de más de cien. A las ya consolidadas Lom, Cuarto Propio y Ril se sumaron los últimos años sellos más jóvenes como Cuneta, Hueders, Alquimia, Ceibo, La Pollera, Lecturas y Montacerdos. Y siguen surgiendo más, Emergencia Narrativa, Cuaderno de Tiza, Overol y más.
También ha habido un revival de las universitarias, como Universidad Diego Portales y Alberto Hurtado. Hoy seguramente tiene más fuerza el gremio de los editores, unido bajo el organismo de los editores independientes, que el de autores, como por ejemplo, la sociedad de escritores.
Esta atomización tiene sus desafíos, por ejemplo, el tiraje de los libros ha bajado, la demanda de estos se encuentra repartida entre más nombres. A veces da la sensación de que hay más autores que lectores. Existe la posibilidad, incluso entre lectores avezados, de no conocer a todos los autores ni a todas las editoriales que están publicando. Por otra parte, implica muchas veces reducir tirajes, fraccionar las efímeras ganancias.
Subsistir no es fácil. Estas casas editoriales deben moverse con pequeñísimos equipos humanos para cumplir con diseño atractivo, presencia en varios eventos y puntos de venta, un manejo atractivo en las redes sociales, corrección de estilo, administrar la correspondencia, leer manuscritos, hacer contratapas llamativas, mantener una relación dinámica con la prensa de papel y digital. De todos modos, más que competir entre ellas se potencian unas con otras, logran visibilidad, crean comunidad.
Así, se genera un apetito por los libros o una demanda que sigue a la aparición de nuevos autores, colecciones y más de un evento literario como las ferias establecidas: Feria del Libro, Primavera del libro, y otras esporádicas. Es más, editoriales multinacionales no son incompatibles con editoriales independientes, editores y autores pasan de un lado a otro sin problemas. Hay otra transformación, han surgido las ediciones múltiples.
Por muchos años se mantuvo una falacia en el universo de los libros. Esa ilusión compartida de que, si una obra se publicaba en un sello grande, generalmente en España, luego recorría el mundo de habla hispana. Si bien eso sucede con un puñado de títulos, quizás con unos cinco por país, que están en ocasiones amparados por un premio (la gira de Alfaguara) y en las cifras de ventas (los llamados best sellers), la mayoría de los libros no cruzan fronteras. Por eso ha sido muy acertado este modelo alternativo, permitido por las editoriales independientes, de que un mismo texto es publicado por varias editoriales locales en distintos países; algo que –incluso de modo algo sensacionalista– he llamado “poligamia editorial”.
El modelo de edición local permite que sus publicaciones tengan precios razonables, de la mano de mediadores del lugar, con un circuito de distribución conocido. Yo misma he experimentado ese circuito, y ha sido muy gratificante. Uno de mis libros de cuentos ha sido publicado en Chile, México, Argentina, España, Cuba, Dinamarca; estoy segura de que su recorrido ha sido más expansivo en este formato. Además, creo que la fórmula multinacional representaba un modelo rígido y colonialista, ya que un país, fuera el que fuera, oficiaba de “potencia” y dictaba lo que se leía y cómo estos volúmenes circulaban.
Me interesa este incipiente movimiento de ediciones locales latinoamericanas que generan colaboración y distribuciones más democráticas y misceláneas; de ese modo, se difumina la concentración de poder y las jerarquías. Los libros tienen múltiples circuitos, algunos, de una u otra forma, se abren paso, pero quizás habría que repensar cómo conquistar a una población que cada vez lee menos, con una fuerte presencia de lo audiovisual y lo digital. Y, también, proponer que la Literatura chilena no sea un “asunto de nicho”, a veces en las librerías se ven más títulos de autores extranjeros que de locales. No es que esto sea malo en sí, pero hay un desajuste: la Literatura chilena no goza de prestigio en su país, pero sí afuera, donde los autores son invitados, traducidos, estudiados y discutidos. Esto es algo que también sucede con el cine chileno, especialmente los documentales y películas no comerciales.
Despertar el interés y la circulación es una tarea pendiente. Este modelo más horizontal, disperso y amplio nos desafía a nuevas formas de alianza y acciones para que la Literatura, el mejor laboratorio de la moral, la memoria y las emociones, adquiera la relevancia que merece.