manuscrito, literatura
  • Revista Nº 149
  • Por Rodrigo Cánovas Emhart

Dossier

Literatura Latinoamericana en la posmodernidad

Después de la explosión del Boom latinoamericano, la Literatura se enfrenta a un nuevo escenario.  Quedaron las obras, pero el modelo mental desde el cual eran leídas cambió, pues la fe y la pertenencia a un solo cuerpo social y simbólico fue difuminándose.

Aun cuando el escritor no haya perdido su aura (un halo que lo sitúa como un animal resistente a los modos cotidianos de vivir de los comunes mortales), lo cierto es que desde inicios del siglo XX en Hispanoamérica su actividad tiene un precio en el mercado. Y este no es muy alto: sus libros (novelas, poemarios, cuentos) no le alcanzan para vivir y debe, entonces, realizar otras actividades que le permitan comer y vestirse. Así, son el periodismo y la academia los refugios creativos para desarrollar su oficio, inserto en el sistema económico actual.

Más allá de las miserias de los artistas, en los tiempos de la llamada modernidad (de la creencia en los grandes relatos: en el amor, en los cambios sociales, en los grandes liderazgos), el escritor se sitúa como un actor privilegiado de su tiempo. El ejemplo más reciente es la experiencia del boom de la novela hispanoamericana, que se cristaliza con el surgimiento de nuevas voces y obras en los años 60 y permite el rescate de figuras y obras anteriores y que se extiende hasta hoy.

¿Cómo surge el boom? Primero algunas casas editoriales (siendo la más relevante Seix Barral de España) corren el riesgo económico de apostar por jóvenes figuras hispanoamericanas. Esto teniendo en cuenta un lector nuevo, ansioso de ver plasmado sus sueños de transformación existencial del mundo americano, en estructuras lingüísticas complejas que lo liberaran de ciertos esquematismos conceptuales e ideológicos. No hay que olvidar que más de un editor había dejado de lado el manuscrito Cien años de soledad, por considerarlo demasiado enredado por la repetición de nombres y la dificultad de seguir una historia contada con muchos vaivenes temporales.

El boom es una explosión mental que libera una imagen: lo americano, expuesto en un lenguaje soñado como exclusivo. El realismo mágico, el realismo maravilloso, lo fantástico rioplatense y lo monstruoso donosiano permiten al lector hispanoamericano pensar que puede cambiar el mundo. En esos años 60 los escritores disputan el sitial simbólico del poder con políticos y científicos sociales, interviniendo en congresos continentales y, por supuesto, visitando la isla de Cuba, promesa de futuro.

fotografía Julio Cortazar

Interacción con el lector. En la actualidad muchos escritores están explorando una Literatura hipermedial, que permite elegir diferentes secuencias de acción al compás de un clic. Sin embargo, la novela Rayuela de Julio Cortázar ya había simulado este juego y, mucho antes, varios relatos de Jorge Luis Borges. Fotografía Sara Facio.

 

LA CONDICIÓN POSMODERNA

¿Qué fue del boom? Quedaron las obras, pero el modelo mental desde el cual eran leídas cambió, pues la fe y la pertenencia a un solo cuerpo social y  simbólico fue difuminándose. A los personajes construidos al amparo de un árbol paterno le siguen las voces derivadas de sus  exclusiones:  primero los adolescentes (todavía optimistas, como los de Antonio Skármeta), los hijos e hijas infartados de orfandad (todo el fin de siglo latinoamericano: Diamela Eltit), hasta llegar, en este siglo XXI, al microcosmos de vidas solo sostenidas por su individualidad corporal (Mario Bellatín).

Las fuerzas centrípetas del ímpetu vital se vuelven en su contrario: en fuerzas centrífugas que liberan energías que se suponía no existían; un mundo validado por fragmentos que esconden otros mundos. Hay un corte profundo. De la condición moderna pasamos a la posmoderna, es decir, a la incredulidad con respecto a los grandes relatos. Las historias se hacen microhistorias, los personajes avanzan sin base que los sostenga (pero  igual se desplazan), un “nosotros comunitario” se resuelve en una instancia donde “alguien solo se tiene a sí mismo”. 

Tengo la impresión de que la realidad se complejiza, destapándose una segunda realidad, gobernada por un “giro subjetivo” que permite tomar la palabra desde la primera persona con plena autoridad. Se mezclan libremente muchos tipos de discursos. Se desarman conceptos que tenían patente de  autenticidad  (sexualidad, humanidad, ficción) e irrumpen (ahora de modo rotundo y definitivo) voces de mujeres, muy disímiles entre sí.

No extraña entonces que el género autobiográfico (los parajes del “yo”) sea uno de los centrales para explorar un mundo incoloro; y que géneros menores (como el cómic) representen situaciones  y  actores imposibles de imaginar en una novela (boom incluido), puesto que apuntan a una lógica distinta de apreciar y sentir el mundo, ligada en este caso a la imaginación de los mass media en su versión digital.

En la actualidad muchos escritores están explorando una literatura hipermedial, que permite elegir diferentes secuencias de acción al compás del clic. Al respecto, anotemos que la novela Rayuela, de Julio Cortázar, ya había simulado este juego y mucho antes, varios relatos de Jorge Luis  Borges; pero esto lo descubrimos solo ahora, al leer las novelas digitales. ¿Cuánto cambiará la Literatura en el futuro? ¿cuánto se desfigurará?

 

Un chileno en el boom.

Un chileno en el boom.

Autor de una obra narrativa abundante, José Donoso integró la generación del Boom latinoamericano y continúa siendo uno de los narradores chilenos de mayor trascendencia en el mundo. Trabajó incansablemente hasta el final de sus días. A partir de 1990 escribió cinco novelas, dejando incluso muchos proyectos literarios sin terminar. Fotografía Elisa Cabot.

AUTENTICIDAD SIN PRECIO

¿Significa todo esto que la vida moderna está en vías de extinción y que simplemente no nos hemos dado cuenta de que el cambio es irreversible? Obviamente no es así. Existe una ruptura, pero también hay continuidades. En realidad, en las sociedades subsisten muchas esferas que conviven separadas, se traslapan y mezclan. Así, en la Literatura hispanoamericana resurgen los testimonios comunitarios (por ejemplo, las biografías mapuches escritas en español para bien informar   a los chilenos).

Recordemos, además, que los relatos de las dictaduras recientes son muy  numerosos,  usándose  ahora  el formato de la novela negra y en el caso argentino la autoficción (para exhibir la realidad síquica de los hijos de los desaparecidos). Se ha dialogado, incluso, sobre el formato que tuvo el  Informe Rettig sobre los desaparecidos en Chile, que usa un lenguaje parco, supuestamente más objetivo (escrito al modo anglosajón), tan diferente al Informe “Nunca más”, cuya redacción fue dirigida por el escritor Ernesto Sábato, construido como un relato donde escuchamos directamente las voces implicadas, que lo transforma en un documento de mayor espesor cultural.

No se ha perdido del todo un ímpetu tradicional valórico adscrito al Humanismo; lo que sí ha variado es la perspectiva: las miradas son más individuales y más contradictorias, y los lenguajes son menos rotundos. Desde una genealogía literaria los hijos repasan las historias de sus padres, transformándola en un borrador, un cuaderno de anotaciones donde las certidumbres e incertidumbres se superponen; por ejemplo, los relatos de los chilenos Alejandro Zambra y Nona Fernández, y de la mexicana Guadalupe Nettel. En este contexto, el nombre de Roberto Bolaño constituye una maravillosa aventura de encrucijada para los lectores. Su novela Los detectives salvajes nos presenta a un grupo de jóvenes que viven intensamente la Literatura, interesados en rastrear figuras poéticas secundarias. Son nómades que emprenden largas peregrinaciones (De Ciudad de México a Tel Aviv, siguiendo a Viena y Barcelona) buscando un centro que los redima (la poesía de las Iluminaciones de Rimbaud, otra adolescencia); experimentando la soledad, el fracaso, la anomia y la muerte.

Los lectores sospechamos que la búsqueda es inútil, que no es posible la trascendencia y, sin embargo, nos aferramos a esos personajes sin destino, volviendo a compartir con ellos la creencia en una vida literaria plena, en las revistas de un solo número, los poetas sin poemas, las rencillas poéticoamorosas y los inusuales criterios para hacer antologías; aunque nos muramos de hambre. La obra de Bolaño superpone entusiasmo y melancolía, que definen un estado de ánimo para las nuevas generaciones: la autenticidad sin precio.

El valor de García Márquez.

El valor de García Márquez.

Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura en 1982, fue la figura fundamental del llamado Boom de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio proyección mundial a los narradores del continente. Fotografía Archivo Fundación Gabriel García Márquez para el nuevo periodismo (fnpi).

LAS EDITORIALES E INTERNET

¿Qué ocurre con el mercado editorial actualmente en Chile? Junto a las grandes editoriales (con difusión garantizada en los medios periodísticos), existe un gran número de editoriales pequeñas, muchas de ellas dirigidas por escritores, abiertos a publicar materiales distintos, más experimentales, que apuntan tanto a autores y lectores excluidos de un mercado editorial mezquino, solo amparado en nombres ya conocidos a nivel continental.

Estas editoriales independientes visibilizan el espíritu de diversidad cultural existente en Chile en las últimas décadas, que significa la legitimación de variadas sensibilidades expresadas en la Literatura.

¿Qué impacto han tenido las nuevas tecnologías? Lo sabemos: todo resulta más rápido, vertiginoso, cómodo, y barato. Tengo entendido que para los editoriales tener un sitio web significa un costo, en principio difícil de asumir para las pequeñas, sufriendo el drama de las pymes: la desigual competencia con el oligopolio.

Para los autores aparece también la posibilidad de contar con una publicación en e-book, a bajo costo para todos. También es cierto que muchos gozan leyendo literatura sin tener que comprar un libro. Es común que los escritores compartan sus textos en Facebook –leo diariamente poemas de Thomas Harris y Rafael Rubio allí– e incluso hilvanen relatos vía Twitter (conozco de alguien que ensayó una novela).

¿Cómo está impactando Internet en el funcionamiento de los seres humanos, en su sistema nervioso central, en sus modos de sentir y comunicarse?  En el caso de  la Literatura, si la estructura del sueño propuesta por Freud fue el modelo del siglo XX (un relato de doble significación: uno manifiesto y uno latente, como si pudiéramos disfrazarnos de nosotros mismos), ¿cuál modelo digital nos estará interpretando en ese siglo XXI? ¿Qué plataforma sustituirá a la del inconsciente, a la cual ya estamos acostumbrados? Recordando que ya existe un nuevo léxico, un amigo sociolingüista me dice: “Para poner un punto final que suba este texto a la nube

El Márques.

El Márques.

El autor peruano, quien recientemente visitó el país, recibió el Premio Nobel en 2010. Es considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos. Además de sus numerosas distinciones por su producción literaria, desde 2011 recibe el tratamiento protocolar de Ilustrísimo señor, al recibir de Juan Carlos I de España el título de Marqués de Vargas Llosa. FFotografía César Cortés.