• Revista Nº 162
  • Por Ana Callejas

Dossier

Organizaciones de la Sociedad Civil: ciudadanos por una causa

Ecología, urbanismo, equidad de género: son muchos los ámbitos que están motivando a la ciudadanía a buscar más espacios de participación e influencia en el debate nacional. Con el actual cuestionamiento del modelo de representación política y la baja confianza en las instituciones gubernamentales, hoy estas agrupaciones están pasando por un momento clave. Aquí, algunos de sus protagonistas cuentan cómo ven su rol de interlocutores en estos tiempos constituyentes y su actual foco de trabajo, desde organizaciones de larga trayectoria como Educación 2020 a aquellas instancias de influencia más local como los consejos comunales.


VERÓNICA IRARRÁZABAL, DIRECTORA DE ESTUDIOS DE CIUDAD EMERGENTE: “Los habitantes son los que mejor conocen su territorio”

“Las Organizaciones de la Sociedad Civil tienen una conexión con la realidad que te permite establecer un vínculo directo con las personas y los territorios. Eso me motivó a trabajar desde este sector. Estudié Trabajo Social y luego Ciencia Política en la UC, y después hice un magíster en gobernanza ambiental, vi la importancia de las ciudades en el bienestar de las personas.

Lo que diferencia el trabajo de Ciudad Emergente con otras experiencias de intervenciones urbanas es que nosotros evaluamos todo antes, durante y después. En planificación urbana, lo que no se mide no existe. Por eso, agregamos valor a los procesos urbanos levantando datos e indicadores para evaluar sus impactos. Los habitantes son los que mejor conocen su territorio.

Con el estallido social fue súper evidente que los espacios tradicionales de participación ya no hacían tanto sentido a la sociedad. Desde ahí planteamos varias estrategias que tienen que ver con ir generando nuevos lugares de conversación que permitieran el encuentro presencial y luego virtual por la pandemia: lo importante es poder dialogar, y con tolerancia, dibujar y soñar las ciudades que queremos construir, donde las personas tengan mayor protagonismo y sean agentes activos. Así han nacido proyectos como “Involúcrate”, que busca ser una plataforma para que las comunidades puedan amplificar mensajes de trabajo, desde una olla comunitaria a iniciativas de comercio justo.

Cómo vamos armando nuestras ciudades para que sean más integradas, cómo tener una movilidad más sostenible y diversa, cómo distribuimos nuestras áreas verdes y servicios de una manera más justa. Todos son temas en los que la gente no se sentía escuchada y siempre le han interesado”.


PEDRO FUENTES, PRESIDENTE DE LA JUNTA DE VECINOS PLAZA ZAÑARTU, ÑUÑOA: Con los pies en el barrio

“Desde hace siete años soy presidente de la junta de vecinos y desde 2019 integro, además, el Consejo Comunal de Organizaciones de la Sociedad Civil (COSOC). Tenía ese deseo de ayudar en mi barrio y cuando dejé el Ejército (soy militar en retiro) fue el momento de hacerlo. Esto involucra tiempo y responsabilidades importantes, pero te entrega esa sensación de que estás haciendo algo por los demás.

La junta de vecinos es el nexo entre el municipio y su gente. Son desafíos constantes. La idea mía era unirnos, difundir información, pero sin discordia. Costó mantener la armonía en estos tiempos, pero se logró. No porque alguien sea de derecha o de izquierda vamos a dejar de ser vecinos: somos eso antes que contendientes políticos.

El día a día te da múltiples cosas por hacer, desde lo más doméstico como fijarse que el entorno esté bien mantenido, que no haya basurales callejeros, por ejemplo. Tenemos una plaza que por la cuarentena estaba descuidada y se ha estado revitalizando con cursos de gimnasia, zumba y acondicionamiento físico para adultos mayores.

Por otra parte, el COSOC agrupa a diferentes organismos de participación ciudadana: juntas de vecinos, centros de madres, sindicatos, etcétera. Intenta recoger las necesidades de la gente a través de las agrupaciones sociales de una comuna y canalizar así la ayuda municipal. La participación ha aumentado en forma notoria en estos últimos años. Antiguamente, todos creían que las juntas de vecinos eran un lugar para ir a tomar tecito, pero ahora llegaron más personas a inscribirse, con un perfil más empoderado, como estudiantes universitarios o profesionales. En Plaza Zañartu tenemos alrededor de 300 integrantes.

Es una experiencia gratificante. Hay instancias de diálogo y podemos aunar voluntades y criterios pensando en el bienestar de la comuna. Hemos llegado a consensos importantes. Por ejemplo, solicitar la sanitización de las calles y paraderos durante la pandemia, la implementación de kits de aseo y alimentos que se han entregado a las comunidades, esas cosas se consiguieron con orientaciones del COSOC”.


ALEJANDRA ARRATIA, DIRECTORA EJECUTIVA DE EDUCACIÓN 2020: “Necesitamos una educación de calidad, sin importar de dónde vengas”

“En 2018 me llamó Mario Waissbluth y me invitó a sumarme a este proyecto, ya que querían a una persona con conocimientos de política educativa. Por el momento en el que están las Organizaciones de la Sociedad Civil en el país hay más posibilidades de innovar y empujar transformaciones. Venía de trabajar durante 14 años en el Estado, estudié Psicología en la UC y desde siempre quise participar en lo público.

Cuando Educación 2020 partió (en 2008) no había tantas organizaciones como ahora, que el ecosistema en este tema es mucho más complejo y robusto. Por eso, una de nuestras prioridades institucionales es ayudar a producir sinergia.

A partir de este año asumimos la presidencia del consorcio Acción Colectiva por la Educación. Somos alrededor de 21 organizaciones enfocadas en esta tarea y empujamos hacia una educación más inclusiva y equitativa. Hemos puesto mucho esfuerzo en articular ese espacio y desde la sociedad civil asumir este momento país. El rol de la sociedad civil tiene que ser articulado para generar mayor incidencia.

Si cada uno está pensando en su estrategia particular –y por supuesto que hay agendas individuales–, disminuye el impacto en la calidad de la educación. En Chile tenemos un problema y un desafío con la legitimidad de las instituciones, y las entidades ciudadanas transcendemos a los gobiernos de turno. Damos un monitoreo a las discusiones legislativas, a un debate más transparente y más informado para los distintos actores. Es importante democratizar esa discusión educacional.

Nuestra idea es empujar una estrategia de incidencia en la que las escuelas puedan tener una voz. Nos interesa mucho la participación de los establecimientos en iniciativas como el Tenemos Que Hablar de Chile, por ejemplo. La actual conversación constituyente nos abre la pregunta: para este nuevo Chile, ¿qué educación queremos? Y si hay algo en lo que esperaría que hubiera un consenso es en que es un derecho, y el Estado tiene un rol garante en eso. Necesitamos una educación de calidad, sin importar de dónde vengas. Todos los países avanzados cuentan con una educación pública más robusta y nosotros tenemos un desafío allí”.


JESSICA GONZÁLEZ, DIRECTORA DEL CENTRO DE LIDERAZGO EN COMUNIDAD MUJER: “Queremos una Constitución que vele por nuestros derechos”

“Trabajo hace muchos años en el avance de los derechos de las mujeres y ya desde 2014 en Comunidad Mujer. Hay que tener pasión y energía, porque si bien hay un avance sustantivo en los últimos cinco años, también te encuentras con bastantes espacios que son conservadores de los roles de género y que incluso consideran que las mujeres debieran tener menos derechos o aún se consideran como personas de segunda categoría.

A través de la historia, los estados impulsan políticas, pero también son las organizaciones y la ciudadanía movilizada, articulada, la que permite que muchas de estas acciones puedan avanzar con la rapidez que se requiere. Levantar temas y generar propuestas.

Comunidad Mujer tiene 18 años de existencia, entonces surge con el nuevo milenio y sus fundadoras son mujeres que reconocen tener privilegios y que eso les permite mayor facilidad para generar puentes con ciertas autoridades. Son distintas estrategias que se utilizan. Otras agrupaciones tienen más trabajo territorial. Cada entidad tiene un aporte propio y trabaja desde distintos lados.

El movimiento estudiantil feminista de 2018 marcó un antes y un después. Las jóvenes instalaron el tema en los hogares. Organizaciones como Comunidad Mujer tienen otra capacidad de interactuar transversalmente, independiente de los gobiernos que estén o si son del mundo privado. Y eso también permite influenciar: tenemos una propuesta que es de incidencia política, de dialogar y llegar a acuerdos para poder avanzar en la igualdad de género.

Todos los derechos de las mujeres han sido conquistados por ellas mismas. Desde el acceso a la educación al derecho a sufragio. Para Comunidad Mujer, un eje de trabajo fundamental ha sido la representación política. Estuvimos participando en el debate en el Congreso durante la instalación de cuotas en las elecciones, también en la paridad del órgano constituyente. Hoy, en el contexto de ese proceso, queremos una Constitución que vele por nuestros derechos específicos como en otros países, donde han reconocido el derecho a una vida libre de violencia en mujeres y niños.


MACARENA GUAJARDO, DIRECTORA EJECUTIVA DE FUNDACIÓN BASURA: La basura no existe

“Crecí en el sur, en San Carlos. Las costumbres de la familia eran ir a acampar al Salto del Laja y caminar a la casa: era otro tipo de relación con el entorno. Soy arquitecta UC y tuve la oportunidad de hacer un máster interno por la universidad, en Alemania. Allí vi esa diferencia cultural sobre cómo se gestionan los residuos en comparación con Chile. También tuve algunas oportunidades de voluntariados en Puerto Príncipe, Haití, y no podía entender cómo la arquitectura era algo que desperdiciaba tantos recursos, porque gran parte de los residuos que se encuentran en vertederos ilegales son de la construcción.

La sociología del concepto de basura que hemos creado como seres humanos no existe en la naturaleza. De repente vas sintiendo que nadie está haciendo algo sobre el tema o que quienes toman las decisiones viven en ciertos lugares donde no tienen idea de la realidad del resto. Quienes definen las zonas de sacrificio ambiental no viven en esas zonas, por lo tanto, con suerte saben que hay un problema con la basura allí.

En 2015 creamos esta fundación con unos amigos. Mi experiencia personal fue que no encontraba una organización que me reflejara, aunque eso ha cambiado el día de hoy. En esos tiempos eran muy pocas. Tuvimos que empoderarnos, empezar y hacer. Lo primordial fue acercarse el mundo de la sustentabilidad, contar tu idea y hoy la fundación ya tiene un sello que da cuenta de ese esfuerzo.

Trabajar con el tercer sector es fundamental y lamentablemente esa no es la regla. Me ha tocado participar en comités de discusión donde con suerte hay de dos a cinco Organizaciones de la Sociedad Civil, y el resto son diez empresas privadas. Eso va inclinando las decisiones hacia un lado.

No nos interesa apuntar con el dedo a tal empresa que esté destruyendo, sino buscar el diálogo e intentar que las personas que trabajan allí generen nuevas reflexiones. Tenemos una postura de construcción conjunta, porque si nos echamos la culpa entre nosotros –como ha sido hasta hoy–, no se solucionan mucho las cosas”.