jóven mujer mostrando un emprendimiento virtual jóven mujer mostrando un emprendimiento virtual
  • Revista Nº 151
  • Por Michael Leatherbee, Lorena Barrientos y Conrad Von Igel
  • Fotografía de portadilla por César Cortés

Especial

Emprendimiento: el crecimiento hecho en Chile

Hace más de 20 años, el país comenzó a fomentar de manera sistemática y contundente el emprendimiento y la innovación. Este esfuerzo forma parte de una estrategia nacional que incluye a instituciones estatales, universitarias y privadas. Sin embargo, falta un mayor conocimiento en innovaciones tecnológicas y un cambio cultural. Por eso, la tarea actual es imprimir inteligencia a las políticas, con el fin de utilizar mejor los recursos públicos de nuestra sociedad.

 La estrategia nacional de apoyo a la innovación y el emprendimiento, que se inició hace más de dos décadas en Chile, surgió del principio de que estos dos conceptos y, particularmente, el emprendimiento innovador –que se refiere a las iniciativas que tienen un componente tecnológico relevante–, son actividades que permiten generar gran valor a la sociedad y crear mejores empleos.

Uno de los precursores de este cambio de paradigma en nuestro país es la Corporación de Fomento de la Producción(CORFO), cuya labor ha sido seguida por universidades, el sector privado y la sociedad civil. Debido a este apoyo permanente, Chile es considerado a nivel global como uno de los países con mayor respaldo al emprendimiento innovador.

Complementando las iniciativas del Estado, muchas universidades chilenas colaboraron con la labor pública formando “incubadoras de negocios”, las que consistían en espacios de fomento a emprendimientos emergentes.

Recientemente, las casas de estudio líderes en Chile han contribuido en este ámbito a través de iniciativas novedosas como: JumpChile, el mayor programa de emprendimiento en educación terciaria de Latinoamérica; COMPITE, organización que potencia lo mejor de cada PYME y el Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, espacio que promueve una cultura proinnovación y emprendimiento, tendiendo un puente entre la universidad y el sector público y productivo del país. En el ámbito privado, un caso emblemático es la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech) que cuenta con más de treinta mil socios a lo largo del país.

 

niña comprando a través de una máquina dispensadora de Algramo

Apuesta social. Algramo es una iniciativa que reduce el costo de vida de las familias de manera sustentable, a través del empoderamiento de almaceneros y comunidades. Esta distribuye productos de necesidad básica a granel, por medio de máquinas dispensadoras. Fotografía Karina Fuenzalida.

La mayoría de las políticas implementadas en Chile han sido inspiradas en modelos extranjeros. Sin embargo, ha habido algunas iniciativas reconocidas mundialmente como referentes dignos de seguir. Tal es el caso de Start-Up Chile, la aceleradora de negocios pública que ha apoyado a más de 1.300 emprendimientos nacionales e internacionales a la fecha.

Este caso de éxito demuestra que en esta nación existe el capital humano para diseñar políticas de innovación y emprendimiento. Pero todavía falta potenciar una cultura que valore la medición del impacto causal de dichas políticas, y genere los mecanismos para aprender rápidamente cuáles son aquellas que vale la pena financiar.

Esto es crucial para usar más efectivamente los recursos públicos, y acelerar el tranco hacia el bienestar socioeconómico relativo a otras naciones que llevan la delantera.

Para comenzar, se debe terminar con la creencia de que en el país no se pueden inventar cosas nuevas y que todo lo valioso viene de otras latitudes. Esta ideología, que se liga al conocido dicho “nadie es profeta en su tierra”, debe ser modificada para aprovechar mejor el capital humano avanzado (CHA) que existe en nuestro país.

Gracias a Becas Chile, la política que busca fomentar el CHA con miras a alcanzar la Sociedad del Conocimiento, se ha incrementado la cantidad de personas con estudios avanzados en temas de innovación y emprendimiento. Esto es de suma relevancia para Chile, puesto que para diseñar y medir políticas es crucial estar en la frontera del conocimiento mundial.

POTENCIAR EL DIÁLOGO

Por otra parte, es muy importante generar espacios de trabajo y diálogo entre los distintos actores y disciplinas. Hace falta gestionar este recurso y articular mejor la interacción entre quienes entienden los fenómenos teóricos que subyacen a la innovación y el emprendimiento, quienes implementan las políticas, quienes se benefician de dichas políticas y, finalmente, quienes saben cómo determinar si están teniendo el efecto esperado.

Si nuestro país logra generar ambientes de conversación y trabajo, se producirá un ciclo virtuoso de aprendizaje para el diseño de “políticas inteligentes”. En otras palabras, se implementará un mecanismo de prueba y error intencionado, que rápidamente podrá discriminar entre aquellas iniciativas que ayudan al desarrollo socioeconómico y las que no lo hacen. Este conocimiento generará, a su vez, una inteligencia colectiva que permitirá usar mejor los limitados recursos públicos con los que cuenta nuestra sociedad


Políticas de clase mundial.

Con el objetivo de estudiar la utilidad de Start-Up Chile se realizaron recientemente algunos experimentos, para determinar el efecto causal que podría tener esta política sobre algunas dimensiones de interés.

Un estudio realizado por Leatherbee y Eesley el año 2014 exploró el efecto que tiene la interacción social entre emprendedores nacionales y extranjeros sobre las creencias y comportamientos de los primeros. El trabajo evidenció que los nacionales que tuvieron la posibilidad de interactuar con extranjeros mejoraron su autoeficacia (una creencia importante para el desempeño) y el descubrimiento de oportunidades, ambos aspectos que ayudan a identificar negocios de mayor valor agregado.

Este aprendizaje contribuyó a la “inteligencia” de quienes estaban implementando la política. Les sirvió para determinar que el programa debía continuar fomentando la interacción social entre ambos, contraviniendo algunas presiones que querían que fuera solo para chilenos. Sin este conocimiento, probablemente se hubiese sucumbido a las presiones, alejando a Chile de la frontera del uso óptimo de los recursos públicos.

Un segundo experimento, realizado por González-Uribe y Leatherbee en 2018, investigó el efecto que tiene la aceleradora de negocios sobre el desempeño de los emprendimientos. Se descubrió que los servicios ofrecidos por Start-Up Chile a un subconjunto de participantes ayudaban a que los emprendimientos tuviesen más éxito. La iniciativa permitió tomar la decisión de extender estos servicios a todos. Sin este conocimiento, quienes administran el programa no hubiesen tenido la información para justificar esta mejora.

El caso de Start-Up Chile demuestra que sí se pueden desarrollar políticas de clase mundial, y que es posible mejorar el entendimiento y la precisión de las iniciativas diseñadas para enriquecer el entorno socioeconómico. Más aún, demuestra cómo la simbiosis entre la academia y el Estado puede colaborar en la construcción de un país mejor. Si como sociedad se logran generar más espacios de diálogo entre los distintos actores que pueden contribuir al ciclo virtuoso de las políticas inteligentes, Chile podrá gozar prontamente de un mayor bienestar socioeconómico.

HACIA LA FRONTERA ÓPTIMA

El principio de las políticas inteligentes es consistente con los recientes llamados a usar más eficientemente los recursos públicos en general. Existe una frontera teórica en la cual estos fondos impactan al máximo en el desarrollo socioeconómico del país. Un límite sobre el cual las reservas públicas son usadas eficientemente. El problema es que Chile está en una condición muy elejada de esta frontera teórica. El país no está avanzando a la tasa que debiera, con los recursos con que cuenta actualmente.

Las razones de esto es que no se sabe si lo invertido en las políticas que se están implementando es socioeconómicamente rentable. Se conoce muy poco acerca de su efectividad y se tiende a hacer “borrón y cuenta nueva” con las que existen actualmente por razones ideológicas, sin información objetiva. Falta más “inteligencia” que se genere a través del aprendizaje, para tener un ecosistema de innovación y emprendimiento más vibrante.

En un momento en que Chile se juega sus posibilidades de ser un país desarrollado, se debe imprimir urgencia al discurso público que promueve innovaciones y emprendimientos de alto impacto económico, social y medioambiental. Para ello es vital liderar el proceso con una mirada interdisciplinaria, en la que los nuevos modelos de negocio, el diseño y la ciencia y tecnología, por nombrar solo tres vertientes, sean  protagonistas.

Comamos algas.

Comamos algas.

Este emprendimiento chileno nació el año 2014 con el objetivo de elaborar productos sanos e innovadores a base de algas chilenas, en alianza con agrupaciones de algueras y recolectores de las costas del país. Fotografia gentileza Munani.

No es leche

No es leche

The Not Company, creadora de Not Milk, es una empresa que desarrolla productos que integran verticalmente la ciencia y la tecnología. Ellos elaboran alimentos a partir de plantas y versiones saludables y sustentables de comidas tradicionales, procurando no modificar las costumbres ni preferencias de consumo de las personas. Fotografia gentileza The Not Company.


PROPUESTAS

  1. A pesar de los avances en políticas relacionadas, falta potenciar en Chile una verdadera cultura innovadora, alineada con los desafíos del futuro.
  2. Modificar la creencia de que en el país no se pueden inventar cosas nuevas, lo que debilita el apoyo a los innovadores.
  3. Mejorar la interacción entre todos los actores involucrados, desde los teóricos a los que implementan políticas, y desde los destinatarios de los beneficios a los que evalúan sus resultados.
  4. Diseñar “políticas inteligentes” para discriminar entre las distintas iniciativas y así mejorar el uso de los limitados recursos públicos.
  5. Avanzar hacia una mirada más interdisciplinaria, en que los mundos del negocio, el diseño, la ciencia y la tecnología estén incorporados.

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