Pensar el país desde las Artes
Es imperativo reconocer que el Arte está definido en sí mismo como un espacio sin fronteras, donde la vinculación con la ciencia y su afán experimental pueden abrir otros campos de desarrollo al conocimiento. No es posible diseñar una mejor vida para una nación sin considerar su dimensión simbólica, espiritual y trascendental; sin la capacidad y vocación del ser humano de encontrar, construir y soñar el sentido de aquello que es y desea ser. Esto es lo que entendemos como belleza.
Es pertinente considerar las preguntas que debieran enfocar toda política pública: cómo queremos vivir y de qué vamos a vivir. La primera apunta a la visión de humanidad que anhelamos construir y la segunda a cómo lograr que las acciones sobre nuestro entorno posibiliten lo primero. Para ello, ciertos principios básicos se han impuesto en esta última década, como el concepto de “desarrollo sustentable”, que tiene su máxima en la carta del Papa Francisco Laudato si’, la que nos sensibiliza respecto de compartir una casa común que no es solo un lugar, sino un conjunto de relaciones que se definen y potencian en mutua dependencia, y se sostienen en el amor por la existencia en todas sus expresiones.
Es necesario establecer una premisa importante: toda experiencia artística, tanto en la creación como en su percepción, es un gesto creativo de conocimiento y también uno pedagógico, en cuanto aporta a la formación de personas. Todo proceso de creación supone, como antecedente básico, el conocimiento de la realidad. Cada obra puede transformar, conmover y reubicar –y por ello educar o dar nuevo sentido– a una idea o concepto. La universidad es el lugar más propicio para apoyar el desarrollo de una sociedad donde la vida se desenvuelva en un marco de justicia, bienestar e inclusión, que no solo sea seguro y sano, sino también que ofrezca un lugar para el espíritu.
ARTES QUE FORMAN EL PENSAMIENTO, LA SENSIBILIDAD Y EL ESPÍRITU
Es urgente comprender que el desarrollo de una comunidad o un país solo es posible si este se entiende en la complejidad de sus diversas dimensiones. No es posible reducir el avance de una sociedad al punto de vista de la eficacia y del crecimiento de su macroeconomía. Tampoco a sus certezas científicas. Pero desde que nuestro país ha visualizado como meta próxima el logro del desarrollo, al mismo tiempo ha crecido el desequilibrio entre lo que significa el acceso a bienes materiales y la posibilidad de todos de tener una formación digna, integral y trascendente; una educación que posibilite la promoción de cada uno como ser humano, considerando todas sus dimensiones.
La educación en Chile ha puesto un fuerte énfasis en el desarrollo de las capacidades para el mundo del trabajo, sin propiciar igualmente la formación de cualidades que preparen para el respeto, el diálogo, la humildad o la conciencia cívica. Han quedado fuera el desarrollo de la sensibilidad y de la capacidad de empatía; ver al otro, respetarlo y quererlo.
El Arte es la capacidad y la oportunidad de ver, sentir, percibir el entorno y a las otras personas. Es una experiencia que incluye activamente en una sola unidad el cuerpo, el pensamiento y los afectos. En la humanidad ha sido un vehículo de identificación y, por ello, una forma de comprender en forma integrada la complejidad de nuestra existencia, la que nos empuja a la vivencia sagrada de la trascendencia. Es un trozo disponible del misterio de Dios.
Como las dimensiones del Arte son reflejo de lo que el hombre es y anhela, su desarrollo debe ser enseñado desde la niñez; es la mejor manera de comprender la historia de la sociedad humana y sus buenas obras. Disponer de horas para que niños y jóvenes en proceso de formación conozcan y experimenten diversas disciplinas artísticas puede parecer una solicitud ya latamente repetida, pero lamentablemente no se innova en pedagogías que las incorporen en la estructura programática de materias tradicionales. Por ejemplo, utilizar la música en las matemáticas o a la arquitectura en la geometría. Esto queda supeditado a la creatividad del docente.
No es posible pensar una mejor vida para un país sin considerar su dimensión simbólica, espiritual y trascendental. Sin la capacidad y vocación del ser humano de encontrar, construir y soñar el sentido de aquello que es y desea ser. Esto es lo que entendemos como belleza; lejos de la reducción a un placer superficial, es la experiencia compleja de lo humano vivida a través de los sentidos y que empuja al entendimiento, a lo profundo de su existencia.
Así, es tan importante una efeméride histórica como la celebración de la obra Volantines de todos los colores de Nemesio Antúnez, la originalidad del Altazor de Vicente Huidobro o el proyecto arquitectónico de los Benedictinos, cada trabajo ha sido el resultado de una reflexión artística que refleja a su época. Debiéramos coincidir en la trascendencia de esas creaciones, igual de conmovedoras que una epopeya para la espiritualidad de una nación.
Siguiendo esa línea, es fundamental avanzar en la formación de profesores, directivos escolares y agentes ministeriales, para aportar al currículum escolar y a las metodologías de trabajo en las salas de clases.
UN “HABITAR” SIGNIFICATIVO
Si las políticas públicas son las llamadas a llevar adelante el proyecto de país que queremos, entonces ellas deben buscar el bien común. Si esto es así, el Arte debe impregnar las estructuras, estrategias y acciones para que todo lo que se haga esté envuelto en el sentido de trascendencia de la sociedad, de la vocación humana de caminar juntos hacia un mejor vivir. Es vital comprender que toda política pública que integre en sus fundamentos la dimensión simbólica de lo humano debe incluir valores estéticos en sus fundamentos, objetivos y acciones.
Se deberían visualizar políticas de vivienda que, además de resolver la carencia de techo, reconozcan la necesidad de “un habitar” digno y de fuerte dimensión estética, lo que a veces se ha logrado; que se entienda una habitabilidad que incorpore el derecho al paisaje, a las áreas verdes, servicios y ¿por qué no al Arte?
No nos referimos a una estética superficial, sino a un espacio que propicia, media y fomenta un “habitar” significativo. Que reconoce al núcleo familiar con sus necesidades de encuentro y al entorno en tanto es un paisaje y espacio de vida pública. Un edificio no es en sí un problema porque sea una enorme unidad vertical, sino cuando está pensado sin reconocer el entorno donde se despliega, ni dialoga con la realidad que lo sustenta.
Imaginamos una política de transportes que dé lugar a las diferencias de cuerpos y vidas que transitan de un lugar a otro, propiciando la experiencia de vida pública colaborativa e instancias de encuentro sensibles con el entorno, paisaje, saberes y emociones. Un espacio público donde esté presente el Arte será distinto en todas sus dimensiones, incluida la creación del paisaje como soporte diáfano para el esplendor de una obra. Es de gran relevancia llevar obras artísticas a la ciudad extendida, segregada y marginal, donde apreciar la belleza al paso, al transitar o al jugar en una plaza, puede ser una experiencia tan sublime como formativa.
Sería necesario, asimismo, promover una política de cuidado de la naturaleza que la vea, no solo como un bien útil por sus productos de consumo, sino también como una experiencia de magnificencia para recuperar nuestro lugar en ella. Algo a tener en cuenta cuando se construye un camino o se levanta un edificio es evaluar qué nos estamos perdiendo como experiencia estética o cómo potenciar aquella.
Son innumerables los ejemplos que podríamos dar para mostrar la necesidad de no perder el vínculo con nuestra existencia sensible y trascendente. La experiencia del Arte es lo que nos enseña, justamente, a construir esa experiencia sensible en la cultura.
CONOCIMIENTO INTERDISCIPLINARIO: ARTE, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Los graves problemas que hoy afectan a nuestra sociedad empujan a que el modelo de trabajo se mueva desde un enfoque disciplinario cerrado hacia una colaboración horizontal, que propicie el surgimiento de soluciones capaces de asumir su complejidad. Esto implica entender que el conocimiento que se requiere para abordar los problemas de hoy debe ser integrado. Las estructuras del desarrollo disciplinar deben operar abiertas, para generar nuevos saberes y soluciones que de otro modo no sería posible originar. Es imperativo reconocer que las artes están en sí mismas definidas como áreas sin fronteras, donde la vinculación con la ciencia y su afán experimental pueden ciertamente abrir otros campos de desarrollo al progreso del conocimiento.
En ocasiones, el Arte ha ocupado el lugar de vehículo para divulgar conocimientos de una gran diversidad de disciplinas, un acompañante que facilita la comprensión de las materias y sus aplicaciones. De lo que se trata ahora es de entender que también es conocimiento y no uno ornamental a la vida de la sociedad, sino fundamental en la construcción de sentido e identidades colectivas. En cuanto vanguardia, es una forma de dar cuenta de lo que el hombre es, será o puede ser.
Así entendido, es una herramienta crucial en la expectativa de avanzar hacia una sociedad feliz y desarrollada integralmente, por cuanto en su experiencia se expresan integrados las sensibilidades corporales, el pensamiento crítico y el mundo afectivo. Así, en diálogo con otras disciplinas, aporta a la comprensión simbólica de la realidad y a su incorporación a la vida de las personas.
ARTE PARA TODOS
El Arte es un derecho humano fundamental. Las personas, y especialmente las generaciones futuras, deben experimentar la belleza que encierra. Por ello, para que este sea accesible se debe considerar:
Mejorar el acceso
- Las nuevas tecnologías y las comunicaciones resultan beneficiosas para acercar a una proporción significativa de los chilenos a las grandes cumbres del Arte universal. Es necesario incentivar concursos abiertos a artistas nacionales y extranjeros, destinados a proporcionar obras significativas a espacios públicos relevantes y el patrocinio de empresas.
- Promover la instalación de galerías en todas las ciudades del país, especialmente en zonas turísticas, que animen el ambiente artístico local y permitan a los creadores encontrarse con la comunidad. Inmigración e inclusión
Inmigración e inclusión
- Aumentar los lazos con los países de origen de las colonias más numerosas, para dar a conocer su arte promoviendo la integración de sus valores y tradiciones.
- Acercarse a los grupos de inmigrantes con iniciativas que les permitan mostrar su cultura y abrir espacio a sus artistas, en un diálogo creativo con la cultura nacional.
- Incentivar en los chilenos el conocimiento de la cosmovisión y la cultura artística de nuestros pueblos originarios.
Sensibilidad y empatía
- Fomentar las capacidades de comunicación en la enseñanza media, en sus expresiones verbal, escrita y visual.
- Brindar a cada estudiante de la enseñanza terciaria la oportunidad de acercarse a la práctica de todas las formas de expresión artística y, en al menos una de ellas, con aspiraciones de perfección.
- Impulsar la masificación de las expresiones artísticas en cada establecimiento educacional, a través de exposiciones de los trabajos realizados, estableciendo un justo equilibrio entre la promoción del esfuerzo individual y la motivación hacia aquellos que se destacan tempranamente, evitando un enfoque elitista.
Desarrollo e internacionalización
- Utilizar la red de Prochile y los esfuerzos privados destinados a promover las actividades comerciales del país en el exterior, como un canal de difusión de lasactividades artísticas.
- Apoyar la internacionalización de nuestros representantes más destacados, organizando exposiciones y eventos que les permitan darse a conocer en las grandes capitales del Arte mundial.
- Programar giras internacionales de las orquestas, cuerpos de baile y cultores de expresiones artísticas que difundan nuestra identidad y la importancia que tienen en Chile.
PROPUESTAS
- Desarrollar el Arte como una herramienta fundamental para entender la realidad. Este debe ser un campo de conocimiento propio, pero también una plataforma de encuentro entre saberes diferentes, lo que es cada vez más necesario.
- Abogar para que toda política pública contenga esta dimensión: cómo queremos vivir y de qué vamos a vivir. Las sociedades requieren una visión de la humanidad que deseamos construir, la que debe ser sustentable, justa e inclusiva.
- Relevar la educación artística que forma el pensamiento, la sensibilidad y el espíritu, para superar el actual énfasis educativo en el desarrollo de capacidades para el mundo del trabajo.
- Impulsar sistemas pedagógicos innovadores que sean más transversales, y que permitan el diálogo interdisciplinario.
- Conmemorar grandes obras artísticas chilenas en los medios de comunicación y en el proceso educativo, como medio para reflexionar en torno a épocas y procesos del país.
- Incorporar la dimensión artística en el diseño de las políticas de vivienda y urbanismo, así como de vialidad y transportes, para que puedan hacerse responsables de su impacto en el paisaje.
PARA LEER MÁS
- Acaso, María y Megías, Clara. Art thinking: Cómo el Arte puede transformar la educación. Ediciones Paidós, 2017.
- Di Girolamo, Claudio. La escuela en entredicho. Conversaciones con Claudio Di Girolamo. CNCA, 2017.
- Eisner, Elliot. El Arte y la creación de la mente: el papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Editorial Paidós, Ibérica, 2004