Mariana Krause dando una charla Mariana Krause dando una charla
  • Revista Nº 155
  • Por Carlos Reyes
  • Fotografía César Cortés

Canon Personal

Mariane Krause: el cambio como energía vital

Académica de la Escuela de Psicología de la UC y y actualmente decana de la Facultad de Ciencias Sociales UC (2021). Última presidenta del Consejo de Conicyt e integrante del Consejo Asesor del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación,. La música, la nieve, la poesía y el yoga la acompañan en sus desafíos cotidianos.

Pianista en el pasado

Piano o psicología.  A los 17 años tuve  aquella encrucijada. estudiaba en la escuela Moderna de Música, tocaba piano desde los siete –mis abuelas y mi madre lo hacen maravillosamente– y practicaba cinco horas diarias. Finalmente  opté por la psicología y decidí no tocar más. así de brutal. Porque como en cualquier disciplina, dejar de hacerlo te hace empeorar gradualmente. Y peor aún, darte cuenta de ello. Pero sigo escuchando a Beethoven, Mozart y Bach. en ese orden de preferencia.

Los cambios siempre me han motivado mucho. Probablemente porque crecí en una colonia alemana un tanto cerrada y me rebelé contra el aislamiento. Tal vez por eso me incliné por la psicología social y fui ayudante de los cuatro cursos que había en la escuela. Después, al egresar el año 1981 trabajé en un hogar de menores en el Cajón del Maipo, luego con jóvenes con libertad vigilada y en un programa de adolescentes con drogadicción en Conchalí. A todas estas instancias le sumé mi pasión por investigar: hacerlo te permite medir cómo impactas la historia de las personas. soy una convencida de que los individuos pueden cambiar muchas veces en la vida.

mariana krause años 80

El muro en la cabeza

En 1987 me fui a Alemania y estuve cuatro años allá. estudiaba mi doctorado en la Universidad Libre de Berlín. Me perdí el Plebiscito del No, pero fui testigo  de la caída del muro y recogí pedacitos de él. ¡Qué poderosos llegan a ser los movimientos ciudadanos más allá de  las posiciones políticas! Si las personas cambian, las sociedades también. En esa época yo vivía del lado occidental, pero estaba permitido cruzar al lado de la RDA. Los alemanes no lo hacían porque, como ellos decían, “tenemos el muro metido en la cabeza”. Pero mi mejor amiga Inge y yo nos íbamos a pasear por los lagos de Berlín oriental.

Me encanta la naturaleza. amo las montañas y me convertí en esquiadora por casualidad, a los 14 años, cuando unos amigos de mis papás nos invitaron a Portillo. Pudo haber sido debut y despedida: al quinto día me fracturé tibia y peroné y estuve un mes enyesada. Pero como soy empecinada –para bien y para mal– lo retomé apenas pude y más adelante integré la Patrulla de sky en el Colorado, Farellones y en La Parva. Hoy prefiero hacerlo en familia. Y cuando no hay nieve, me gusta subir cerros: una afición que heredé de mi padre, y que ahora practico con mi pareja. En el año 91 volví a Chile y regresé a trabajar a la UC. Fue algo bien bonito: mientras estaba en Alemania, Ricardo Rosas –un colega que había vuelto un año antes de Berlín– me envió un recorte por fax con la convocatoria. Postulé. Y han pasado casi treinta años desde ese momento. años en los que me he dedicado a investigar cómo cambian las personas a lo largo de la psicoterapia y cómo se relacionan depresión y pobreza.

 

mariana krause en la nieve

Huir del gris

Los chilenos nos sentimos cada vez más solos por la competencia y el individualismo, y la depresión nos hace perder años de vida saludable. Bajo esa realidad, me convertí en 2014 en directora del instituto Milenio para la investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), un centro de investigación financiado por el Ministerio de Economía. ¿Cómo evitamos deprimirnos? Los lazos con otros seres humanos son un manto protector y la mayor fuente de felicidad. “una pena compartida es media pena, pero alegría compartida es doble alegría”. así dicen los alemanes. También ayuda tener actividades diversas: si tenemos solo una además de dormir, nos vamos aplanando y volviendo grises. en cambio, si hacemos muchas cosas, somos de varios colores. A eso súmale tener experiencias liberadoras en grupo: una fiesta, una marcha, un concierto. Reírnos de tonterías. Alejar el estrés.

Es importante oír al cuerpo y estar conectado con uno en momentos de estrés. Por eso, practico yoga dos o tres veces a la semana. También me gusta escribir poesía. De hecho, participo de un taller literario. Y cuando fui invitada al Congreso Futuro en enero, terminé mi presentación con uno de mis poemas.

retrato mariane krause