En los zapatos de César Hidalgo
César Hidalgo, el físico del big data que ha sido incluido por la revista Wired como una de las 50 personalidades que van a cambiar el mundo, sostiene que Chile tiene una oportunidad histórica para dar el salto al desarrollo. eso sí, advierte que se trata de un camino empinado que requiere de una considerable dosis de agresividad.
El año escolar ya había concluido para César Hidalgo. Con 14 años, se preparaba para iniciar sus anheladas vacaciones de verano cuando recibió una noticia que no esperaba. Su colegio había determinado expulsarlo. Él intuye hoy los motivos. “No era un conformista, siempre me costó seguir al grupo. Pienso que el colegio The Grange era un lugar que requería la voluntad de pertenecer y a mí eso no me interesaba”, comenta desde Londres. Tras impartir varias charlas sobre economía y complejidad, él se acomoda en un hotel para iniciar la entrevista mediante una intermitente línea telefónica de WhatsApp.
Aunque al comienzo de su enseñanza el niño prefería quedarse en la biblioteca, con el tiempo se incorporó a los partidos de fútbol con sus compañeros y recuerda que regresaba a la sala de clases todo transpirado y con manchas de pasto en las rodillas. Pero siempre procuraba conservar su independencia. El uniforme y la homogeneidad lo rebelaban. Como castigo por reiterados actos indisciplinarios, varias veces tuvo que concurrir los sábados en la mañana para encontrarse a sí mismo mirando la pizarra. El tiempo se detenía, el aburrimiento arreciaba.
La expulsión lo llevó al British High School, en Las Condes, pero el periplo de la enseñanza media no terminó ahí, sino que, además, viajó de intercambio a dos colegios norteamericanos en California y en Kentucky. “De pronto se me abrió el mundo”, cuenta. Le tocó ser el niño nuevo del curso en tres oportunidades durante un periodo de dos años.
Al ingresar a la carrera de Física en la Universidad Católica, César Hidalgo se dio cuenta de que contaba con una habilidad adicional: su capacidad de adaptarse.
Hot commodity
La cámara se mueve frenéticamente. César Hidalgo la sostiene en su mano mientras camina y captura simultáneamente el estrecho pasillo de claras paredes de las oficinas del Fondo Monetario Internacional en Washington. “¿Es esta sala?”, pregunta. Da unos pasos adicionales. De pronto, decide devolverse para ingresar por una puerta. “Este es el evento. ¡Ah mierda!
¡Hay muchísima gente!”, exclama. La multitud que se ha congregado para escucharlo reacciona con una carcajada. Con su barba, pelo oscuro que le llega hasta los hombros y una pollera negra, explica cómo transformar la información del big data en historias a través de la visualización de datos. Aplausos. La grabación forma parte de In my shoes (En mis zapatos), una serie de ocho capítulos, que documenta la ajetreada vida personal – está casado con la rusa Anna Sokolovska, con quien tiene una hija– y profesional del científico chileno.
La física fue un camino bastante natural para Hidalgo. “Yo no quería ir a la universidad para hacer una carrera. Lo que me interesaba era aprender”, afirma. En algún momento se planteó también desarrollar una vocación literaria, su verdadera pasión. Cuenta que entre los 14 y 15 años escribió cerca de 500 poemas. Estos trataban sobre amores platónicos, pero también acerca de las dinámicas sociales y la aceptación entre los pares. Finalmente se inclinó por la ciencia, porque pensaba que le permitiría generar conocimiento y contenidos sobre los cuales también poder escribir en el futuro.
En el campus San Joaquín, de la UC, se encontró con personas de diversos estratos socioeconómicos y tendencias políticas. “En ese momento, me propuse casi como un desafío ser social”, recuerda. El rigor técnico del estudio lo fortaleció y descubrió una especial habilidad e intuición para los sistemas complejos y las ecuaciones paralelas. En un curso sobre “Ecología de poblaciones”, el profesor Pablo Marquet lo introdujo en el mundo de las redes complejas y le habló por primera vez sobre el científico húngaro Lászlo Barabási, uno de los principales exponentes mundiales en la materia y quien ha analizado la estructura de redes como la World Wide Web. Hidalgo se fascinó con el tema, descargó todas las publicaciones y las leyó detenidamente. Acto seguido decidió postular a un doctorado con el mismo Barabási, quien poco tiempo después lo aceptó en la Universidad de Notre Dame.
“¿Qué aprendí? A identificar los problemas relevantes que tiene una sociedad y también discriminar para quién son importantes”, comenta al recordar su época en la casa de estudios estadounidense. El resto es bastante conocido. César Hidalgo publicó en medios de prestigio como Science y Nature. Luego, la revista Wired lo incluyó en el listado de las 50 personalidades que van a cambiar el mundo. “Me transformé en un hot commodity”, cuenta él mismo. Trabajó en el Kennedy School of Government de Harvard, para finalmente recalar en el MIT Media Lab, donde se desempeña hasta hoy como profesor.
Problemas de crecimiento
¿Por qué Chile no crece más rápido? César Hidalgo se toma un tiempo antes de contestar. Junto al economista venezolano Ricardo Hausmann desarrollaron el Índice de Complejidad Económica, una interesante línea de trabajo que ha dado que hablar internacionalmente. En palabras simples, el indicador mide cuál es la complejidad del conocimiento que existe en un país, ciudad o región, especialmente con relación al desarrollo de ciertos productos.
Es así como, por ejemplo, fabricar un automóvil eléctrico requiere de mayor conocimiento que elaborar café de grano. Mientras mayor complejidad tienen los países también se incrementan sus probabilidades de aumentar su conocimiento, que finalmente para Hidalgo es la verdadera riqueza de las naciones.
Una de las gracias del indicador es que también permite, por ejemplo, predecir el crecimiento y la desigualdad en cada lugar.
Volvemos a la pregunta sobre Chile. “El crecimiento sigue vinculado a la producción de commodities y a su precio”, contesta Hidalgo. Un segundo síntoma de este estado es que la desigualdad se perpetúa, porque las actividades extractivas no requieren generalmente de instituciones muy inclusivas.
Pero el científico es optimista. Cuenta que en sus últimas visitas ha visto el desarrollo de un clima de emprendimiento e incluso de sectores creativos, como el Barrio Italia, en Providencia, que no había observado en otros viajes. Incluso él mismo ha decidido contratar a diversos chilenos talentosos para su empresa Datawheel, ubicada en Boston. Para Hidalgo el PIB per cápita que alcanza el país actualmente, que varía entre un tercio y la mitad de las naciones desarrolladas, marca el momento ideal para que se invierta en empresas nuevas y “escalables”. “Si hacemos eso, Chile puede explotar y convertirse en Israel”, sostiene.
Entre las barreras a la transformación, César Hidalgo identifica a la concentración económica como uno de los principales obstáculos. “Los que tienen la gasolina no la echan al fuego correcto, sino que al que ya tienen”, comenta.
“Un emprendedor de verdad tiene que buscar algo más que solo la plata”, concluye. Como ejemplo menciona el caso de Steve Jobs, quien a través de las computadoras logró transformar la forma en que trabajan las personas. También se refiere a Elon Musk, el empresario sudafricano que después de amasar una fortuna por la venta de diversas compañías que operaban en internet, decidió apostar por el desarrollo del auto eléctrico del futuro. “Él podría haberse conformado perfectamente con la inversión en mineras con rentabilidad estable y estar ahora descansando en la piscina de su casa”, dice Hidalgo. Se ríe. “El hecho de que para él (Musk) no sea una opción te indica realmente su espíritu emprendedor, que no solo busca el retorno financiero, sino que también quiere trascender”, agrega.
Inteligencia artificial y ventanas de oportunidad
Hidalgo está vestido de chaqueta y pantalón negro. Camina con seguridad. Tres letras grandes y rojas forman parte del escenario: T-E-D. Las luces se centran en él. “¿Soy solo yo o también hay otras personas acá que están un poco decepcionados con la democracia?”, pregunta de manera introductoria. Durante trece minutos el físico chileno propone su provocadora idea de crear a través de la inteligencia artificial un “senador avatar”, que pueda reemplazar a los políticos de la actualidad.
Según le explica a la audiencia, se trata de un software que permitiría capturar diversos datos de las personas, extraídos de sus hábitos diarios, su afición literaria, mediante pruebas psicológicas, interacciones en redes sociales, entre otros, para posteriormente representar a los individuos cada vez que se produzca una votación. Incluso uno podría controlar el “avatar”, operado a través de un algoritmo abierto, para que este le consulte cada vez que haya que adoptar una decisión, o simplemente dejarlo en “piloto automático”. “Cuando mi hija tenga mi edad, tal vez esta idea que hoy parece tan alocada no lo sea para ella y sus amigos”, concluye.
La imagen apocalíptica de una sociedad dominada por unos pocos a través de robots no intimida a César Hidalgo. El nuevo escenario brinda, según él, “ventanas de oportunidad” que Chile puede aprovechar o desperdiciar. En su opinión, el país tiene ciertas ventajas para beneficiarse del momento, como la calidad y el talento de sus profesionales. Es importante, dice, ser agresivos en la apuesta.
Explica que países como Corea del Sur han invertido importantes sumas de dinero para saltarse generaciones de producción y superar a países como Japón en mercados como el del cristal líquido, elemento vital en la fabricación de pantallas de dispositivos tecnológicos. Sin embargo, advierte: “Las ventanas no duran para siempre, se pueden cerrar rápidamente”.
Rock y una frustración
Al lado de un local de pilates y de una agencia de seguros está Datawheel: la empresa que cofundó César Hidalgo. Con más de 20 empleados, se ubica en Cambridge, Boston, muy cerca del MIT, en Estados Unidos. El lema es convertir al big data en algo fácil de utilizar para cualquiera.
Lo que muchos desconocen es que en el subterráneo hay una sala de música. Todos los instrumentos están enchufados, preparados para cuando la ocasión lo amerite. Hay guitarras eléctricas, bajos, un piano, una batería, entre otros. En este refugio secreto, Hidalgo y sus compañeros de trabajo dan rienda suelta a su pasión rockera. La única regla es que no se tocan determinadas canciones o partituras, sino que se improvisa con total libertad.
Una vez al año, Hidalgo regresa a Chile. Generalmente sus visitas incluyen una agenda bastante apretada, donde combina reuniones de trabajo y encuentros familiares. En un tiempo más tiene planificado radicarse durante un año en Santiago, sobre todo para que su única hija tenga la experiencia de vivir en la capital durante sus años formativos. “Creo que la ayudaría a comprender una parte de su papá que hasta ahora le es difícil de entender”, comenta.
A principios de 2018, el equipo de César Hidalgo estrenó Data Chile, una plataforma que integra y visualiza información pública. Uno de sus principales objetivos es facilitar la toma de decisiones. La iniciativa gubernamental, que sigue la lógica de Data USA (también creada por Datawheel), le permite al usuario acceder a una gran cantidad de datos pormenorizados, como por ejemplo, que las exportaciones de las empresas con domicilio en Puente Alto decrecieron a una tasa promedio anual del -1% entre 2011 y 2016. También que sus envíos consisten mayoritariamente en productos de papel a mercados como Argentina y Francia. Corfo, el Ministerio de Economía, Antofagasta Minerals y Entel fueron algunas de las entidades que apoyaron económicamente la creación de la herramienta de big data.
Muchos celebraron cuando se presentó Data Chile. Sin embargo, casi un año y medio después, César Hidalgo comenta que el proyecto está detenido. No ha sido actualizado con nueva información. “Lo encuentro bastante frustrante”, comenta lacónicamente. Si bien han realizado varios intentos por retomar la iniciativa, todavía no han logrado establecer una colaboración formal. El fastidio del científico también obedece a que el proceso de desarrollo fue bastante lento. Recientemente confidenció que habían demorado casi tres años para firmar el contrato con el Estado chileno y solo un año en implementar la plataforma. El contraste se hace especialmente notorio cuando Hidalgo menciona que el mismo equipo de profesionales que desarrolló la plataforma fue contactado en octubre del año pasado por el gobierno de Estonia. Menos de un año después ya habían entregado un proyecto similar al de Data Chile.
El concepto de ventana de oportunidad cobra especial fuerza cuando el científico chileno la menciona por última vez. Se aprovecha o se cierra abruptamente.
La tarde cae sobre Londres. “No problem”, dice César Hidalgo y concluye una entrevista que ha durado exactamente una hora y 24 minutos. Un dato más en su ajetreada vida nómade.