fotografía de Gonzalo Maza Henríquez fotografía de Gonzalo Maza Henríquez
  • Revista Nº 149
  • Por Constanza Flores Leiva

Talento Público

Gonzalo Maza Henríquez: un creativo inclasificable

“Lo que me gusta del Periodismo es lo mismo que me gusta de los guiones: la capacidad de encontrar historias”. Así el guionista ganador del Oscar por Una mujer fantástica logra explicar/articular su diversa trayectoria. Con tránsitos por la academia, los medios y la industria cinematográfica, sus logros han sido producto del talento y el esfuerzo, pero también de la precariedad laboral.

Antes de que las tomas feministas florecieran en colegios y facultades de todo el país, lo que significa ser mujer ya era una de las principales preocupacio­nes del guionista  Gonzalo Maza. Se adentró en esos territorios a principios de 2010, cuando comenzó a delinear -junto al director Sebastián Lelio– a Gloria Cumplido, personaje de la película Gloria y creado especial­mente para Paulina García. Este filme la hizo ganar el Oso de Plata a mejor actriz en el Festival de Cine de Berlín en 2013.

La potencia y lo universal de esta cinta dieron visibilidad a la dupla creativa en el mapa del cine internacional, que apostó de nuevo por una protagonista con la construcción de Mari­na Vidal, una chica transgénero de 27 años para Una Mujer Fantástica (ver trailer oficial). Afortunadamente esa película, que conquistó a la industria al ganar el Oscar a mejor cinta extranjera y que fue validada en el prestigioso circuito de festivales internacionales con el Oso de Plata a mejor guion en la Berlinale, no consiguió agotar el interés de Gonzalo Maza por lo femenino.

Este año se estrenará su primer largometraje como director, sobre una historia de amor entre dos amigas.

SOLO TRES COSAS A LA VEZ

Ante la pregunta de cómo se define en términos laborales, Gonzalo Maza necesita –y no por deformación profesional-  contar su propia historia. Es que la explicación es larga. Ha sido editor, crítico de cine y académico. Mantuvo por 10 años el blog especializado Analízame, ha producido series de televisión y documentales, fue programador del Festival de Cine de Valdivia y dirigió el Festival Internacional de Documentales de Santiago FIDOCS, por nombrar algunos de sus tantos cargos, obras y roles. El videoclub de su mamá –las películas en VHS que allí vio una y otra vez– y la afición por el Periodismo que le transmitió su papá –toda la prensa nacional más los medios de oposición a la dictadura con el diario La Época y las revistas APSI  y Hoy, entre otros– intencionaron el rumbo de su carrera.

Nació en Valparaíso, creció en Viña del Mar y entró a Periodismo en la Universidad de Playa Ancha, la única que impartía la carrera en la región. “Me gustó mucho haber estudiado ahí. Mi formación académica hasta hoy le debe mucho a ese aprendizaje teórico, político y de conciencia social”. Tras un par de años pensó que las expectativas laborales eran mejores en Santiago. Cuando entró a la UC por admisión especial, ya estaba colaborando con la Zona de Contacto de El Mercurio. Desde entonces hace más de una cosa a la vez. “Mi experiencia en la Universidad Católica es completamente distinta a Playa Ancha, con muchos más recursos. No soy tan católico, había muchas cosas muy distintas a mi personalidad, un mundo que no conocía. Pero tampoco puedo decir que lo aproveché mucho. Trabajar y estudiar es una gran experiencia, pero al mismo tiempo es un poco agotadora”, declara.

El lado femenino de Maza.

El lado femenino de Maza.

Gloria y Una mujer fantástica no han agotado el interés de Gonzalo Maza por el mundo femenino. Su primer largometraje Todo lo que quieras es una historia de amor entre dos amigas. Fotografía gentileza de Fábula.

De su paso por la universidad recuerda con más cariño el uso intensivo que le dio a la biblioteca y los buenos amigos que conserva hasta hoy. Pero también le debe a ella la vivencia que le permitió vincular, en lo práctico, el Periodismo con el cine. “En mi último año me fui de intercambio a la Universidad de Texas, en Austin. Ahí tomé cursos de todo: de cine, de guion. Conocí a Rosental Alves, que me hizo uno de Periodismo en América Latina. Y le tomé el peso a estar en una ciudad súper cinéfila, súper llena de cines y de actividad cinematográfica. Un lugar con festival, con producción cinematográfica. La ciudad de Richard Linklater, de Robert Rodríguez, muy visitada por Tarantino. Entonces sentí que estaba en un lugar privilegiado y eso fue súper bueno, me ordenó. Me acordé de que me encantaba el cine. Y a la vuelta dije: ‘Voy a intentar ser guionista’”.

Su primer trabajo, paralelo a sus funciones en el diario, fue en el año 2000, en el programa Mujer rompe el silencio, conducido entonces por la exdiputada Andrea Molina. “Eran historias de la vida real que uno transformaba en ficción. Mi primera escuela fue un melodrama televisivo súper estricto; o sea, teníamos mucha libertad para hacer lo que quisiéramos, pero no podía ser fome. Fue una súper buena formación de guion que obtuve trabajando, que es un poco también lo que pasa en el Periodismo. Uno aprende trabajando”.

Después intervendría en formatos tan diversos como el docurreality Los Méndez y el programa Mira tú, de   la productora Aplaplac. Su consagración en televisión llegó en 2017 con Bala Loca, la serie más aclamada por la crítica ese año, donde pudo armar su propio equipo de trabajo y tuvo total libertad creativa. En la pantalla grande debutó con XS, la peor talla, de 2003, y no reincidió hasta encontrarse con Sebastián Lelio. Coescribieron Navidad (2009) y El año del tigre (2011), antes de impactar a la audiencia con su asertividad para perfilar a mujeres que se escapan de los estereotipos.

Festival de premios.

Festival de premios.

El Oscar a la mejor película extranjera otorgado a Una mujer fantástica es la consolidación de la cinta en el mundo del cine y ya suma cerca de 30 distinciones (sin contar las nominaciones). En la imagen aparece el equipo de Una mujer fantástica la noche en que ganaron el premio Goya a la mejor película iberoamericana, en febrero de 2018. Fotografía de Carlos Delgado.

“Soy versátil, pero es un poco a la fuerza. Cuando decides ser guionista no tienes los trabajos que quisieras, porque estás recién partiendo. Estás obligado a tomar todos los trabajos que puedan llegarte, que habitualmente son diversos. En el caso mío lo empujé hacia el cine, pero tampoco puedes vivir solo de escribir películas. Es un factor que te da la realidad, que no manejas. Pero se transforma en una gran escuela porque aprendes a adaptarte, y a crear distintos personajes, distintos tipos de películas, series o documentales que, finalmente, te hacen ser versátil. No sé si me definiría así, pero creo que es una consecuencia inevitable de la precariedad de ser guionista”, aclara.

—¿Cómo ha podido compatibilizar todas esas ocupaciones?

Por mucho tiempo para mí eso ha sido lo más difícil de todo: compatibilizar. Sin embargo, creo que era la única manera de hacerlo. Como buena parte de mi experiencia laboral ha sido de esa forma, he aprendido mucho de varias cosas simultáneamente. Estoy en ese dilema actual, el de concentrarme en un trabajo. Pero creo que ya di por perdida esa batalla y eso tiene que ver con mi personalidad. Necesito estar pensando en dos o tres labores simultáneas, porque salto de una a la otra y así no me aburro. En ese sentido, llegué a un acuerdo conmigo mismo de que va a ser más o menos así siempre. Pero por lo menos hoy puedo elegir, existen más recursos, es menos estresante que la vida que tuve antes. Y también pienso que todo el mundo está viviendo así. No creo que sea un problema solo de los guionistas; en la academia y en el Periodismo pasa algo similar. No está dado solo en un ámbito, creo que es un problema del país. Estoy rodeado de gente que me quiere y me comprende mucho. Eso ha sido fundamental. Mi mujer es espectacular, y a mi hijo lo admiro. Entonces, tengo mucha suerte en ese sentido. De otra forma, no habría sido posible.

Construcción de sueños.

Construcción de sueños.

Para Gonzalo Maza, la gratificación de su trabajo como guionista es la posibilidad de fabricar realidades que no necesariamente tienen lógica ni límites. En la fotografía los protagonistas de Una mujer fantástica. Fotografía gentileza de Fábula.

REVELAR LO QUE ES SER MUJER

Junto a su esposa, la documentalista Carmen Luz Parot, y su hijo se fue a vivir a Londres el año pasado para cursar un máster en la London Film School. “Se trataba de escribir un guion en ese año, con mentores, con tutores y muy guiado. Para mí sonaba súper bien porque podía concentrarme durante un año en hacerlo, y me daría las herramientas que estaba buscando. Resultó ser una buena decisión, porque estuve acá en un momento importante de mi carrera, y eso me ha ayudado mucho”, asegura.

Como consecuencia, la Universidad de Exeter lo becó para un doctorado donde investigará cómo elaborar argumentos basados en hechos reales recientes. Por eso vivirá en Inglaterra al menos hasta 2021 y, mientras estudia, continuará tratando de incorporarse a la industria. Antes de dejar Chile, en 2016 grabó su primera película titulada Todo lo que quieras. La montó el año pasado junto a Andrea Chignoli y ya está lista, esperando encontrar su lugar en algún festival internacional y su fecha de estreno en Chile. En ella Mariana Derderián y Paloma Salas interpretan a dos amigas en sus treintas, compañeras de colegio, con crisis personales que se traducen en una amistad en conflicto. “Se pierden la una con la otra, lo que trae más problemas”, explica Gonzalo Maza, ahora también director, quien la define como una comedia romántica, con mucho humor, pero sobre todo empatía.

Porque antes de que las tomas feministas florecieran en colegios y facultades de todo el país, mostrar lo difícil que es ser mujer ya era una de las principales preocupaciones de Gonzalo Maza. “Es un tema que me importa y me interesa, porque siento que, hasta incluso el hombre más feminista, el hombre más sensible a aquello que le pueda pasar a las mujeres no tiene idea de lo que es ser una mujer. Escribiendo la película, dirigiéndola y haciéndola me produjo esa sensación: que estamos muy lejos todavía. Hay muchas cosas por hacer todavía en términos de igualdad de derechos y también de sensibilidad respecto de lo que viven las mujeres –no solo en Chile, sino en todas partes del mundo– y lo difícil y duro que es todo para ellas. No termina de sorprenderme que, a pesar de toda la conciencia que hemos adquirido, este siga siendo un tema muy fuerte”.


LA CRISIS DE LA PÁGINA EN BLANCO

—¿Cómo es su proceso creativo?

—En general, hacer un guion tiene dos etapas: una es muy colaborativa, donde trabajas con un director o un productor. En este momento existe mucha conversación y diálogo, se estrujan las ideas de todos para lograr entender qué es lo que se está pidiendo y, al mismo tiempo, qué es lo que se quiere que se haga. En el caso de los largometrajes con Sebastián han sido, además, extensas conversaciones. Luego, viene un proceso que es más para adentro; el de escritura. Es más angustioso, para todos los guionistas. Es la soledad ante el computador y la hoja en blanco. Es bien doloroso, no se pasa muy bien haciéndolo. O por lo menos yo no lo paso muy bien haciéndolo, pero es fundamental.

—¿De dónde proviene el dolor que se experimenta frente a la hoja en blanco? ¿Tiene que ver con buscar la perfección? ¿Con la inseguridad propia del escritor? ¿Con la necesidad de responder al encargo y obtener resultados? ¿A qué lo asocia usted?

—En mi caso es porque uno huye de escribir, sobre todo ficción, porque la construcción de los personajes y de los conflictos te obliga necesariamente a pensar en tus propios problemas y en tus propias áreas más oscuras, más dolorosas, más sensibles o en recuerdos que no quieres recordar. Muchas veces se parece un poquito al psicoanálisis. He pensado mucho en este tema, en las herramientas que necesita el guionista, desde la psicología, para poder enfrentar este trabajo. Hay que aprender a manejar tus propios fantasmas. Pero no es masoquismo; es que, si uno de verdad está comprometido con contar una historia que trata los problemas más profundos de las personas, necesariamente tienes que pensar mucho en eso, y eso tiene un costo. Implica ponerte a ti mismo como referencia, a tus propios asuntos no resueltos. Eso hace que sea difícil de hacer y necesitas herramientas.

fotografía de Gonzalo Maza

En su estadía en la London Film School, Gonzalo Maza fue testigo de varias de las crisis personales que la escritura gatillaba en sus compañeros. Ver episodios de depresión y ansiedad lo llevaron a proponer al director de la escuela, el destacado cineasta y guionista Mike Leigh, que el programa incorporara un curso donde no solo se aprendieran nociones de psicología para la construcción de personajes, sino también para que los autores se sobrepusieran a las dificultades del ejercicio. “Cuando se lo comenté, le pareció inmediatamente algo muy necesario. Yo creo que cualquier guionista sabe de lo que estoy hablando. Esa crisis de la página en blanco no tiene tanto que ver con perfeccionismo. Tiene que ver más bien con que esa página en blanco, en realidad, es muy oscura”, afirma.

—¿Siente que, con el tiempo, ya casi 20 años dedicándose a esto, ha podido dominar o adquirir instintivamente esas herramientas para hacer frente a la hora de escribir?

—Creo que algo he aprendido, pero siempre es difícil; nunca es algo que esté 100% dominado. Es parte de la pega, uno aprende eso también. Y tampoco ocurre con todo lo que uno escribe. Pasa con las historias que son particularmente complejas, cuando tratas de llevarlas a territorios más interesantes. Sin embargo, igual estás siempre ahí y eso es muy poco comprendido por la gente que no escribe guiones, particularmente por los productores. Uno huye de escribir, y eso a veces genera atrasos. Pero huir no tiene que ver con no querer hacer el trabajo, al revés. Entonces se produce un segundo proceso de angustia. Dicho así pareciera un trabajo horroroso y es todo lo contrario: es increíble, lo disfruto mucho y por algo lo hago, pero es solo para valientes.

—¿Pero dónde está el gusto, si es tan crudo? ¿En qué momento se produce la gratificación?

—Eso es simple. El gustito está en que estás haciendo cine ¡Cine! Que es como lo más entretenido que alguien pueda hacer: es la mezcla de tus recuerdos, con tus sueños, con cosas que leíste en el diario, con las cosas  que te gustaría que pasaran, con cosas que pasaron, que le pasaron a gente que conoces o a gente que no. Estás literalmente construyendo sueños, que son inexplicables y que no tienen necesariamente lógica; tienen un poco, pero no totalmente. Ser parte de ese proceso es siempre gratificante y es lo que lo te hace embarcarte una y otra vez. Ni siquiera sabes hasta dónde vas a llegar, o cuáles son los límites de lo que estás haciendo y eso es fascinante. Es maravilloso que ese sea tu problema.